Braulio Zaragoza maestro en San Juan de Aznalfarache 1915 a 1933

Homenaje a don Braulio Zaragoza, tras sus 18 años como maestro en nuestra localidad.

Aparece por primera vez, en “El Magisterio Español, periódico de Instrucción Pública”, el 23 de diciembre de 1911, que don Braulio Zaragoza tiene plaza de maestro auxiliar en Alcalá del Río.

El diario “El liberal”, con fecha 13 de febrero de 1927, publica el aviso de que, en su pueblo natal y a la avanzada edad de 89 años, ha fallecido el señor padre de nuestro estimado amigo, el maestro nacional de la escuela de niños de San Juan de Aznalfarache, don Braulio Zaragoza. Reciban, tanto este, como toda su familia, nuestro más sentido pésame por la desgracia que sufren.

Además de maestro de la Escuela de niños, hay que señalar que este hombre estaba muy implicado en el pueblo, pues aparece en la relación de las escuelas en que se establece la enseñanza práctica de la sericicultura, a cargo de los propios docentes, conforme a lo dispuesto en la Real Orden de 22 de abril de 1927, según consta en el “Anuario del Maestro para 1928”. Aprovechamos para recordar que la escuela de sericicultura de San Juan de Aznalfarache llegó a ser un referente nacional, aunque siempre por detrás de la fundadora escuela murciana para toda España.

En la charla que la investigadora y cronista leonesa, doña Amantina Cobos y Villalobos, dio sobre la historia y actualidad de nuestro municipio, organizada por el Ateneo Cultural de Sevilla en el teatro La Marina, al referirse a sus contemporáneos, expresó el agradecimiento que los vecinos deben a los maestros, doña Telesfora Sánchez y don Braulio Zaragoza: “que han sabido dirigir tan rectamente la educación religiosa y la instrucción de los vecinos”. Ello se puede constatar en el periódico “El Liberal”, en la publicación del día 29 de septiembre de 1926.

De hecho, en el documento que se elaboró en 1927, dijo textualmente la conferenciante:

¿Y qué diremos de la instrucción pública? Mucho y muy bueno hay que decir de tan importante asunto... El maestro, don Braulio Zaragoza, merece todo género de alabanzas, por su incansable labor cultural, de resultados bien favorables para el pueblo de San Juan. En la clase del Sr. Zaragoza, muchos niños, que recibieron una sólida y eficacísima instrucción, hoy son jóvenes que desempeñan honrosos y útiles cargos. He visto un cuadro de honor, hecho en gran parte por el aventajado alumno Andrés Pardo, donde hay inscritos más de cien nombres de estos muchachos, que encontraron en don Braulio Zaragoza, el maestro hábil, trabajador y celoso que supo guiarles, hasta lograr un porvenir dichoso y honrado. Y este maestro trabaja, desde hace once años, con entusiasmo y constancia, que le hacen merecedor al beneplácito de todos y queridísimo en el pueblo.

Del diario “El Liberal”, del 2 enero de 1932, extraemos la siguiente noticia:

En la escuela nacional que dirige el competente maestro don Braulio Zaragoza se celebró el reparto de los aguinaldos, que caritativas personas de la localidad han costeado, según la costumbre tradicional de otros años.

Con este motivo, tuvo lugar un sencillo festival, más sugestivo y simpático, por celebrarse sin ostentación alguna, ni exhibiciones artificiosas. En la intimidad, en el sano recogimiento de la clase, explicó el maestro a los niños a lo que obliga la gratitud, flor delicada, que debe arraigar en su corazón; la constancia en el trabajo y la satisfacción del deber cumplido, únicos medios para triunfar con nobleza en la vida.

En medio de la satisfacción y del deber cumplido, y con muchos vivas a los donantes, se repartieron a los alumnos: libros, dibujos, planos y objetos de positiva utilidad en las tareas escolares. Estos niños saben sacrificar el placer efímero del alimento corporal, en beneficio del alimento perdurable y redentor de la cultura.

Se entonaron canciones y villancicos, y se dio principio a las vacaciones de Navidad.

Felicitamos efusivamente al entusiasta profesor señor Zaragoza, por el interés y celo que demuestra en la educación de sus alumnos y le damos nuestra enhorabuena por el éxito de la fiesta.

Maestro y niños expresan su más sentido agradecimiento a los caritativos donantes: don Pedro Lissén, don Antonio Olmedo, don Gilberto Pitcain (director de la fábrica de loza), don Rafael Socuéllamos (jefe de movimiento y tráfico de Minas de Calas), y al Ayuntamiento de esta villa que, de este modo, han contribuido a proporcionar a estos escolares un día feliz y medios que faciliten su instrucción.

A continuación, presentamos el anuncio de su marcha, que fue publicado por “El Liberal”, el 25 de junio de 1933.

Ha sido propuesto para una escuela de Sevilla el ilustrado maestro nacional don Braulio Zaragoza que, durante diecisiete años, realizó una labor meritísima en este pueblo.

El señor Zaragoza puso al servicio de la cultura popular el esfuerzo de su voluntad y de su inteligencia, pues esa constancia de su trabajo ha dado como resultado el adelanto de la juventud, que supo aprovecharse de tan eficaces enseñanzas, con gran perseverancia y entusiasmo.

Aunque sentimos perder a un maestro de los méritos relevantes de don Braulio, le damos la enhorabuena, porque la constancia de su trabajo le lleva a la capital, donde le deseamos los mismos éxitos que en esta localidad.

Después de brillantes ejercicios, ha obtenido notas de sobresaliente, el aventajado alumno de tercer año de Medicina, don Rafael Domínguez Martínez.

También han obtenido excelentes notas, en el tercero y cuarto años de Bachillerato: la bella señorita Dolores Vela Sánchez y los estudiosos jóvenes Joaquín Domínguez García y Luis García Vela.

Nuestra enhorabuena a estudiantes tan cultos, como asimismo a sus señores padres.

Pero se ve que el maestro le había cogido cariño a nuestro pueblo, porque tras haber dejado la plaza, muy pronto quedó registrado que volvería dos veces más. Primero, tal y como se indica en “El Liberal”, de 18 de octubre de 1933:

El pasado día 12, estuvieron en San Juan de Aznalfarache, los alumnos de bachillerato del Instituto Residencia de Estudiantes Sevillanos (I.R.E.B.), acompañados de nuestro antiguo maestro, don Braulio Zaragoza y del profesor de Dibujo de dicho centro, D. Elías Ferrer, quien les dijo que los árabes dieron a este pueblo el nombre de “Hisn-al-faradj” (“castillo de la alegría”, textualmente, en el propio artículo, aunque en realidad es “Hisn al Faray”, el “castillo del mirador”), por las bellísimas vistas que ofrece al Guadalquivir.

En la visita a la nueva iglesia parroquial (el actual templo dedicado a San Juan Bautista, que fue inaugurado en 1929), les explicó el estilo de la misma y el de los altares laterales, notables ejemplares barrocos, procedentes de la antigua parroquia, que en un tiempo fue convento de la Orden Tercera de San Francisco.

En esta última (el templo antiguo, en el cerro), admiraron los cinco cuadros del altar mayor, debidos al pintor extremeño, del período de la transición, Juan del Castillo, así como el castillo en cuyo norte está situada y que fue erigido por los romanos (la investigación histórica indica que lo construyeron los almohades, aunque hay asentamientos en Osset desde la época turdetana).

También visitaron algunas fábricas. Todos los alumnos marcharon muy contentos.

Unos días después, se refleja en la prensa una nueva estancia y última conocida, a través de “El Liberal” (24 de octubre) y “El Día Gráfico” (28 del mismo mes):

Homenaje a un maestro.

En el vecino pueblo de San Juan de Aznalfarache, tuvo lugar, en el día de ayer y a la hora de las seis de la tarde, el homenaje que dicho pueblo, por mediación del Centro Cultural Recreativo, tributó a su querido maestro, don Braulio Zaragoza que, durante 18 años, desempeñó su labor educadora y cuyos frutos recoge en este tan sentido, como sencillo acto.

El pueblo de San Juan de Aznalfarache ha querido testimoniar públicamente su profundo agradecimiento al maestro ejemplar que, año tras año, supo derramar la savia del bien y de la cultura en su fructífera comarca.

Ocupa la presidencia don Ruperto Escobar, inspector jefe de Primera Enseñanza de la provincia; y en la mesa de preferencia, con el homenajeado, se sientan: don Luis Siles, inspector de Primera Enseñanza; don Guillermo Álvarez, en representación de la Escuela Normal; don José María Infante, presidente de la Asociación provincial; don Rafael Reyna, por los trabajadores de la enseñanza; don Rogelio Asián, por la Local de Sevilla, y la Junta Directiva del Centro, con su presidente y antiguo discípulo, don Claudio García.

El presidente del Centro Cultural y Recreativo comienza el homenaje con unas cálidas y sencillas palabras, por lo que el acto queda abierto. A continuación, don Adolfo de la Rúa reveló su trabajo, ensalzando la figura de su consocio don Braulio Zaragoza.

Acto seguido, hace uso de la palabra el joven y aprovechado discípulo Rafaelito Domínguez que, en su breve y elocuente discurso, hace historia del desvelo y la constante ayuda del buen maestro que, desde las primeras letras, le condujo hasta la Universidad.

Don Hipólito Lobato ensalza, con su lenguaje florido y lleno de vida, la figura del maestro, encarnada de manera tan precisa en el compañero Zaragoza.

Don José María Infante, en breves palabras emanadas de su corazón de antiguo maestro, y lleno de emoción, felicita al pueblo de San Juan que, tan notablemente, ha sabido recoger el dolor de desprenderse del culto maestro.

Don Ruperto Escobar, con la maestría en él habitual, ensalza la figura del maestro, la de don Braulio Zaragoza, desde sus primeros pasos en la enseñanza, allá en Balsapintada (Murcia), donde le conoció por vez primera y le estimuló en el camino, que predijo, que habría de conducirle a este triunfo profesional y había de darle la gran satisfacción de actos como este. Estimula a los pueblos para que hagan suya la labor educadora, único premio y valioso estímulo que, en el cumplimiento de su deber, tienen estos cinco funcionarios. Hace un merecido elogio del pueblo de San Juan y les pide que sigan la senda emprendida.

Finalmente, al levantarse el señor Zaragoza, una nutrida salva de aplausos llena el espacio. Visiblemente emocionado, testimonia su reconocimiento a todos y dice que, aunque se traslada a Sevilla, su corazón se queda en San Juan, como quedaron sus años.

Después del acto, se reunieron en fraternal banquete todos los asistentes, concurriendo muchos de sus discípulos, amigos y compañeros, de Sevilla y de distintos pueblos.

Bibliografía:

-ASCARZA, V. (1927): “Anuario del Maestro para 1928”. Madrid, Editorial Magisterio Español.

-COBOS Y VILLALOBOS, A. (1927): “Apuntes históricos: San Juan de Aznalfarache”. Sevilla, impresor Manuel Carmona.

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