Continuamos hablando en este
blog, sobre la historia de San Juan de Aznalfarache, del pacifista republicano,
ingeniero y diplomático Otto Engelhardt, que vivió en nuestro pueblo, en
Villa Chaboya, entre los años 1915 y 1936, hasta que fue detenido y ejecutado. Varias decenas de artículos escribió para ser publicados
por periódicos, en las fechas en las que vivió en nuestra localidad.
A continuación, transmitimos el artículo publicado el 3 de diciembre de 1926, en “El
Liberal” (periódico de edición sevillana).
Título:
“Los Estados Unidos de Europa”.
¿Por
qué es indispensable formar los Estados Unidos de Europa? ¡Porque las
consecuencias de la Gran Guerra (Primera
Guerra Mundial) son tremendas para todos los países que han tomado parte en
ella, vencedores y vencidos! Hasta las pocas naciones que han resistido
<<heroicamente>> a las instigaciones para coger también las armas (heroísmo
que nunca pueden agradecer bastante a sus respectivos gobernantes), están sufriendo
también, aunque en menor grado, que las naciones que fueron beligerantes.
Sólo
la unión de todos los países de Europa, sean monarquías o repúblicas, en una
unidad política, dirigida por un Consejo general, puede ofrecer las seguridades
de que no se repita el barbarismo que ha sufrido Europa durante cuatro años y
medio, por cuyas consecuencias ha quedado enfermo y exhausto todo el
continente.
Los
números siguientes deben convencer de la necesidad de la unión:
Alemania:
2.050.000 muertos y 4.247.105 heridos.
Francia:
1.358.872 muertos y 2.560.000 heridos.
Inglaterra
(sin colonias): 743.703 muertos y 1.693.262 heridos.
Italia:
404.921 muertos y 949.576 heridos.
Además,
las pérdidas de Rusia y Austria (no publicadas oficialmente), en conjunto,
5.000.000.
Si
los muertos pudiesen resucitar, podrían hacer un desfile, en líneas de 20
hombres, que duraría cuatro meses, todos los días, desde la salida, hasta la
puesta del sol.
Enterrados,
todos en cajas y estas puestas una al lado de la otra, cubrirían un camino
desde Parías hasta Vladivostok.
En
dinero sonante y en material de guerra ha costado: 1.210.000 millones de
pesetas.
NOTA: desde la
administración de este blog, no consideramos necesario trasladar estas cifras a
euros, porque a principios del siglo XX, el valor de la peseta, era muy superior
al valor que tenía a principios del siglo XXI, antes del uso de la moneda
europea. Creemos incluso probable que el valor de la peseta de entonces fuese
muy similar al del euro actual.
El
resultado (sin inválidos ni enfermos) son 12 millones de muertos, de modo que,
el matar a <<un>> hombre hombre ha costado 100.000 pesetas.
Los
hombres de los diferentes ejércitos hubieran podido producir, en vez de
guerrear, en el mismo tiempo que ha durado la guerra, valores de 985.785
millones de pesetas.
La
suma de lo que no se ha producido y de lo que se ha gastado en dinero y material
para matar a hombres es: 2.200.000 millones de pesetas.
Además,
ha quedado destruida una suma de valores de todas las clases que importa:
2.520.000 millones de pesetas.
Con
todo este dinero se hubiera podido construir, para cada familia, en Alemania,
Austria, Rusia, Bélgica, Francia, Inglaterra, América del Norte, Canadá y
Australia, una casa del valor de 15.000 pesetas, con un mobiliario y un jardín
de 100.000 pesetas de valor.
Y
todavía quedaría de esta suma, que se puede llamar, en cifras redondas: 5 billones,
5000 millardes, 5.000.000 millones, y escrita en números: 5.000.000.000.000 de
pesetas, un resto gigantesco para poder dotar a todas las poblaciones de más de
20.000 habitantes, con hospitales espléndidos, casas para huérfanos, hospicios,
bibliotecas, etc.
¿Quiénes
han sido aquellos que han ladrado la obra de esta hecatombe? En todos los
países, unos pocos, los más inmorales, los menos preocupados del sentimiento de
responsabilidad, los que no aspiraban más que al poder, la gloria, la riqueza…
A estos pocos ayudaban luego unos millones de figurines que llevaban siempre
las banderas en todos los asuntos públicos, donde hace falta establecer un
entusiasmo, y luego seguían las musas de los pueblos, sugestionadas por las
palabras de sus prohombres. Después del desastre para todos se ha visto
claramente que la guerra no ha sido, en ninguna parte, una causa noble, sino un
negocio, y un negocio bastante sucio. Da asco ver cómo unos héroes destronados
quieren sacar ganancias de la miseria de sus pueblos, de la guerra perdida.
¿Quién
no tendrá respeto ante las tumbas de los sacrificados que murieron con un ideal
en el corazón, un ideal que la realidad cruel ha deshojado después? En todas
partes se erigen y se han erigido monumentos en honor de los muertos. Hace falta
un monumento en honor de las madres y de las esposas que han perdido a sus
queridos hijos y hombres, representado por una mujer, con los brazos
levantados, gritando: “¡Nunca más guerras!”.
Otto
Engelhardt.
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