Peligroso camino junto al Guadalquivir, cerca de San Juan de Aznalfarache, siglo XIX

Sección de mapa cartográfico de 1880.

Hasta la desembocadura del cauce de Madre Vieja (que desaguaba las aguas de lluvia que venían de Santiponce), era donde llegaba el término municipal de San Juan de Aznalfarache. En los tiempos presentes, aunque ese cauce desapareció por las obras en el Guadalquivir, aún la Hacienda Santa Ana en la otra ribera, sigue siendo parte de este término.

Con los dos textos siguientes (el primero proveniente de una noticia real; y el segundo, de un relato ficticio, pero que se ve que estuvo documentado con la realidad), queremos indicar que uno los dos caminos que, en la segunda mitad del siglo XIX y las tres primeras décadas del XX comunicaban San Juan de Aznalfarache con Sevilla, el que bordeaba el río, junto a su recodo, antes de llegar a San Juan, era muy peligroso.

“El Correo Militar”, 29 de octubre de 1888.

Puede encontrar el texto completo en:

https://historiadesanjuandeaznalfarache.blogspot.com/2025/06/dos-guardias-civiles-salvan-un-jinete.html

Próximo a la alcantarilla denominada ‘La madre’ (Madre Vieja, caudal de agua proveniente de Santiponce), un individuo, jinete en un brioso caballo, desapareció como por escotillón de la vista de los guardias.

Desde una altura de cuatro o cinco metros, habían caído al río y la corriente arrastraba a ambos, poniendo en gran peligro la vida del infeliz caminante.

“La América, crónica hispano-americana”, 24 de febrero de 1862. Madrid, donde se encuentra el relato “Al amor de la lumbre”, de Luis García de Luna (Sevilla, 1834 – Madrid, 1867), que fue periodista, escritor y autor dramático, amigo y colaborador de Gustavo Adolfo Bécquer.

Puede encontrar el texto completo en: https://historiadesanjuandeaznalfarache.blogspot.com/2025/06/al-amor-de-la-lumbre-obra-dramatica-en.html

A algunos pasos de distancia de San Juan, el camino de Sevilla se divide en dos; uno espacioso, que es el Real, y otro tortuoso y estrecho llamado de la Corta, que corre por la orilla del Guadalquivir y conduce a la ciudad con grande economía de tiempo y de terreno.

Apenas amo y criado atravesaron el valle y avistaron el Guadalquivir, la vereda se fue estrechando, hasta hacerse una senda tortuosa y difícil, que apenas permitía el paso a un solo caballo, y esto con grande riesgo, pues por la izquierda se rozaba con un valladar de pitas y moras silvestres y, por la derecha, estaba cortada a pico y descubría un abismo, cuyo fondo eran las aguas del río, que corrían calladas y serenas, señal indudable de su mucha profundidad.

NOTA: Actualmente, la Corta de Tablada se denomina al tramo de unión del Puerto de Sevilla, con el cauce natural del río. En aquella época aún no existía y es probable que se llamase así, como indica el texto, a la zona que discurría junto a aquellos terrenos.

Sección de mapa topográfico de 1890, donde indicamos la zona peligrosa del camino al borde del río.

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