Dijo textualmente la periodista, escritora y maestra Dª. Amantina Cobos de Villalobos, en la velada cultural del Ateneo de Sevilla el lunes 27 de septiembre de 1926, en el cine-teatro La Marina, en San Juan de Aznalfarache (recogido tal cual en su ensayo “Apuntes históricos”:
¡Cómo
no dedicar en esta conferencia un sentido elogio a las mujeres de San Juan de
Aznalfarache! Ellas cuidan solícitas la casa, con el desvelo amorosamente
maternal, tan propio de la mujer cristiana y española, pero al propio tiempo,
inteligentes, fuertes y animosas, comprenden que la mujer debe ayudar a
sostener las obligaciones de la familia, y ser amparadora de sus hijos, cuando
la desgracia llama a la puerta del pobre, y por eso, trabaja en fábricas y
talleres, sin desatender el cuidado de su hogar.
A
estas nobles mujeres dedico una poesía que escribí hace poco, titulada “Manos
morenas”. Todos los poetas han cantado a las manos blancas y pulidas, manos, a
veces, ociosas e inútiles. Yo admiro esas manos morenas, limpias y recias, de
las mujeres del siglo XX, que ayudan con su trabajo al sostenimiento de la
sociedad, que cuidan al niño, al enfermo y al anciano y, cuando ya débiles y
temblonas, nada pueden hacer, pasan, humildes y fervorosas, las cuentas del
rosario.
He aquí la poesía:
¡Oh, manos
morenas!,
de bondades llenas,
que nunca en un
verso se os ha cantado,
que el amor, a
veces, os ha rechazado,
que sabéis tan
sólo de incesante afán;
y cuidáis al viejo
con filial cariño,
curáis al enfermo,
sostenéis al niño
y ganáis el pan.
Oh, manos morenas,
de mujeres dulces,
hacendosas, buenas,
no sois como
aquellas de uñas sonrosadas,
por besos
ardientes siempre acariciadas;
sois las
cumplidoras del santo deber.
Abejitas buenas y
trabajadoras
que, en silencio
humilde, tejéis vuestras horas,
lejos del mundano
y el trivial placer.
Manos incansables
del trabajo amigas,
manos que han
probado todas las fatigas,
mezclando con
ellas prácticas de amor,
¿por qué son tan
buenas las manos morenas?,
que, cuando
interrumpen sus duras faenas,
es para posarse sobre
algún dolor.
Sois ángeles
buenos en vuestros hogares,
mueven vuestros
dedos ruedas y telares,
cubrís de
bordados,
tules vaporosos o
regios brocados,
sois vida y
acción,
y es, en vuestra
carne morena y fecunda,
del noble trabajo,
la huella profunda,
glorioso blasón.
Yo admiro en
vosotras, ¡oh, manos morenas!,
la señal que dejan
las rudas cadenas
de una
interminable, penosa labor,
porque son tan
buenas las manos morenas
que, cuando
interrumpen sus duras faenas,
florecen en rosas fragantes de amor.
Poesía de Amantina Cobos de Villalobos, leída el lunes 27 de septiembre de 1926, en el cine-teatro La Marina, en la reunión del Ateneo de Sevilla en San Juan de Aznalfarache (haga clic aquí, para saber más). Publicada en el ensayo “Apuntes históricos sobre San Juan de Aznalfarache” (1927), de esta periodista, escritora y maestra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario