Poesía de Amantina Cobos a las mujeres sanjuaneras en 1926

Mujeres en una de las fábricas de aceitunas, en San Juan de Aznalfarache, año 1914.

Dijo textualmente la periodista, escritora y maestra Dª. Amantina Cobos de Villalobos, en la velada cultural del Ateneo de Sevilla el lunes 27 de septiembre de 1926, en el cine-teatro La Marina, en San Juan de Aznalfarache (recogido tal cual en su ensayo “Apuntes históricos”:

¡Cómo no dedicar en esta conferencia un sentido elogio a las mujeres de San Juan de Aznalfarache! Ellas cuidan solícitas la casa, con el desvelo amorosamente maternal, tan propio de la mujer cristiana y española, pero al propio tiempo, inteligentes, fuertes y animosas, comprenden que la mujer debe ayudar a sostener las obligaciones de la familia, y ser amparadora de sus hijos, cuando la desgracia llama a la puerta del pobre, y por eso, trabaja en fábricas y talleres, sin desatender el cuidado de su hogar.

A estas nobles mujeres dedico una poesía que escribí hace poco, titulada “Manos morenas”. Todos los poetas han cantado a las manos blancas y pulidas, manos, a veces, ociosas e inútiles. Yo admiro esas manos morenas, limpias y recias, de las mujeres del siglo XX, que ayudan con su trabajo al sostenimiento de la sociedad, que cuidan al niño, al enfermo y al anciano y, cuando ya débiles y temblonas, nada pueden hacer, pasan, humildes y fervorosas, las cuentas del rosario.

He aquí la poesía:

¡Oh, manos morenas!,

de bondades llenas,

que nunca en un verso se os ha cantado,

que el amor, a veces, os ha rechazado,

que sabéis tan sólo de incesante afán;

y cuidáis al viejo con filial cariño,

curáis al enfermo, sostenéis al niño

y ganáis el pan.

Oh, manos morenas,

de mujeres dulces, hacendosas, buenas,

no sois como aquellas de uñas sonrosadas,

por besos ardientes siempre acariciadas;

sois las cumplidoras del santo deber.

Abejitas buenas y trabajadoras

que, en silencio humilde, tejéis vuestras horas,

lejos del mundano y el trivial placer.

Manos incansables del trabajo amigas,

manos que han probado todas las fatigas,

mezclando con ellas prácticas de amor,

¿por qué son tan buenas las manos morenas?,

que, cuando interrumpen sus duras faenas,

es para posarse sobre algún dolor.

Sois ángeles buenos en vuestros hogares,

mueven vuestros dedos ruedas y telares,

cubrís de bordados,

tules vaporosos o regios brocados,

sois vida y acción,

y es, en vuestra carne morena y fecunda,

del noble trabajo, la huella profunda,

glorioso blasón.

Yo admiro en vosotras, ¡oh, manos morenas!,

la señal que dejan las rudas cadenas

de una interminable, penosa labor,

porque son tan buenas las manos morenas

que, cuando interrumpen sus duras faenas,

florecen en rosas fragantes de amor.

Poesía de Amantina Cobos de Villalobos, leída el lunes 27 de septiembre de 1926, en el cine-teatro La Marina, en la reunión del Ateneo de Sevilla en San Juan de Aznalfarache (haga clic aquí, para saber más). Publicada en el ensayo “Apuntes históricos sobre San Juan de Aznalfarache” (1927), de esta periodista, escritora y maestra. 

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