Riña sangrienta en San Juan de Aznalfarache 1925

San Juan de Aznalfarache, en la primera mitad del siglo XX.

En una taberna de la calle Borbolla (actual calle Real), número 59, del pueblo de San Juan de Aznalfarache, se promovió una reyerta entre cuatro vecinos y tres marineros italianos de un vapor surto en este puerto...

Giuseppe Cabarni (28 años), Egardo Margoti (25 años) y Marco Runes (34 años), son tres súbditos italianos, tripulantes de un barco de la misma nacionalidad que, por motivos mercantiles o comerciales, queda anclado en el puerto fluvial de San Juan de Aznalfarache, el día 6 de diciembre de 1925.

Según se narra en las investigaciones posteriores, parece ser que el italiano Egardo estuvo, a las dos de la tarde, en el establecimiento de bebidas de Nicolás Escribano Pérez, de 36 años, sito en la calle Borbolla Nº. 59 (actual calle Real, en el Barrio Bajo), adquiriendo unas botellas de vino, para llevárselas al barco y, en tanto se las despachaban, entabló conversación con una sobrina del dueño de la taberna, indicándole uno de los hermanos Labrado, vecinos de la localidad y también presentes en el mismo establecimiento, que dejara la charla, cosa que no agradó al italiano.

El marinero italiano abandonó el establecimiento, presentándose nuevamente, con los otros dos compañeros mencionados, a las siete de la tarde, cuando se encontraban en la taberna los hermanos Mariano y Luis Labrado, Pascual Fernández García e Ildefonso García Fernández.

Los italianos pidieron al dueño unas botellas de cerveza y. cuando este se disponía a servirles, el primero de los citados extranjeros, haciendo uso de un arma blanca, agredió a Luis Labrado. Su hermano Mariano, al darse cuenta de la actitud de Cabarni, le dio un fuerte golpe en la cabeza con una silla y, a partir de aquel momento, se registró, en el interior del establecimiento, una verdadera batalla campal.

Después de la encarnada y sangrienta lucha, durante la cual quedaron fuera de combate tres de los contendientes, acudieron las autoridades y vecinos del pueblo, quienes auxiliaron a los lugareños, los cuales, junto a los italianos heridos, fueron asistidos por el médico titular de la localidad.

Los hermanos Mariano y Luis Labrado presentaban heridas de gravedad, por arma blanca y de grandes dimensiones, como el súbdito italiano Egardo Marcoti; su compañero Cabarni tenía una herida contusa de escasa de escasa importancia en la cabeza.

El día 7 de diciembre, el Juzgado de Primera Instancia del distrito sevillano de San Vicente, en funciones de guardia, compuesto por el juez, el señor Pérez del Río y el oficial habilitado, el señor Fernández, se trasladaron a nuestra localidad, para cumplimentar la recogida de datos, que comenzó el Juzgado Municipal de San Juan de Aznalfarache. Tomaron declaración al dueño del establecimiento y a los protagonistas del sangriento suceso, incluidos los tres contendientes gravemente heridos. El grave suceso estaba siendo comentadísimo por los vecinos de nuestra localidad.

Terminadas las primeras diligencias, el señor Pérez del Río, decretó auto de prisión contra los italianos compañeros de Egardo, disponiendo su ingreso en la Cárcel de Sevilla, a la cual fueron conducidos por una pareja de la Guardia Civil del puesto de San Juan de Aznalfarache.

Egardo Marcoti, que se encontraba herido de gravedad, pasó al Hospital Central. Los hermanos Labrado que, igualmente, sufrían heridas graves, quedaron en sus respectivos domicilios.

Las diligencias practicas por el juzgado de guardia de San Vicente pasaron al de Primera Instancia de San Román.

El día 9 de diciembre, el Juzgado municipal de San Juan de Aznalfarache transmitió al de instrucción del distrito de San Román el fallecimiento de Mariano Labrado Ruiz, uno de los protagonistas del sangriento suceso desarrollado en un establecimiento de bebidas del vecino pueblo, tras resultar gravemente herido de seis puñaladas. La autopsia del cadáver había sido practicada por el facultativo titular de dicho pueblo.

El súbdito italiano Egardo Marcoti, otro de los protagonistas y que se encontraba en el Hospital Central, había sido dado de alta del benéfico establecimiento, para ingresar en la cárcel, por disposición del juez señor La Rosa.

En junio de 1926 se celebró el juicio a Giuseppe Carbani, a quien la fiscalía culpaba de delito de homicidio sobre Mariano Labrado quien, con una herida incisa, se le fracturó la primera costilla, afectándole al pulmón y lo cual le produjo una hemorragia interna y la muerte el día 8. La herida se la causó el procesado con un cuchillo de grandes dimensiones, que también provocó a Luis Labrado otra herida, también incisa, de la que tardó en curar 36 días. El procesado también presentó una herida contusa en la región parietal izquierda, que le produjo Mariano Labrado, defendiéndose con una silla, de la que tardó en curar 26 días.

La herida que se le causó al súbdito italiano Egardo Marcoti, que tardó en curar menos de 15 días, no fue juzgada, ya que no se pudo determinar quién se la provocó.

El Ministerio fiscal acusaba al procesado de un delito de homicidio, por el que solicitaba la pena de 12 años y un día de reclusión temporal e indemnización de 5000 pesetas; y de otro de lesiones, por el que se pedía la pena de cuatro meses y un día de arresto mayor e indemnización de 200 pesetas.

La defensa, también provisionalmente, negaba los hechos y solicita la absolución.

NOTA DE LA DIRECCIÓN DEL BLOG: No hemos encontrado la resolución del juez, que debió ser en los días siguientes.

 

Prensa consultada para redactar este texto:

“El Noticiero Gaditano”, 7 de diciembre de 1925.

“El Correo de la Mañana, diario independiente, el de mayor circulación de Extremadura”, 8 de diciembre.

“Diario de la Marina, periódico independiente”, 8 de diciembre.

“El Liberal”, 8 de diciembre.

“La Opinión, diario independiente”, 9 de diciembre.

“El Liberal”, 10 de diciembre.

“El Liberal”, 19 de junio de 1926.

“El Liberal”, 20 de junio de 1926.

Un padre y su hijo mueren ahogados en San Juan de Aznalfarache 1925

El río Guadalquivir, a su paso por San Juan de Aznalfarache.

El 20 de noviembre de 1925, un vapor, con destino Sevilla, hallaba una pequeña lancha, sin rumbo y abandonada, en el río y la remolcaba hasta el puerto de Sevilla.

Pronto se sabía que su dueño era Francisco Francia Zamora, alias el Quemado, de 42 años y vecino de Triana, que se había dirigido en su pequeña embarcación, junto a su hijo Rafael, de 14 años, para extraer arena en las inmediaciones de San Juan de Aznalfarache y transportarla hasta la ciudad.

Las autoridades supusieron que el chico cayó al agua y que el padre intentó salvarlo, perecieron los dos ahogados.

El Juzgado ordenó que se vigilase el río, por si apareciese el cuerpo del muchacho. El día 25 del mismo mes, los cuerpos seguían sin aparecer, por los que se les presuponía sepultados en las aguas del caudaloso Guadalquivir.

Al día siguiente, la prensa iba añadiendo detalles, como que el joven Rafael no sabía nadar y que marchó con ropa ancha y gruesos zapatos.

El día 27, informa “El Liberal”, informa de que aparecieron los dos cadáveres en las aguas del río, en las proximidades de San Juan de Aznalfarache. Los descubrieron unos muchachos, vecinos del pueblo, mientras caminaban por la orilla del Guadalquivir, en las proximidades de la Venta de Cortés. Primero, vieron el cadáver del hombre, cuya descripción coincidía con las del finado Antonio.

A no mucha distancia, no mucho tiempo después, cerca del segundo descargadero de Minas de Calas, encontraron el del muchacho Rafael.

Los muchachos que hallaron los restos, subieron a una lancha para recoger los cadáveres y acercarlos a la orilla, amarrándolos y dando aviso al Juzgado Municipal del pueblo, cuyo responsable se trasladó inmediatamente adonde los cadáveres se encontraban, practicando las diligencias propias de la situación y ordenando que fuesen sacados a tierra y conducidos al Departamento Anatómico para las autopsias correspondientes.

Varios familiares de los difuntos, una vez conocida la noticia de su aparición, marcharon de Triana a San Juan de Aznalfarache, para comenzar a velar a los suyos.

Tras las diligencias de la investigación oficial y la declaración de otro botero (patrón de embarcación pequeña) de Triana, apodado el Gordo, se pudo aclarar lo sucedido.

El Gordo, que también iba a recoger arena a las proximidades del sitio conocido como Los Gordales (antiguo cauce entre Sevilla y San Juan de Aznalfarache, que discurría por donde se construye el Recinto ferial y se ubica la Avenida San Juan Pablo II), marchaba a poca distancia de la barca que tripulaban padre e hijo. Al llegar a uno de los recodos del río, vio la lancha sin tripulantes y la remolcó hasta Triana, siendo el primero que dio la voz de alarma sobre la desaparición de aquellos dos.

Afirmó el Gordo que el muchacho Rafael, por orden de su padre, estaba colocando la vela, para aprovechar el viento que comenzaba a sentirse y, a partir de ahí, se supone que, por algún erróneo movimiento, el joven caería al agua y, como no sabía nadar, aunque su padre se arrojara inmediatamente al río, ambos habrían perecido en el caudaloso Guadalquivir, siendo arrastrados por la corriente y pereciendo ahogados.

Ambos cadáveres recibieron sepultura en el Cementerio de San Juan de Aznalfarache, con la presencia de familiares, amistades y vecinos de las víctimas, en una sentida manifestación de duelo.

 

Prensa consultada para elaborar esta información:
“Diario de la Marina, periódico independiente”, ediciones de 20 de noviembre de 1925 y día 26.

“La Opinión, diario independiente”, 21 de noviembre.

“El Liberal”, 26 de noviembre, día 27 y día 8 de diciembre.

“La Voz de Asturias, diario de información”, 28 de noviembre.

Teniente de alcalde dispara a secretario en San Juan de Aznalfarache… y detienen al secretario 1919

Pistola y monedas. Imagen creada con inteligencia artificial.

A continuación, transcribimos las noticias de los periódicos y sus titulares, sobre este paradójico suceso ocurrido en San Juan de Aznalfarache…

 

“El Adelanto, diario de Salamanca”, 22 de octubre de 1919

El jefe de la benemérita de San Juan de Aznalfarache comunica que el alcalde accidental agredió al ex secretario del Ayuntamiento, Juan de Dios Sánchez, disparándole cuatro tiros del revólver, resultando ileso. Fue detenido el agresor.

 

“La Correspondencia de España”, 22 de octubre.

El jefe del puesto de la benemérita de San Juan de Aznalfarache ha remitido el atestado formado por la agresión del alcalde accidental de dicho pueblo, contra el secretario del Ayuntamiento, D. Juan de Dios Sánchez, al que disparó cuatro tiros de revólver que, por fortuna, no hicieron blanco. El agresor ha comunicado el hecho al gobernador, pero diciendo ser él el agredido. El juzgado entiende en el asunto.

 

“El Guadalete”, 22 de octubre.

Caso curioso: “¡Lo que es el dinero! Un vivo”.

En el pueblo de San Juan de Aznalfarache se ha registrado un curioso suceso, entre gente de la política.

El ex secretario de aquel Ayuntamiento, D. Juan de Dios Sánchez, disputó con el teniente de Alcalde, D. José Oñate.

Este, haciendo uso de revólver, le disparó cuatro tiros.

Uno nada más hizo blanco en un bolsillo del chaleco de Sánchez, el cual guardaba en dicho bolsillo varios duros (denominación de la moneda con valor de cinco pesetas), con los que la bala tropezó y resbaló.

El caso que empezó con una nota curiosa, ha tenido otras pintorescas: En los Juzgados de Sevilla no se recibió noticia del hecho, lo que fue aprovechado por Oñate, que se presentó en Sevilla, denunciando que él había sido el agredido. El asunto promete dar mucho juego.

 

“La tierra de Segovia, diario independiente”, 23 de octubre.

Un alcalde dispara contra el secretario…

Ha ocurrido en este pueblo un suceso que es tema de todas las conversaciones. Por antiguos resentimientos de carácter político, originados por las últimas elecciones, cuestionaron el alcalde y el secretario municipal.

Aquel disparó contra este cuatro tiros, de los que sólo uno hizo blando, yendo a chocar contra el portamonedas del agredido, el cual debe la vida a esta fortuita circunstancia.

Témense desórdenes, habiéndose concentrado varios números de la Benemérita.

 

“El diario palentino, defensor de los intereses de la capital y la provincia”, 24 de octubre.

Encarcelan a un secretario.

Participan de Sevilla que ha ingresado en la cárcel el secretario del Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache.

Trátase, al parecer, de una denuncia por malversación de fondos públicos y de haberse utilizado unos documentos con tacha de falsedad.

La noticia causó sensación.

Antes de ingresar en la cárcel, el referido funcionario municipal, prestó declaración ante el juez.

Ignoránse los detalles, por haberse encerrado las autoridades en la más impenetrable reserva.

NOTA DE LA ADMINISTRACIÓN DE ESTE BLOG: No hemos encontrado más noticias sobre estos hechos.

Un drakar pasó por San Juan de Aznalfarache 1930

El perfil en la red social X (antes conocida como Twitter), publicó la foto de un drakar (barco usado por vikingos y escandinavos entre los siglos VIII y XI), que recorrió el Guadalquivir hasta llegar su destino: Sevilla, el 15 de enero de 1930.

La foto publicada indica que fue realizada en el meandro de Los Gordales, en dirección a Tablada. Si es así y tal y como la rivera del fondo se ve despejada, es que aún no había llegado a la zona edificada y, en la orilla desde la que se tomó la foto, la que comunicaba antiguamente por tierra a Sevilla, con San Juan de Aznalfarache, una de las pocas zonas habitadas era la hacienda Santa Ana, dentro del término municipal de nuestra localidad, por lo que, igualmente, la ubicación del susodicho barco aún podía ser en nuestro territorio, por el cual, tuvo que entrar y salir en su viaje a la capital hispalense.

Encontramos referencias sobre este viaje, con motivos benéficos (pues para visitarlo, había que pagar entrada, destinada a una fundación noruega), en el periódico sevillano “El Liberal”, de 16 de enero de 1930 y en los días siguientes, ya que permaneció ocho días atracado en el puerto de Sevilla.

El Duque de Rivas y la primera jornada de su obra en San Juan de Aznalfarache 1835

Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano (nace en Córdoba, el 10 de marzo de 1791, y fallece en Madrid, el 22 de junio de 1865), III duque de Rivas y Grande de España, fue dramaturgo, poeta, historiador, pintor y estadista español, que goza notoriedad por su drama romántico “Don Álvaro o la fuerza del sino” (Wikipedia), estrenada en el Teatro del Príncipe de Madrid el 22 de marzo de 1835, y en la misma, en el desarrollo de la primera jornada de la obra, hay directas alusiones a nuestra localidad, San Juan de Aznalfarache.

El Duque de Rivas vivió en varias ocasiones en Sevilla. Muy interesante su biografía en la web Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes y el análisis sobre la obra que aquí tratamos: “Don Álvaro o la fuerza del sino”.

Referencias a San Juan de Alfarache (por entonces, así llamada), en esta obra:

Primera jornada, escena IV:

“Y anoche, viniendo yo de San Juan de Alfarache, me paré en medio del olivar a apretar las cinchas a mi caballo, y pasó a mi lado, sin verme y a escape, don Álvaro, como alma que llevan los demonios”…

 

Primera jornada, escena VII:

“¡Oh, loco estoy de amor y de alegría!

En San Juan de Alfarache preparado

todo, con gran secreto, lo he dejado”…

Aunque de esta estrofa, encontramos otra variante, por ejemplo en “El Guadalete, periódico de interés general”, jueves 23 de diciembre de 1915:

“En San Juan de Aznalfarache preparado,

Todo con gran secreto lo he dejado:

El sacerdote en el altar espera,

¡Dios nos bendecirá desde su esfera!”.

 

Y en la cuarta jornada, escena I, haciendo mención a la localidad de Gelves, se hace mención previa de un convento que sólo puede ser el por entonces franciscano existente en San Juan:

“Aquella noche terrible,

llevándola yo a un convento,

exánime y sin aliento,

se trabó un combate horrible

al salir del olivar…

Con tres heridas caí,

Y un negro, de puro fiel,

veloz me arrancó de allí,

falto de sangre y sentido;

tuve en Gelves larga cura,

con acceso de locura,

y, apenas restablecido,

ansioso empecé a indagar”.

 

Además, en una crónica literaria del periódico sevillano “El Liberal”, con fecha 2 de noviembre de 1932, se afirma:

“Esos escritores y artistas dijéronle a Zorrilla que el conde Peñaflor, amigo de todos y contertulio de café, poseía cerca de San Juan de Aznalfarache, la Quinta en que el Duque de Rivas había situado gran parte de la primera jornada de su obra ‘Don Álvaro o la fuerza del sino’, estrenado hacía unos años en el Teatro del Príncipe, en Madrid. Zorrilla visitó la quinta, alabó el buen gusto del duque para elegir escenarios y concibió para su Don Juan una escena en la que, nos atrevemos a señalar, cierta semejanza con la de ‘Don Álvaro’”.

Por supuesto, en este artículo, se hace referencia a la hacienda Valparaíso, en el término municipal de nuestra localidad.

Bibliografía:

GONZALO MORÓN, F. (1844): “Crítica Literaria: El Duque de Rivas, considerado como poeta dramático”, en “Revista de España y del Extranjero” (tomo IX, artículo 53). Madrid, Imprenta de D. Marcos Bueno.

GONZALO MORÓN, F. (1844): “Crítica Literaria: El Duque de Rivas, considerado como poeta dramático”, en “Revista de España y del Extranjero” (tomo IX, artículo 54). Madrid, Imprenta de D. Marcos Bueno.

SERRERA CONTRERAS, R. M. (2006): “Verdi, Sevilla y América (a propósito de ‘Don Álvaro o la fuerza del sino’), discurso leído ante la Real Academia Sevillana de Buenas Letras”. Sevilla, Pinelo Talleres Gráfs. 

Un poeta que se inspiraba en San Juan de Aznalfarache a finales del siglo XVIII

Manuel María del Mármol, dibujo en la publicación sobre su persona en 1845.

Manuel María del Mármol (nace en Sevilla, 1769; y fallece en Córdoba, 1840): poeta, clérigo, académico, profesor universitario, filósofo, pedagogo y difusor de la ciencia moderna, fue miembro del grupo de intelectuales (Blanco White, Alberto Lista…), que surgió en Sevilla en el último tercio del siglo XVIII y ejerció su magisterio estético y político en las primeras décadas del XIX (Wikipedia). 

Su casa siempre estuvo abierta para los jóvenes estudiantes a los que impartía clases. Con ellos, además, proyectaba sus excursiones y pasatiempos al campo, dirigidos habitualmente “al convento de San Juan de Alfarache, distante una legua de Sevilla, y que se asienta sobre aquellos momentos elevados que, con el nombre de Ossethanos, tanto recuerda en sus poesías. Allí, bajo aquel encantador cielo, a la vista de aquel mágico país, recostado bajo un árbol y entre la inquietud de sus amantes alumnos, tildaba con su lápiz en un papel arrugado, el producto de sus poéticas inspiraciones” (texto en “El doctor D. Manuel María del Mármol”, 1845).

Citas a San Juan de Aznalfarache o a los montes Ossethanos, que hemos encontrado en el poemario de Manuel María del Mármol:


En el libro de 1816: “Intervalos de mi enfermedad o pequeña colección de poesías ligeras de D. Manuel María del Mármol”. Sevilla, por Aragón y Compañía.

En los callados montes Ossethanos,

donde a las flores dixe mis canciones,

mi funesto quebranto,

las ninfas condolieron con su llanto… 

Una nota al pie en la misma página de ese verso indica que, con la referencia “montes Ossethanos”, se refiere a Alfarache.

 

En el poema “Tarfira, la defensa de Sevilla”, también atribuido este escritor, aunque no encontramos la fecha del mismo:

Por alameda de alerces

hacen su oculto viage,

para no ser descubiertos

de Coria o de Aznalfarache

 

En otro libro de 1834, bajo el título: “Romancero o pequeña colección de romances, tomados de las poesías, impresas e inéditas, del doctor D. Manuel María del Mármol, dedicada y presenta por él mismo a la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, el 17 de mayo de 1833” (Tomo I), en Sevilla, por Hidalgo y Compañía, encontramos varias referencias a nuestra localidad y su entorno:

Sentado desde el nacer del Sol en los alegrísimos montes de Alfarache: descubiertas a mi vista muchas leguas de floridos prados, sembradas de pueblos y caseríos, entre los que, como Reyna, se levanta la populosa Sevilla, siguiendo con la vista un manso, aunque caudaloso río, que serpea entre flores y arbustos…

¡Días y noches agradables pasadas en las encantadas alturas de Aznalfarache!, quizá concluisteis ya para mí…

Mas, si aun ellas me dejan ir a respirar a aquel, mi acostumbrado retiro…

 

Las sombras y la frescura

las avecillas engañan,

y repiten todo el día

el canto, que hacen al alba.

A lo luengo se descubren

los montes de la Ossethania,

que verdes olivas visten

y cercan juncos y cañas.

Allí, las ardientes siestas

las gallardas ninfas pasan,

y en sus voces toma el eco

acordes sones, que esparza…

Nuevamente, a pie de página, aparece una anotación que, con Ossethania, se refiere a San Juan de Alfarache.

 

En la caduca muralla

del nombrado Aznalfarache,

a que luengos siglos gravan,

y el potente tiempo abate;

que en sus venturosos días

pudo guardar al Alarbe,

y hoy apenas su memoria

guarda en rotos baluartes…

 

Donde al Ossethano monte

bañan del Betis las aguas…

 

Tras los extendidos montes

de la florida Ossethania,

el Sol, entre rojas nubes,

esconde el carro de llamas…

 

Va a Alfarache a jugar cañas,

por las paces de los Reyes:

Arxataf, el de Sevilla,

y el de Granada, Muley…

 

NOTA DE LA DIRECCIÓN DEL BLOG: Un comentario curioso, que nos llama la atención, es que este escritor e intelectual de principios del siglo XIX ya tuviera tan clara que la antigua localización de Osset era San Juan de Aznalfarache, algo que no ha sido unánime hasta finales del siglo XX y, sobre todo, con los descubrimientos, por las excavaciones del metro de Sevilla, a principios de este siglo XXI.

El último artículo que menciona Juan Rey (1990), escrito por Manuel María del Mármol, en la publicación que él mismo dirigió, “Cajón de Sastre, histórico, político y literario”, tiene este significativo nombre incluyendo nuestra localidad: “Una oración fúnebre en las exequias del despotismo, celebradas en San Juan de Aznalfarache, en una gira de campo”. Por desgracia, hasta el momento, no encontramos esa publicación llamada “Cajón de Sastre”, para conocer el texto al que hace mención.

 

Bibliografía:

REY, J. (1990): “La Ilustración sevillana y la prensa: ‘Cajón de Sastre’ histórico, político y literario, o sea, repertorio sevillano”, en “Archivo Hispalense, revista histórica, literaria y artística” (2ª época, Nº. 224). Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla (páginas 99 a 114).

RODRÍGUEZ-FERRER, M. (1845): “El doctor D. Manuel María del Mármol”, en “Semanario Pintoresco Español”, con fecha 21 de diciembre de 1845 (Año 10, Nº. 51), páginas 393 a 396. Madrid, Imprenta de D. Vicente de Lalama.

La crisis por los barriles de petróleo en San Juan de Aznalfarache 1915

Documento que publicó "El Correo Español" y que inició esta polémica. En la séptima línea, se puede leer la alusión a nuestra localidad: "San Juan".

En la primera mitad del siglo XX, el muelle fluvial de San Juan de Aznalfarache, aún tenía importancia comercial, e incluso el permiso de las autoridades para el comercio de combustible, como el petróleo. En 1915, cuando ya había comenzado la I Guerra Mundial, nuestra localidad fue el epicentro de la crisis de los barriles de petróleo.

Aclaraciones previas de personas citadas en este texto:

-Domingo Cirici Ventalló (nacido en Tarrasa, 1878; fallecido en Madrid, 1917), fue un periodista y escritor carlista español (Wikipedia).

-José Sánchez-Guerra y Martínez (Córdoba, 1859; Madrid, 1935), fue abogado, periodista y político español, varias veces ministro y presidente del Consejo de Ministros. Inicialmente, en el Partido Liberal, se pasó a las filas del Partido Conservador (Wikipedia). En los tiempos en que transcurren los hechos aquí acaecidos, fue ministro de Gobernación.

-Eduardo Dato e Iradier (La Coruña, 1856; Madrid, 1921), fue abogado y político español, varias veces ministro y presidente del Consejo de Ministro (Wikipedia). Presidente del Gobierno, en 1914, decretó la neutralidad española en el conflicto europeo.

En ningún momento se mencionan los nombres propios del cónsul inglés en Sevilla, ni del alcalde de San Juan de Aznalfarache. Aunque en este último caso, sí sabemos que, entre 1900 y 1920, el alcalde fue el cacique local Antonio Olmedo y Guerau, propietario de uno de los almacenes de aceitunas de nuestra localidad, donde, probablemente, estuviesen guardados los barriles.

El periódico “La Correspondencia de Valencia, diario de noticias”, del 30 de septiembre de 1915, comunica un mensaje aparecido previamente en “El Correo Español”:

Inserta un artículo de Cirici Ventalló, reproduciendo fotográficamente, para probar que los cónsules ingleses dan órdenes a nuestros gobernadores civiles, un oficio que el gobernador de Sevilla traslada al alcalde de San Juan de Aznalfarache, ordenando informar al cónsul inglés acerca del destino que se da a unos cuantos barriles de petróleo que han de salir de aquel pueblo.

En “El Defensor de Córdoba, Diario Católico de Noticias”, el 1 de octubre, se recoge la siguiente entrevista de varios periodistas al Sr. Dato:

-¿Qué hay del gobernador de Sevilla?, preguntamos al Sr. Dato. Creemos que habrá dimitido o que lo habrá destituido el Gobierno.

-No sé nada, replica el Sr. Dato.

-Decimos esto, porque el ministro de la Gobernación (Sánchez-Guerra) dijo anoche a los periodistas que, si comprobara la afirmación del periodista Cirici Ventalló de que un gobernador había recibido órdenes de un cónsul extranjero, el gobernador sería destituido. El hecho está comprobado. “El Correo Español” publica anoche una fotografía de un oficio firmado por el gobernador de Sevilla, D. Severo Gómez Núñez.

En dicho oficio, se transmite una orden del cónsul inglés en Sevilla, al alcalde San Juan de Aznalfarache.

Después de las palabras del señor Sánchez-Guerra y del oficio fotografiado, no cabe otra cosa sino la destitución del gobernador de Sevilla, que la suponíamos ya decretada.

-Pues no me he enterado de nada de eso. Es más, conferencié con el ministro de la Gobernación y nada me ha dicho. El gobernador civil de Sevilla es un dignísimo jefe del cuerpo de artillería.

-No discutimos la honorabilidad de ese señor. Lo que repetimos es que el ministro ha dicho que destituiría al gobernador que recibiese órdenes de un cónsul extranjero y se ha publicado fotografiado ese documento, que tiene todos los requisitos: el número del registro, la firma… Está terminante.

-A pesar de eso, señores, dijo Dato, no me atrevo a decir nada, porque pudiera tratarse de una fotografía compuesta.

Un poco más adelante de esta entrevista, se podía leer la contestación del gobernador de Sevilla, señor Gómez Núñez:

En vista de las manifestaciones hechas por el ministro de Gobernación (Sánchez-Guerra), que dijo anoche que destituiría al gobernador que recibiese órdenes de cónsules extranjeros, y teniendo en cuenta el artículo que anoche publicó “El Correo Español”, los periodistas se entrevistaron hoy con el gobernador, señor Gómez Núñez.

Interrogado este, dijo:

“Yo me he limitado a cumplimentar las órdenes del ministro de la Gobernación, que es mi jefe y a quien debo obedecer.

Cierto es que recibí un oficio del cónsul inglés, pero ese oficio no ha sido contestado”.

Esta respuesta ha sido extraída y copiada textualmente de “El Defensor de Córdoba, diario católico de noticias”, también del día 1, comunicando los mismos hechos.

Ambos periódicos mencionados relataban que el cónsul inglés había marchado en aquella tarde a San Juan de Aznalfarache, donde están los barriles de petróleo que han originado esta marejada.

Otro periódico que publicaba esta respuesta fue el “Diario de Burgos”, también el 1 de octubre.

“La Correspondencia de España”, de 2 de octubre, en su página 2, indica que fue el gobernador, a petición del cónsul inglés, quien se dirigió al alcalde de San Juan de Aznalfarache para saber si había allí depositados unos barriles de petróleo o si ya habían salido de nuestro muelle fluvial. La contestación del alcalde fue que los barriles permanecían en nuestro pueblo.

Además, en la página 7 de la publicación mencionada, se compartía el siguiente texto, tituladoEl incidente de Sevilla. Exposiciones oficiales”.

El ministro de la Gobernación facilitó hoy a los periodistas el telegrama del gobernador de Sevilla siguiente:

<<Sevilla, Gobernador a ministro de Gobernación.

Contesto telegrama V.E (Vuestra Excelencia). número 1. Las órdenes que en él se contienen será escrupulosamente cumplidas. En 20 de junio, y en virtud del telegrama de V.E., en que me ordenaba comprobar el ulterior destino de 125 barriles de aceite mineral que contenía el vapor Castilla, ordené que se vigilara su desembarco, que se efectuó en San Juan de Aznalfarache, donde se encuentran vigilados, para conocer en todo momento su destino, según comuniqué a V.E. en el telegrama de dicho día, manifestándole además que el cónsul de Inglaterra, con anterioridad, me había formulado la misma denuncia, sobre la que no adopté resolución alguna, hasta recibir las órdenes de V.E., en virtud de las que mandé al alcalde de San Juan, para que no permitiera la extracción del referido aceite mineral, sin darme de ello precisa cuenta.

Posteriormente, el cónsul de Inglaterra, en 19 de julio, me comunicó que existía la intención de levantarlos y esperaba, caso de ser cierto, le comunicara el destino. Di de ello cuenta al alcalde de San Juan, pero dicho se está que, sin aceptar ni obedecer orden alguna del cónsul, limitándome tan sólo a recoger la noticia y a transmitirla, por lo que afectaba al cumplimiento de la orden que yo había dado al alcalde, en virtud de las recibidas y de las cuales al principio hago mención, lo hice porque el referido alcalde hacía poco que me había asegurado que las mercancías no se levantarían, Le saludo respetuosamente.>>

Otros periódicos que comunican estos hechos:

-“La Cruz, diario católico”, el 2 de octubre, publica la entrevista al Sr. Dato; y el día 3 de octubre, aparece una nota breve sobre la respuesta del gobernador al ministro.

-“Diario de Córdoba, diario independiente, decano de la prensa cordobesa”, el día 2, transmite que el ministro de la Gobernación había dirigido una circular a todos los gobernadores, recordándoles que para nada tienen que entenderse con embajadores y cónsules, y recomendándoles que ejerzan gran vigilancia sobre los depósitos de artículos que puedan ser contrabando de guerra.

-“El Cantábrico, diario de la mañana”, día 3. repite el texto del documento dirigido por el gobernador civil de Sevilla al ministro Sánchez-Guerra.

-En “El Noroeste” (edición de La Coruña), día 3, también aparece el telegrama del gobernador al ministro.

Nuevamente, retomamos esta crisis con la publicación “La Correspondencia de España”, que en sus ejemplares (pues tenía ediciones de mañana, tarde y noche), del día 3 de octubre, hace varias referencias a todo este asunto:

Los barriles de petróleo en Sevilla.

El cónsul inglés ha visitado al gobernador, manifestándole su extrañeza por la torcida interpretación que se ha dado al oficio que envió, relacionado con el desembarco de petróleo efectuado en San Juan de Aznalfarache.

Agregó el cónsul que la comunicación era respetuosa, pues se dirigía a una alta autoridad de un país soberano, independiente y amigo. Finalmente, declaró que la palabra “espero”, que aparecía en el oficio, no tiene, a su juicio, el alcance que se ha querido atribuirle.

El gobernador civil ha ordenado que se abra una información para averiguar la culpabilidad del funcionario que haya dado el oficio a la publicidad.

Ha negado el gobernador que haya presentado la dimisión, añadiendo que, en este asunto, se había limitado a cumplir órdenes del Gobierno, que le encargó que vigilara dicho cargamento de petróleo.

Por la Guardia Civil se ha practicado hoy una nueva investigación, comprobándose que el petróleo continúa almacenado.

El 5 de octubre, el periódico “La Cruz”, en su página 1, dedica casi por completo las columnas primera y segunda, a analizar todo lo sucedido previamente con los barriles de petróleo en San Juan de Aznalfarache, incluyendo una interesante reflexión por el enfrentamiento entre medios de comunicación y profesionales periodísticos germanófilos y francófilos (o aliadófilos), que se alejaban de la postura de neutralidad proclamada por el Gobierno español.

También el día 5, en la “Gaceta de Tenerife, diario católico de información” aparece una nota que afirma que el asunto está arreglado, tras mostrar el ministro de la Gobernación el telegrama del gobernador civil, por el cual se había limitado a cumplir las órdenes previamente recibidas. Las relaciones con el cónsul inglés fueron meramente informativas. Este breve texto tiene una curiosidad y es que menciona a nuestra localidad como “don Juan Aznalfarache”.

“La Correspondencia de Valencia, diario de noticias”, en su edición del 8 de octubre, y el “Diario de Valencia”, el día 9, mencionan una nota de una tercera publicación, “El Debate”, en la cual se censura al Gobierno por no haber destituido al gobernador civil de Sevilla, con motivo de la denuncia del cónsul inglés, sobre la existencia de barriles de petróleo en San Juan de Aznalfarache. Se añade una cita textual que dice lo siguiente: “Esas intromisiones no deben consentirse, pues con ello la soberanía española queda mediatizada”.

“El Telegrama del Rif, diario ajeno a la política y defensor de los intereses de España en Marruecos”, el día 10, también publicó esta nota, tomando como referencia al periódico “El Universo”.

NOTA DE LA ADMINISTRACIÓN DE ESTE BLOG: De momento, no hemos encontrado información sobre si la investigación de la Guardia Civil, con respecto a quién filtró el documento que causó todo este revuelto, obtuvo resultados. 

Catástrofe fluvial junto a San Juan de Aznalfarache 1912

Primera página del diario "La Correspondencia de España", de 15 de julio de 1912. Las columnas 1 y 2 están dedicadas al desastre que comunicamos a continuación.

“La Correspondencia de España” (edición de la mañana), 15 de julio de 1912.

En este momento (ocho menos cuarto de la noche del domingo), me comunican que, en San Juan de Aznalfarache, ha hecho explosión la caldera de un buque de la Compañía Ibarra.

Según estos primeros informes, el accidente reviste verdadera importancia.

La explosión ha producido un muerto y varios heridos.

Me apresuro a pedir detalles.

El momento de la explosión.

Recibo amplios detalles del siniestro ocurrido a bordo del vapor Cabo Roca, de la Compañía Vasco Andaluza de Vapores.

Este buque navegaba con rumbo a Sevilla. Al llegar a San Juan de Aznalfarache, se produjo la explosión. La motivó la rotura de un tubo de la caldera. Prodújose un violento escape de vapor, que barrió la cubierta del buque. Es indescriptible la confusión que se produjo a bordo.

Los tripulantes corrían de un lado para otro, sin acertar, en los primeros instantes, a adoptar medidas en auxilio de las víctimas de la explosión.

Terrible cuadro.

El capitán del buque se arrojó desde el puente, al darse cuenta de lo que ocurría. Al caer, se rompió una pierna.

El práctico que conducía el Cabo Roca trató de escalar el palo, para librarse de los efectos del vapor que barría la cubierta.

Muy cerca de la máquina se encontraba una mujer, pasajera, con dos hijos suyos de nueve y diez años, y otro, de pecho. Toda esta familia había sufrido quemaduras. Y no eran estos solos los heridos.

Los gritos de dolor de las víctimas se confundían con las voces de los tripulantes que, algo repuestos de la terrible impresión primera, comenzaban a auxiliar a los heridos.

Ese conjunto de ayes y voces confusas deprimían notablemente los ánimos de los más serenos. Al otro lado de la cubierta, se encontraban varios lesionados.

En el interior de la máquina yacía, completamente carbonizado, el segundo fogonero, Manuel Ferrer.

Traslado de los heridos.

Así las cosas, el piloto segundo dispuso atracar el buque para poder trasladar a tierra a los heridos y prestarles, con la prontitud mayor posible los auxilios necesarios.

Por teléfono, se llamó desde la fábrica de Macdougall (la fábrica de loza), a la Casa Ibarra, comunicando las primeras noticias del siniestro. D. Tomás Ibarra marchó inmediatamente en automóvil a San Juan de Aznalfarache (recordemos que, en 1912, aun no se había cambiado el cauce del Guadalquivir, y había comunicación por tierra entre Triana y San Juan de Aznalfarache). Siguieron el mismo camino otros carruajes, dispuestos para recoger y trasladar a los heridos.

El vecindario de San Juan de Aznalfarache, al tener noticia del siniestro ocurrido en el Cabo Roca, acudió en masa al desembarcadero, no sólo movido por la curiosidad, sino dispuesto a prestar los auxilios que las circunstancias exigiesen.

Con las naturales precauciones, han sido trasladados los heridos, trayéndoles a la casa de socorro del barrio de Triana, de la capital.

Al enterarse este vecindario de la llegada de los heridos, ha llenado los alrededores de la casa de socorro mencionada, en la que los médicos Sres. Díaz Morquecho y Sánchez Carrasco, y el personal auxiliar, se han multiplicado para mejor practicar las primeras curas.

A las dependencias de la compañía.

Una vez curados los heridos en la casa de socorro del barrio de Triana, D. Tomás Ibarra ha dispuesto que fuesen trasladados a las dependencias de la compañía, situadas en la calle del Carbón donde, con toda diligencia, había sido habilitado el alojamiento.

De la casa de socorro a la calle del Carbón han sido llevados los heridos en camillas, facilitadas por la Cruz Roja.

La mujer a la que me he referido en despachos anteriores y sus hijos no han sido llevados a las dependencias de la compañía, sino al hospital.

Los heridos.

He aquí la lista de los lesionados, a consecuencia de la explosión de la caldera del Cabo Roca:

-José Uriarte Portacao, palero, de 25 años de edad, natural de Álava.

-Vicente Uriarte, hermano del anterior, natural de Vizcaya.

-Mercedes Carrasco Cordero, de 32 años, domiciliada en Sevilla, en la calle Patricio Sáenz.

-Remigio Garay, cocinero, natural de Vizcaya.

-Antonio Lope Carrasco, hizo de Mercedes.

-Otro hijo de esta, de un año, llamado José.

-El segundo maquinista.

-Y José Martínez Verala, maquinista, natural de Bilbao.

De ellos, los más presentan quemaduras gravísimas. Sólo el palero José Uriarte Portacao tiene lesiones leves.

Diligencias.

Mientras se procedía en la casa de socorro a la cura de los heridos, han marchado a San Juan de Aznalfarache las autoridades de Marina, para instruir las oportunas diligencias.

El cadáver del fogonero.

El cadáver del fogonero Manuel Ferrer ha sido sacado del departamento de la máquina y colocado sobre la cubierta de la bodega, tapándole con un toldo y poniendo junto a él un farolillo rojo.

Sus compañeros de tripulación, hondamente conmovidos, permanecían silenciosos junto al cadáver.

El Cabo Roca, en Sevilla.

Realizadas las diligencias primeras, las autoridades de Marina han dado la autorización necesaria para que el Cabo Roca continuara su viaje hasta Sevilla.

A este fin, ha sido auxiliado por los remolcadores de la Junta de Obras del Puerto.

El Cabo Roca ha fondeado junto a la Torre del Oro.

Ya la noticia del siniestro había circulado con rapidez por la población, y un gentío inmenso ha invadido el muelle, comentando lo sucedido.

La causa del siniestro.

Hasta ahora, se desconoce la causa de la explosión de la caldera del Cabo Roca.

El Juzgado de Marina instruye las diligencias con plausible actividad, pero guarda impenetrable reserva, sobre todo, en cuanto se refiere a ese punto concreto, tan delicado.

Al Hospital Provincial.

Los heridos a consecuencia de la explosión de la caldera del Cabo Roca han sido llevados, según se ha dicho anteriormente, a las dependencias de la Compañía naviera, en la calle del Carbón.

Más tarde, considerando las autoridades que podrían estar mejor asistidos en el Hospital Provincial, se ha dispuesto la traslación a dicho establecimiento benéfico. Para ello han sido utilizadas nuevamente las camillas de la Cruz Roja.

La conducción ha impresionado profundamente al público, que comentaba la serie de desgracias que, desde ayer, aflige a esta población.

Muerte del palero.

A poco de ingresar en el hospital, ha dejado de existir el palero José Uriarte.


Las otras noticias publicadas en ese día aportan algunos detalles nuevos para este suceso, por lo cual también las compartimos…

“El Cantábrico”, 15 de julio de 1912.

Dicen de Sevilla que, a última hora de la tarde, cuando el vapor Cabo Roca salía del puerto, al pasar frente a Punta Verde, estalló la caldera, por rotura de unos tubos, precipitándose chorros de agua hirviendo en la cubierta del buque.

El capitán, que se hallaba en el puente en el momento de la explosión, bajó corriendo a cubierta, fracturándose una pierna.

El práctico trató de escalar un palo para librarse del vapor (del agua de la caldera), pero cayó en medio.

En un punto inmediato, adonde estallaron los tubos, se hallaba una mujer con un niño pecho y otros dos de ocho y diez años. Recibió una gran cantidad de agua hirviendo, sufriendo gravísimas quemaduras.

En la máquina, quedó carbonizado el fogonero Manuel Ferrer.

Desde Aznalfarache, donde atracó el barco, se trasladó a los heridos a la casa de socorro (de Triana).

Lo están de gravedad el segundo maquinista, José Martínez, y el palero, José Uriarte, y leve, Vicente Uriarte.

La mujer Mercedes Carrasco y sus tres hijos fueron trasladados, en gravísimo estado, al Hospital Central, donde falleció la mujer.

El barco se trajo a Sevilla, remolcado por un vaporcillo de la Junta de Obras del Puerto.

El cadáver del fogonero se trasladó al depósito.

 

“El Correo de Cádiz” (edición de la noche), 15 de julio.

Ayer tarde, ocurrió un triste y lamentable accidente, por todos los conceptos, en el río Guadalquivir, que tuvo como resultado un muerto y seis heridos.

Próximo a San Juan de Aznalfarache y navegando hacia Sevilla, venía el vapor de la Compañía Ibarra: Cabo Roca.

Por efecto de una ligera rotura en la caldera, el buque dio fondo en San Juan de Aznalfarache.

La catástrofe ocurrió por el efecto de haber fallado la válvula de la caldera, produciéndose una formidable salida de vapor.

Esto motivó que surgiera la terrible explosión, que ocasionó varias víctimas, resultando un muerto.

 

“El Debate”, 15 de julio.

A bordo del crucero Cabo Roca ha ocurrido una catástrofe: una de las calderas del barco hizo explosión, hiriendo a varios hombres de la tripulación. Uno de los fogoneros del Cabo Roca resultó muerto; se dice que hay muchos heridos.

Casi todos los lesionados, a consecuencia de la explosión del Cabo Roca, sufren gravísimas quemaduras. Sólo uno de ellos está levemente herido.

Apenas se recibieron noticias de la catástrofe, marcharon al lugar del suceso el comandante del puerto, el Juzgado de Marina, el armador Sr. Ibarra y numeroso personal y material de la Cruz Roja.

Los heridos fueron llevados en lanchas hasta el embarcadero de San Juan de Aznalfarache y, desde este punto, fueron transportados, en carruajes enviados por el señor Ibarra, a la casa de socorro de Triana, donde se les hizo la primera cura. Los más graves pasaron al hospital.

El pueblo lamenta mucho este accidente. Después de desembarcados los heridos, el Cabo Roca fue remolcado al puerto por el remolcador Reina Victoria.

Junto a la caldera, y alumbrado por la luz indecisa de un farol, se halla el cadáver del infeliz fogonero, rodeado de sus compañeros de la tripulación.

Telegrama oficial (último párrafo de este artículo en "El Debate"): En San Juan de Aznalfarache ha reventado la caldera del vapor Cabo Roca, resultando dos muertos y varios heridos.


“Diario de la Marina, periódico independiente”, 15 de julio.

A última hora de la tarde, cuando el vapor Cabo Roca, conducido por el práctico, abandonaba este puerto (Sevilla), óyose una formidable detonación, producida a bordo de este buque.

Inmediatamente, se reunión en los muelles una multitud inmensa, ávida de conocer los efectos de la explosión, lo que no fue posible averiguar hasta que el barco atracó en San Juan de Aznalfarache.

La explosión se produjo al pasar el buque frente a Punta Verde. Los chorros de agua hirviendo, que se escapaban violentamente de la caldera, barrían por completo la cubierta del buque, causando la natural confusión entre pasajeros y tripulantes.

Nadie acertaba, en los primeros momentos, a adoptar las medidas necesarias para evitar que el accidente adquiriese mayor importancia. Eran varias las víctimas causadas por la explosión, pero nadie acudía en su auxilio.

El capitán, que se hallaba en el puente en el momento de la explosión, se arrojó sobre cubierta y se fracturó una pierna; el práctico, que conducía el buque, trató de escalar uno de los palos, con objeto de librarse de los efectos del vapor, e igualmente, cayó sobre la cubierta. El cuadro era verdaderamente espantoso. En confuso montón, veíanse, junto al palo mayor, una mujer con un niño de pecho y otros dos, de ocho a diez años. La desdichada hallábase más próxima al sitio donde estallaron los tubos y recibió sobre su cuerpo tal cantidad de agua hirviendo que, tanto ella como sus hijos, recibieron gravísimas quemaduras.

En el departamento de máquinas, quedó totalmente carbonizado el segundo fogonero Manuel Ferrer.

La casa consignataria, que recibió inmediatamente aviso de las desgracias ocurridas, envió a San Juan de Aznalfarache varios coches y automóviles, con objeto de traer a Sevilla a los heridos.

Estos fueron trasladados a la casa de socorro de Triana, donde los médicos curaron, de diversas heridas y quemaduras, a José Martínez, segundo maquinista; José Uriarte, palero, y Vicente Uriarte. Las lesiones de primero y último son muy graves; el segundo es leve.

En una camilla de la Cruz Roja fueron conducidos Mercedes Carrasco y sus tres hijos al Hospital Central. Los cuatro se encuentran en estado gravísimo.

Uno de los heridos falleció a los pocos momentos de practicársele la cura. Los heridos menos graves han quedado alojados en un establecimiento cercano a la Torre del Oro.

El fogonero fallecido llevaba bastante tiempo navegando en los barcos de la Compañía Ibarra.

Exteriormente, el buque no presente ni más ligera avería. Ha sido remolcado a este puerto y quedó atracado junto a la Torre del Oro. Su capitán se llama D. Joaquín Ruiz Salas.

Por la Comandancia de Marina se instruyen, con gran actividad, diligencias en esclarecimiento de lo sucedido. Sobre las causas del accidente circulan diversas versiones, atribuyéndose, generalmente, a la falta de agua en la caldera. Otros dicen que el tubo que estalló estaba picado.

Imagen del buque, que se publicó en "La Hormiga de Oro", el día 27, con la Giralda en el lado derecho de la fotografía.

“El Diluvio, diario republicano”, el 15 de julio, en una nota menos extensa que las anteriores, incide en que murieron: el fogonero, totalmente achicharrado; la mujer y sus tres hijos pequeños, por la cantidad de agua hirviente que les produjo múltiples quemaduras.

“Gaceta del Sur”, el 15 de julio, en un breve aviso en su primera página, indica que el suceso ocurrió frente al embarcadero de San Juan de Aznalfarache y que murieron el fogonero y hubo nueve personas heridas.

“El Día de Palencia, diario independiente de gran información de Castilla y defensor de los intereses morales y materiales de esta provincia”, el 15 de julio, en un brevísimo mensaje, informaba de la terrible explosión, con la muerte del fogonero Ferrer y otros dos empleados del buque, además de nueve heridos, entre ellos, una mujer.

“Las Provincias, diario de Valencia”, el 15 de julio, en cinco líneas, sólo transmite que hay tres heridos graves.

“Diario de la Marina” (edición de la mañana), del día 16 de julio, en su primera página aparece:

Frente a Aznalfarache, lugar situado a media legua de Sevilla, a la margen derecha del Guadalquivir, hizo explosión el tubo de la caldera del vapor Cabo Roca.

La detonación fue espantosa y produjo en el lugar terrible pánico. La confusión a bordo fue tremenda.

El chorro de agua hirviente que saltó, barrió completamente la cubierta y abrasó a las personas que halló a su paso.

A causa de esta explosión, perecieron dos fogoneros apellidados Ferrer, uno, e Iriarte, otro. Y murieron, asimismo, la pasajera Mercedes Carrasco y dos hijitos suyos.

El capitán, señor Ruiz Salas, el segundo maquinista y el cocinero, resultaron con graves quemaduras.

Fueron recogidos en varios automóviles y trasladados con toda rapidez al hospital de Sevilla. El Juzgado de Marina instruye diligencias, para aclarar la causa del suceso.

“Las Provincias, diario de Valencia”, 16 de julio, junto a varios de los hechos ya narrados de este suceso, destaca en esta publicación la indicación de que murieron el capitán del buque, D. Joaquín Ruiz Salas y el cocinero Remigio Garay.

“El Radical, diario republicano”, 16 de julio:

Despachos de Sevilla dan cuenta de una horrible desgracia ocurrida a última hora de ayer en el puerto de San Juan de Aznalfarache.

Por causas que se ignoran, se produjo una explosión en la caldera del vapor Cabo Roca, surto en aquel puerto.

El suceso llevó el pánico a cuantos se hallaban a bordo del mencionado barco.

Al apercibirse de la explosión, el capitán, don Joaquín Ruiz Salas, se arrolló desde el puente, fracturándose una pierna.

Aunque las primeras noticias son diferentes, se sabe que ha habido varias víctimas. Se esperan con impaciencia pormenores.

En el texto que aparece en el “Correo de Mallorca, periódico católico”, del 18 de julio, se insiste en las gravísimas quemaduras de todos los lesionados, menos uno que está leve. También menciona que el pueblo, a cuyo embarcadero fueron los heridos llevados en lanchas, lamenta mucho el accidente.

“La Crónica Meridional, diario liberal independiente y de intereses generales”, con edición en Almería, el 18 de julio, realiza un amplio relato del suceso, entre sus páginas 1 y 2, debido a que el buque y sus tripulantes eran muy conocidos en su puerto. Se enumeran, la mayoría con sus nombres, al fogonero y al palero fallecidos y ocho heridos. También se aclara que el Cabo Roca llegó al puerto de Sevilla, mandado por el primer maquinista y haciendo uso de otra caldera.

“La Voz de Menorca, diario republicano”, el 19 de julio, también cuenta muchos de los detalles ya enumerados, señalando que la mujer y sus hijos murieron tras estos hechos, por el agua hirviente, aparte de la muerte del fogonero en el departamento de máquinas.

La publicación “La Hormiga de Oro, ilustración católica”, de 27 de julio, además de la foto del buque Cabo Roca, de nuevo en el puerto de Sevilla, aclara que, según las informaciones posteriores al día del suceso, fueron cuatro los fallecidos en total.

NOTA DE LA ADMINISTRACIÓN DE ESTE BLOG: Por ahora, desconocemos los resultados de las investigaciones del Juzgado de Marina y si hubo algún juicio posterior a quienes consideraran como responsables de los hechos.

Robo de 50 pesetas en San Juan de Aznalfarache, julio de 1893

Imagen realizada con inteligencia artificial. “El Noticiero Sevillano, diario independiente de noticias, avisos y anuncios”, Sevilla. Sábado...