Primera página del diario "La Correspondencia de España", de 15 de julio de 1912. Las columnas 1 y 2 están dedicadas al desastre que comunicamos a continuación.
“La
Correspondencia de España” (edición de la mañana), 15 de julio de 1912.
En
este momento (ocho menos cuarto de la noche del domingo), me comunican que, en
San Juan de Aznalfarache, ha hecho explosión la caldera de un buque de la
Compañía Ibarra.
Según
estos primeros informes, el accidente reviste verdadera importancia.
La
explosión ha producido un muerto y varios heridos.
Me
apresuro a pedir detalles.
El momento de la
explosión.
Recibo
amplios detalles del siniestro ocurrido a bordo del vapor Cabo Roca, de la
Compañía Vasco Andaluza de Vapores.
Este
buque navegaba con rumbo a Sevilla. Al llegar a San Juan de Aznalfarache, se
produjo la explosión. La motivó la rotura de un tubo de la caldera. Prodújose
un violento escape de vapor, que barrió la cubierta del buque. Es
indescriptible la confusión que se produjo a bordo.
Los
tripulantes corrían de un lado para otro, sin acertar, en los primeros
instantes, a adoptar medidas en auxilio de las víctimas de la explosión.
Terrible cuadro.
El
capitán del buque se arrojó desde el puente, al darse cuenta de lo que ocurría.
Al caer, se rompió una pierna.
El
práctico que conducía el Cabo Roca trató de escalar el palo, para librarse de
los efectos del vapor que barría la cubierta.
Muy
cerca de la máquina se encontraba una mujer, pasajera, con dos hijos suyos de
nueve y diez años, y otro, de pecho. Toda esta familia había sufrido
quemaduras. Y no eran estos solos los heridos.
Los
gritos de dolor de las víctimas se confundían con las voces de los tripulantes
que, algo repuestos de la terrible impresión primera, comenzaban a auxiliar a
los heridos.
Ese
conjunto de ayes y voces confusas deprimían notablemente los ánimos de los más
serenos. Al otro lado de la cubierta, se encontraban varios lesionados.
En
el interior de la máquina yacía, completamente carbonizado, el segundo
fogonero, Manuel Ferrer.
Traslado de los
heridos.
Así
las cosas, el piloto segundo dispuso atracar el buque para poder trasladar a
tierra a los heridos y prestarles, con la prontitud mayor posible los auxilios
necesarios.
Por
teléfono, se llamó desde la fábrica de Macdougall (la fábrica de loza), a la Casa Ibarra, comunicando las primeras
noticias del siniestro. D. Tomás Ibarra marchó inmediatamente en automóvil a
San Juan de Aznalfarache (recordemos que,
en 1912, aun no se había cambiado el cauce del Guadalquivir, y había
comunicación por tierra entre Triana y San Juan de Aznalfarache). Siguieron
el mismo camino otros carruajes, dispuestos para recoger y trasladar a los
heridos.
El
vecindario de San Juan de Aznalfarache, al tener noticia del siniestro ocurrido
en el Cabo Roca, acudió en masa al desembarcadero, no sólo movido por la
curiosidad, sino dispuesto a prestar los auxilios que las circunstancias
exigiesen.
Con
las naturales precauciones, han sido trasladados los heridos, trayéndoles a la
casa de socorro del barrio de Triana, de la capital.
Al
enterarse este vecindario de la llegada de los heridos, ha llenado los
alrededores de la casa de socorro mencionada, en la que los médicos Sres. Díaz
Morquecho y Sánchez Carrasco, y el personal auxiliar, se han multiplicado para
mejor practicar las primeras curas.
A las dependencias
de la compañía.
Una
vez curados los heridos en la casa de socorro del barrio de Triana, D. Tomás
Ibarra ha dispuesto que fuesen trasladados a las dependencias de la compañía,
situadas en la calle del Carbón donde, con toda diligencia, había sido
habilitado el alojamiento.
De
la casa de socorro a la calle del Carbón han sido llevados los heridos en
camillas, facilitadas por la Cruz Roja.
La
mujer a la que me he referido en despachos anteriores y sus hijos no han sido
llevados a las dependencias de la compañía, sino al hospital.
Los heridos.
He
aquí la lista de los lesionados, a consecuencia de la explosión de la caldera
del Cabo Roca:
-José
Uriarte Portacao, palero, de 25 años de edad, natural de Álava.
-Vicente
Uriarte, hermano del anterior, natural de Vizcaya.
-Mercedes
Carrasco Cordero, de 32 años, domiciliada en Sevilla, en la calle Patricio
Sáenz.
-Remigio
Garay, cocinero, natural de Vizcaya.
-Antonio
Lope Carrasco, hizo de Mercedes.
-Otro
hijo de esta, de un año, llamado José.
-El
segundo maquinista.
-Y
José Martínez Verala, maquinista, natural de Bilbao.
De
ellos, los más presentan quemaduras gravísimas. Sólo el palero José Uriarte
Portacao tiene lesiones leves.
Diligencias.
Mientras
se procedía en la casa de socorro a la cura de los heridos, han marchado a San
Juan de Aznalfarache las autoridades de Marina, para instruir las oportunas
diligencias.
El cadáver del
fogonero.
El
cadáver del fogonero Manuel Ferrer ha sido sacado del departamento de la
máquina y colocado sobre la cubierta de la bodega, tapándole con un toldo y
poniendo junto a él un farolillo rojo.
Sus
compañeros de tripulación, hondamente conmovidos, permanecían silenciosos junto
al cadáver.
El Cabo Roca, en
Sevilla.
Realizadas
las diligencias primeras, las autoridades de Marina han dado la autorización
necesaria para que el Cabo Roca continuara su viaje hasta Sevilla.
A
este fin, ha sido auxiliado por los remolcadores de la Junta de Obras del
Puerto.
El
Cabo Roca ha fondeado junto a la Torre del Oro.
Ya
la noticia del siniestro había circulado con rapidez por la población, y un
gentío inmenso ha invadido el muelle, comentando lo sucedido.
La causa del
siniestro.
Hasta
ahora, se desconoce la causa de la explosión de la caldera del Cabo Roca.
El
Juzgado de Marina instruye las diligencias con plausible actividad, pero guarda
impenetrable reserva, sobre todo, en cuanto se refiere a ese punto concreto,
tan delicado.
Al Hospital
Provincial.
Los
heridos a consecuencia de la explosión de la caldera del Cabo Roca han sido
llevados, según se ha dicho anteriormente, a las dependencias de la Compañía
naviera, en la calle del Carbón.
Más
tarde, considerando las autoridades que podrían estar mejor asistidos en el
Hospital Provincial, se ha dispuesto la traslación a dicho establecimiento
benéfico. Para ello han sido utilizadas nuevamente las camillas de la Cruz
Roja.
La
conducción ha impresionado profundamente al público, que comentaba la serie de
desgracias que, desde ayer, aflige a esta población.
Muerte del palero.
A
poco de ingresar en el hospital, ha dejado de existir el palero José Uriarte.
Las otras noticias
publicadas en ese día aportan algunos detalles nuevos para este suceso, por lo
cual también las compartimos…
“El
Cantábrico”, 15 de julio de 1912.
Dicen
de Sevilla que, a última hora de la tarde, cuando el vapor Cabo Roca salía del
puerto, al pasar frente a Punta Verde, estalló la caldera, por rotura de unos
tubos, precipitándose chorros de agua hirviendo en la cubierta del buque.
El
capitán, que se hallaba en el puente en el momento de la explosión, bajó
corriendo a cubierta, fracturándose una pierna.
El
práctico trató de escalar un palo para librarse del vapor (del agua de la caldera), pero cayó en medio.
En
un punto inmediato, adonde estallaron los tubos, se hallaba una mujer con un
niño pecho y otros dos de ocho y diez años. Recibió una gran cantidad de agua
hirviendo, sufriendo gravísimas quemaduras.
En
la máquina, quedó carbonizado el fogonero Manuel Ferrer.
Desde
Aznalfarache, donde atracó el barco, se trasladó a los heridos a la casa de
socorro (de Triana).
Lo
están de gravedad el segundo maquinista, José Martínez, y el palero, José
Uriarte, y leve, Vicente Uriarte.
La
mujer Mercedes Carrasco y sus tres hijos fueron trasladados, en gravísimo
estado, al Hospital Central, donde falleció la mujer.
El
barco se trajo a Sevilla, remolcado por un vaporcillo de la Junta de Obras del
Puerto.
El
cadáver del fogonero se trasladó al depósito.
“El
Correo de Cádiz” (edición de la noche), 15 de julio.
Ayer
tarde, ocurrió un triste y lamentable accidente, por todos los conceptos, en el
río Guadalquivir, que tuvo como resultado un muerto y seis heridos.
Próximo
a San Juan de Aznalfarache y navegando hacia Sevilla, venía el vapor de la
Compañía Ibarra: Cabo Roca.
Por
efecto de una ligera rotura en la caldera, el buque dio fondo en San Juan de
Aznalfarache.
La
catástrofe ocurrió por el efecto de haber fallado la válvula de la caldera,
produciéndose una formidable salida de vapor.
Esto
motivó que surgiera la terrible explosión, que ocasionó varias víctimas,
resultando un muerto.
“El
Debate”, 15 de julio.
A
bordo del crucero Cabo Roca ha ocurrido una catástrofe: una de las calderas del
barco hizo explosión, hiriendo a varios hombres de la tripulación. Uno de los
fogoneros del Cabo Roca resultó muerto; se dice que hay muchos heridos.
Casi
todos los lesionados, a consecuencia de la explosión del Cabo Roca, sufren
gravísimas quemaduras. Sólo uno de ellos está levemente herido.
Apenas
se recibieron noticias de la catástrofe, marcharon al lugar del suceso el
comandante del puerto, el Juzgado de Marina, el armador Sr. Ibarra y numeroso
personal y material de la Cruz Roja.
Los
heridos fueron llevados en lanchas hasta el embarcadero de San Juan de
Aznalfarache y, desde este punto, fueron transportados, en carruajes enviados
por el señor Ibarra, a la casa de socorro de Triana, donde se les hizo la
primera cura. Los más graves pasaron al hospital.
El
pueblo lamenta mucho este accidente. Después de desembarcados los heridos, el
Cabo Roca fue remolcado al puerto por el remolcador Reina Victoria.
Junto
a la caldera, y alumbrado por la luz indecisa de un farol, se halla el cadáver
del infeliz fogonero, rodeado de sus compañeros de la tripulación.
Telegrama oficial (último párrafo de este artículo en "El Debate"): En San Juan de Aznalfarache
ha reventado la caldera del vapor Cabo Roca, resultando dos muertos y varios
heridos.
“Diario
de la Marina, periódico independiente”, 15 de julio.
A
última hora de la tarde, cuando el vapor Cabo Roca, conducido por el práctico,
abandonaba este puerto (Sevilla), óyose una formidable detonación, producida a
bordo de este buque.
Inmediatamente,
se reunión en los muelles una multitud inmensa, ávida de conocer los efectos de
la explosión, lo que no fue posible averiguar hasta que el barco atracó en San
Juan de Aznalfarache.
La
explosión se produjo al pasar el buque frente a Punta Verde. Los chorros de
agua hirviendo, que se escapaban violentamente de la caldera, barrían por
completo la cubierta del buque, causando la natural confusión entre pasajeros y
tripulantes.
Nadie
acertaba, en los primeros momentos, a adoptar las medidas necesarias para
evitar que el accidente adquiriese mayor importancia. Eran varias las víctimas
causadas por la explosión, pero nadie acudía en su auxilio.
El
capitán, que se hallaba en el puente en el momento de la explosión, se arrojó
sobre cubierta y se fracturó una pierna; el práctico, que conducía el buque,
trató de escalar uno de los palos, con objeto de librarse de los efectos del
vapor, e igualmente, cayó sobre la cubierta. El cuadro era verdaderamente
espantoso. En confuso montón, veíanse, junto al palo mayor, una mujer con un
niño de pecho y otros dos, de ocho a diez años. La desdichada hallábase más
próxima al sitio donde estallaron los tubos y recibió sobre su cuerpo tal
cantidad de agua hirviendo que, tanto ella como sus hijos, recibieron
gravísimas quemaduras.
En
el departamento de máquinas, quedó totalmente carbonizado el segundo fogonero
Manuel Ferrer.
La
casa consignataria, que recibió inmediatamente aviso de las desgracias
ocurridas, envió a San Juan de Aznalfarache varios coches y automóviles, con
objeto de traer a Sevilla a los heridos.
Estos
fueron trasladados a la casa de socorro de Triana, donde los médicos curaron,
de diversas heridas y quemaduras, a José Martínez, segundo maquinista; José
Uriarte, palero, y Vicente Uriarte. Las lesiones de primero y último son muy
graves; el segundo es leve.
En
una camilla de la Cruz Roja fueron conducidos Mercedes Carrasco y sus tres
hijos al Hospital Central. Los cuatro se encuentran en estado gravísimo.
Uno
de los heridos falleció a los pocos momentos de practicársele la cura. Los
heridos menos graves han quedado alojados en un establecimiento cercano a la
Torre del Oro.
El
fogonero fallecido llevaba bastante tiempo navegando en los barcos de la
Compañía Ibarra.
Exteriormente,
el buque no presente ni más ligera avería. Ha sido remolcado a este puerto y
quedó atracado junto a la Torre del Oro. Su capitán se llama D. Joaquín Ruiz
Salas.
Por
la Comandancia de Marina se instruyen, con gran actividad, diligencias en
esclarecimiento de lo sucedido. Sobre las causas del accidente circulan
diversas versiones, atribuyéndose, generalmente, a la falta de agua en la
caldera. Otros dicen que el tubo que estalló estaba picado.
Imagen del buque, que se publicó en "La Hormiga de Oro", el día 27, con la Giralda en el lado derecho de la fotografía.
“El
Diluvio, diario republicano”, el 15 de julio, en una nota menos extensa que las
anteriores, incide en que murieron: el fogonero, totalmente achicharrado; la
mujer y sus tres hijos pequeños, por la cantidad de agua hirviente que les
produjo múltiples quemaduras.
“Gaceta
del Sur”, el 15 de julio, en un breve aviso en su primera página, indica que el
suceso ocurrió frente al embarcadero de San Juan de Aznalfarache y que murieron
el fogonero y hubo nueve personas heridas.
“El
Día de Palencia, diario independiente de gran información de Castilla y
defensor de los intereses morales y materiales de esta provincia”, el 15 de
julio, en un brevísimo mensaje, informaba de la terrible explosión, con la
muerte del fogonero Ferrer y otros dos empleados del buque, además de nueve
heridos, entre ellos, una mujer.
“Las
Provincias, diario de Valencia”, el 15 de julio, en cinco líneas, sólo
transmite que hay tres heridos graves.
“Diario
de la Marina” (edición de la mañana), del día 16 de julio, en su primera página
aparece:
Frente
a Aznalfarache, lugar situado a media legua de Sevilla, a la margen derecha del
Guadalquivir, hizo explosión el tubo de la caldera del vapor Cabo Roca.
La
detonación fue espantosa y produjo en el lugar terrible pánico. La confusión a
bordo fue tremenda.
El
chorro de agua hirviente que saltó, barrió completamente la cubierta y abrasó a
las personas que halló a su paso.
A
causa de esta explosión, perecieron dos fogoneros apellidados Ferrer, uno, e
Iriarte, otro. Y murieron, asimismo, la pasajera Mercedes Carrasco y dos
hijitos suyos.
El
capitán, señor Ruiz Salas, el segundo maquinista y el cocinero, resultaron con
graves quemaduras.
Fueron
recogidos en varios automóviles y trasladados con toda rapidez al hospital de
Sevilla. El Juzgado de Marina instruye diligencias, para aclarar la causa del
suceso.
“Las
Provincias, diario de Valencia”, 16 de julio, junto a varios de los hechos ya
narrados de este suceso, destaca en esta publicación la indicación de que
murieron el capitán del buque, D. Joaquín Ruiz Salas y el cocinero Remigio
Garay.
“El
Radical, diario republicano”, 16 de julio:
Despachos
de Sevilla dan cuenta de una horrible desgracia ocurrida a última hora de ayer
en el puerto de San Juan de Aznalfarache.
Por
causas que se ignoran, se produjo una explosión en la caldera del vapor Cabo
Roca, surto en aquel puerto.
El
suceso llevó el pánico a cuantos se hallaban a bordo del mencionado barco.
Al
apercibirse de la explosión, el capitán, don Joaquín Ruiz Salas, se arrolló
desde el puente, fracturándose una pierna.
Aunque
las primeras noticias son diferentes, se sabe que ha habido varias víctimas. Se
esperan con impaciencia pormenores.
En
el texto que aparece en el “Correo de Mallorca, periódico católico”, del 18 de
julio, se insiste en las gravísimas quemaduras de todos los lesionados, menos
uno que está leve. También menciona que el pueblo, a cuyo embarcadero fueron
los heridos llevados en lanchas, lamenta mucho el accidente.
“La
Crónica Meridional, diario liberal independiente y de intereses generales”, con
edición en Almería, el 18 de julio, realiza un amplio relato del suceso, entre
sus páginas 1 y 2, debido a que el buque y sus tripulantes eran muy conocidos
en su puerto. Se enumeran, la mayoría con sus nombres, al fogonero y al palero
fallecidos y ocho heridos. También se aclara que el Cabo Roca llegó al puerto
de Sevilla, mandado por el primer maquinista y haciendo uso de otra caldera.
“La
Voz de Menorca, diario republicano”, el 19 de julio, también cuenta muchos de
los detalles ya enumerados, señalando que la mujer y sus hijos murieron tras
estos hechos, por el agua hirviente, aparte de la muerte del fogonero en el
departamento de máquinas.
La
publicación “La Hormiga de Oro, ilustración católica”, de 27 de julio, además de la foto del
buque Cabo Roca, de nuevo en el puerto de Sevilla, aclara que, según las
informaciones posteriores al día del suceso, fueron cuatro los fallecidos en
total.
NOTA DE LA ADMINISTRACIÓN DE ESTE BLOG: Por ahora,
desconocemos los resultados de las investigaciones del Juzgado de Marina y si
hubo algún juicio posterior a quienes consideraran como responsables de los
hechos.