San Juan de Aznalfarache andalusí (I parte): Hisn al-Zahir: La fortaleza taifa o alcazaba inicial, entre los años 768 y 1182 (siglo VIII a XII).
Antes
que Hisn al-Faray, fortaleza almohade muy reconocida y reconocible en el
término municipal de San Juan de Aznalfarache, por las murallas aún existentes
en torno al cerro más cercano a la ciudad de Sevilla, hay varios autores,
investigadores e historiadores, que indican que hubo otra edificación previa,
vinculada a los tiempos de los califatos y de los reinos de taifas, entre el
siglo VIII y principios de la segunda mitad del siglo XI. Veamos, a
continuación, algunas narraciones sobre aquellos tiempos, vinculados a esta
localidad.
Partimos
de la base de que la fortaleza de Osset, que procede de tiempos turdetanos, fue
destruida por el rey Leovigildo en el año 583, tanto por las crónicas que así lo señalan,
como porque los arqueólogos no han descubierto restos significativos que puedan
datar como procedentes del siglo VII, lo cual incidiría en el abandono del
lugar, al menos, como espacio defensivo. Si bien Osset pudiera haber seguido
estando habitada, perdió la relevancia que tuvo en los siglos anteriores como
asentamiento humano, urbe romana o edificación visigoda.
El
siguiente relato tras su destrucción, lo encontramos en el siglo VIII, época
musulmana para la Península Ibérica. En el año 768, nuevamente el cerro de San
Juan de Aznalfarache, como atalaya estratégica, es el centro de una batalla
sangrienta.
El
historiador Lafuente Alcántara narra que el caudillo Abdel Gafir, walí de Mequinez
(Meknasah), que se jactaba de ser descendiente
de Fátima, la hija del Profeta, ocupó el término de San Juan de Aznalfarache y
esperó allí a las tropas de su enemigo Abd-el-Melek ben Omar, conocido en las
crónicas de la época como Marsilio.
Cuando
este último entró en las instalaciones sobre la cima (lo que existiese de Osset en aquella época), una lluvia de venablos
y de saetas, lanzadas desde las ventanas y posiciones estratégicas, diezmó sus
filas y sus mejores oficiales pagaron con su vida tan temerario arrojo, siendo
también gravemente herido el propio Marsilio.
El historiador y escritor árabe Ibn Ahmad, en el
siglo X, señala que al-Zahir fue el palacio preferido del rey de taifas
al-Mutadid (1015-1069), el segundo rey de la taifa de Ishbiliya
(Sevilla, la capital), el más importante de su dinastía y el más poderoso de
todos los gobernantes de las taifas, quien primero se ocupa de grandes
menesteres de la construcción, y que
este lugar estaba situado en la orilla derecha del río Guadalquivir. Su
nombre, Qasr al-Zahir, significa “palacio resplandeciente”, aunque es conocido
también por Hisn al-Zahir, a modo de palacio, con funciones castrenses y puramente
placenteras.
Tuvo
que ser el rey de taifas al-Mutadid, quien creó un alcázar rodeado de alamedas
y olivares, que se llamaba Qasr al-Zahir o Hisn al-Zahir (Castillo Brillante),
situado al otro lado del río y que, además, era el último lugar antes de llegar
a Ishbiliya. Este lugar en la cima del cerro, tenía una misión doble:
castrense, por un lado y casa de placer, por otro.
Nos
señala Pineda Novo que “era este castillo el palacio de al-Mutamid (el hijo del anterior), debiendo
ser contado, a juicio de este, entre los lugares más hermosos y agradables. Era
uno de los que más amaba y apetecía, porque estaba dominando el río, daba vista
al palacio y porque estaba rodeado de árboles y olivos por todas partes. Estaba
construido con altas almenas y el suministro de aguas era por lluvia. Resultaba
ser un castillo inaccesible o difícil”.
Junto
a la descripción de la situación de al-Zahir, otra prueba de la existencia de
este lugar y de que se situara en el actual término municipal de San Juan de
Aznalfarache, sobre el cerro o atalaya más cercano a la ciudad de Sevilla, está
el texto que escribió el historiador Salih b. Sayyid (siglo XI o XII), con el
relato de la sublevación de lsmail, el hijo mayor de al-Mutamid y general de su
ejército, en 1063, estando el monarca en la alcazaba denominada Qasr o Hisn
al-Zahir.
La
última década de la vida de al-Mutadid fue bastante sombría: Tras ordenar a su
hijo y heredero, lsmail al-Mutamid, marchó de Sevilla para apoderarse de la
ciudad medio arruinada de Madinat al-Zahra (junto a Córdoba). Sin embargo y
después de que varios de sus más cercanos seguidores le habrían convencido de
que debería poseer su propia taifa, tras dos jornadas de marcha, regresó a
Sevilla y, estando el padre en el palacio-fortaleza de al-Zahir, la residencia
palaciega al otro lado del Guadalquivir, aprovechó la ausencia paterna, se
apoderó de noche de la alcazaba de Ishbiliya y de los tesoros encerrados en
ella, con los que, llevándose también a su madre y a las restantes mujeres del
harén paterno, marchó hacia Algeciras, después de hundir los barcos amarrados
en la alcazaba para que no pudieran llevar la noticia de lo ocurrido a Hisn al-
Zahir y perseguirles por el río.
A
pesar de la rebelión de Ismail al-Mutamid, ya que había colaborado con su padre
en las conquistas conduciendo ejércitos, cuando fue capturado y vuelto a traer
a Sevilla, fue perdonado, aunque se ordenó cortar la cabeza a quienes
instigaron la sublevación.
Cuando
se convirtió en el gobernante, el poético emir Muhammad ibn ‘Abbad
al-Mutamid se deleitaba en componer poemas, aspirando el aroma del arrayán y
del azahar, mientras contemplaba el asombroso paisaje que se divisaba
desde la cima del cerro en el término de San Juan de Aznalfarache, donde
se había construido ese Castillo Brillante o Hisn al-Zāhir. El Hisn
al-Zāhir de las crónicas musulmanas debía ser, en esa época, un qasr, o
sea, un palacio fortificado, en el que al-Mutamid organizaba sus recitales.
Hisn
al-Zahir habría sido construido sobre restos en los que se ve la labor romana,
e incluiría una torre con el aposento real, lugar en el que más tiempo pasaba
el rey, que tanto gozó de esta edificación, que tenía fama por su aspecto
elegante.
Al
estar este palacio y fortaleza de la orilla derecha del Guadalquivir algo
apartado de Sevilla y de Triana, como muestra el relato anterior, su natural
lugar de asentamiento era en la cima del cerro. El testimonio de ldrisi (o
al-Idrisi, cartógrafo y geógrafo musulmán del siglo XII), acaba de asegurar la
identidad de situación de Hisn al-Zahir e Hisn al-Faray, pues al describir la
ruta marítima de Cádiz a Sevilla, menciona a Hisn al-Zahir como la última
estación antes de llegar a la última ciudad.
Tras
el destierro de al-Mutamid, en el año 1091, que marchó junto con su amada
esclava y compañera Itimad Romaiquiya, el palacio Hisn al-Zahir pasaría a
quedar con pocas funciones o incluso abandonado. El rey de la taifa y
sobresaliente poeta sufrió mucho por la pérdida de este enclave, situado en
tierra tan fértil, que lo representó en sus piezas, lamentando también la
salida de las mujeres de allí.
Guerrero
Lovillo, catedrático de Historia del Arte, indica que, a comienzos del siglo
XII, a aquella edificación sobre la atalaya aún se la conoce por este nombre,
aunque por el abandono y la ruina, pasó al olvido.
El historiador musulmán Ibn Idari escribe en torno al año 1312, la obra “Kitāb al-bayān al-muġrib fī ājbār mulūk al-āndalus wa-l-maġrib” (“Libro de la increíble historia de los reyes de al-Ándalus y del Magreb”), también conocido como “El Bayán”, un importante texto de la historia del Magreb (Marruecos y Argelia), y la Península Ibérica (España y Portugal), en lengua árabe. Es tan importante que es tomado como fuente de información no registrada en otros sitios, e incluye extractos de otros antiguos libros perdidos.
En
“El Bayán” aparece escrito que, según
Salih b. Sayyid, el célebre monarca sevillano al-Mutamid alà Allah (1040-1095)
restauró las edificaciones sobre la atalaya entre los años 1079 y 1080, pero
que esta fortaleza y las demás del fértil Aljarafe fueron fuertemente
combatidas en la primavera de 1182, por tropas cristianas de portugueses, que
asaltaron primero Sanlúcar de Barrameda, para acabar retirándose por el camino
de Niebla. El Hisn al-Zahir (Castillo Brillante), estuvo asentado frente a la
alcazaba sevillana, tenía altas torres y perteneció a al-Mutamid.
El
ingeniero, arquitecto, arqueólogo y arabista español, D. Eduardo Saavedra
(1829-1912) estableció la identidad de Hisn al-Zahir y la posterior de Hisn
al-Faray, el San Juan de Aznalfarache actual: “así por su situación pintoresca al lado del río, como por su proximidad
a la capital, comprobada por un pasaje de lbn al-Abbar, quien al referir la
marcha de la hueste de lbn Qasi de Huelva por Niebla, Aznalcázar y Tejada a
Sevilla, dice que, apoderados de Hisn al-Zahir los rebeldes, divisaron desde
allí la tropa de almorávides que, contra ellos, salía de Triana”.
En
1147, los almohades conquistaron Ishbiliya (Sevilla), y bajo el mandato del
califa Abu Yusuf Yaqub al-Mansur y para asegurar la defensa de la capital de la
taifa, entre otras edificaciones defensivas, entre 1193 y 1195, sobre los
restos del palacio abbadí de Hisn al-Zahir, se construye la nueva fortaleza
Hisn al-Faray.
Enlaces relacionados:
Hisn al-Faray:
Arquitectura andalusí en San Juan de Aznalfarache:
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historia-hispanica.rah.es/biografias/31588-al-mutamid-ibn-abbad
musulmanesandaluces.org/hemeroteca/58/Aznalfarache.htm
wikipedia.org/wiki/Al-Bayan_al-Mughrib
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