Dentro
de la historia de Osset (nombre turdetano, romano y visigótico, que tuvo la
urbe asentada sobre el cerro más cercano a Sevilla de la actual San Juan de
Aznalfarache), vamos a hacer referencia a lo que se ha dicho por distintos
autores sobre la batalla que hubo en este lugar, entre el ejército del rey
visigodo arriano Leovigildo, y las tropas de su hijo primogénito, el príncipe converso
al catolicismo San Hermenegildo, proclamado regente por los suyos, que prefirió
ser torturado y asesinado antes que renegar de su fe y, por eso,
posteriormente, canonizado y considerado como mártir por la Iglesia.
No entraremos en la biografía de ambos, excepto que, resumidamente, indicamos que el rey arriano pretendía la unificación de España, con el apoyo de su fe arriana y que sus dos hijos, Hermenegildo y Recaredo, fueran los herederos de sus vastos territorios en la Península Ibérica. Mandó al primero a gobernar desde Sevilla, pero su esposa era católica y junto con la cercanía del obispo San Leandro, considerado como padre de la Iglesia, renegó de las creencias paternas, enfrentándose a él. Leovigildo querrá recuperar las tierras entregadas a su hijo por la fuerza, con un poderoso ejército (se calcula que compuesto por hasta 15000 soldados), que partió desde la ciudad de Toledo, reconquistando, urbe tras urbe, las tierras que se pusieron bajo el mandato del regente en la ciudad hispalense.
Hechos
históricos seguros sobre lo que ocurrió en Osset entre el rey Leovigildo y su
hijo, príncipe, pero proclamado rey de la Bética, Hermenegildo:
-
En muchas crónicas históricas, se señala que los habitantes de Osset eran fieles a Hermenegildo, algo que parece
lógico, siendo este quien gobernaba Sevilla y la cercanía entre ambas urbes.
-
Hubo batalla entre el ejército de
Leovigildo y el de Hermenegildo, en el término municipal de San Juan de
Aznalfarache (por entonces, “Osset”, castrum o castillo asentado en el
cerro), en la que el primero venció al
segundo, fuese antes o después de asediar Sevilla. Si como dicen muchas
fuentes, Leovigildo se estableció en Itálica, lo más probable, es que primero
cayera Osset y después, la ciudad hispalense.
-
Osset fue destruido por el ejército de
Leovigildo. La primera prueba de ello son las múltiples crónicas históricas
que así lo señalan, indicando que la fortaleza fue arrasada o quemada por
completo. Pero hay una segunda quizás aún más importante: los estudios
arqueológicos no encuentran restos de productos o monedas, posteriores al siglo
VI. Y Leovigildo estuvo aquí entre el año 583 o 584; lo más probable es que
Osset quedara casi o totalmente abandonado, inhabitable, hasta la construcción
de las nuevas murallas, más al borde del cerro y se hicieran nuevas
edificaciones, en tiempos de la conquista almohade.
Hechos
históricos probables sobre lo que ocurrió en Osset, en aquella penúltima década
del siglo VI:
-
La existencia de un templo,
independientemente de que contuviera el baptisterio de las aguas milagrosas, es
posible, porque ya existían otros en España; los ossetamos tenían poderío hasta
para fabricar monedas y las necesidades cultuales parecen ya existir en épocas
anteriores.
-
Hermenegildo, por consejo de sus
generales, envió 300 soldados, valientes y bien armados a Osset, para
debilitar al ejército del rey, antes de su asedio a Sevilla. Sin embargo, la
inteligencia de Leovigildo, o los informes que le aportaron sus espías, le hizo
ver la necesidad de atacar primero esta fortaleza y, después, sitiar
completamente la ciudad hispalense, incluido el control del río Betis
(Guadalquivir). Hay relatos, en menor cantidad, en los que las cifras de
soldados son distintas, como veinte o mil ochocientos.
Hechos
históricos que consideramos muy poco probables:
-
Que el derrotado Hermenegildo se
refugiara en la iglesia de Osset y fuera apresado. Puesto que lo más
probable es que el ejército de Leovigildo atacara primero la fortaleza en el
cerro, para luego asediar Sevilla, lo más lógico es que el príncipe
Hermenegildo se encontrara en la gran urbe. Aunque algunos autores afirman que
el joven se refugió en el templo, donde brotaron las aguas milagrosas, no
parece posible que este fuera un lugar seguro ante el ataque del gran ejército
que partió desde Toledo.
-
El discurso de Recaredo a su hermano
Hermenegildo, en la iglesia de Osset para que este se rindiera y se entregara a
su padre. Si estaban solos y se desconoce escrito de alguno de los dos
hermanos, ¿quién pudo recoger aquellas palabras? ¿Cuál fue la desconocida
fuente para la redacción de aquel discurso, que relatan algunos cronistas
posteriores? Aunque parece más una creación de la imaginación novelesca, desde
este blog lo mencionaremos en otro enlace, por la hermosura de los dos textos y
mantener esa asociación con que pudo ocurrir aquí, en San Juan de Aznalfarache.
A
continuación, indicamos los autores, la fecha del escrito y el nombre del texto,
que habla concretamente sobre lo que cada escritor, investigador o estudioso
considera que tuvo lugar en Osset y sus cercanías, indicando en lo posible el
año en que pasó, que como se podrá comprobar, oscila entre los años 581 y 584,
aunque la mayoría lo atribuye al 583. En negrita, las expresiones o los
resúmenes de las mismas, donde se habla de la destrucción de la primitiva
primera urbe de San Juan de Aznalfarache.
DE TOURS, G. (591): “Historias” o
“Historias de los francos” (libro VI, entre el 581 y el 584).
San Gregorio de Tours (historiador y
obispo de dicha ciudad, también conocido como el Turonense), en su libro
“Historias” o “Historias de los francos” (año 591). Indicamos que este autor
considera que estos hechos tuvieron lugar en un lugar de Lusitania (Portugal).
“Hermenegildo […] se enteró de que su padre se dirigía hacia él
con un ejército y deliberó sobre cómo rechazarlo o matarlo a su llegada, sin
saber el desdichado que el juicio divino se cernía sobre él por albergar tales
proyectos contra su padre, por muy hereje que fuese. Así pues, tras tratar el
asunto, de los muchos millares de sus hombres, escogió trescientos guerreros y
los apostó dentro de la fortaleza de Osset, en cuya iglesia las fuentes se
llenan por obra divina, con la finalidad de que su padre quedara asustado y
maltrecho por éstos en un primer ataque, y luego fuese vencido con más
facilidad por la tropa de peor calidad, que era muchísima. En fin, cuando el
rey Leovigildo supo de estos ardides, se sumió en una grandísima deliberación. ‘Si
parto hacia allá’ – decía- ‘con todo mi ejército, cuando éste se concentre en
un solo lugar, será batido de la forma más cruel por los proyectiles enemigos.
Mas si voy con unos pocos, no podré derrotar un destacamento de hombres
valerosos. No obstante, iré con todos’. Y
tras dirigirse al lugar, aplastó a los hombres e incendió el lugar. […]
Leovigildo capturó a su hijo Hermenegildo y se lo llevó consigo a Toledo para
condenarlo luego al exilio; en cambio, a su esposa no se la pudo arrebatar a
los griegos”.
DE
CREMONA, L. (siglo X): “Adversia”, en “Luitprandi, subdiaconi toletani” (vuelto
a imprimir en 1640).
Este
obispo e historiador, escribió: “Leuvigildus
iterum Hermenegildum filum obsidet apud Osset oppidum Lusitanie, cantumque
Toletum ducit”.
Traducido
es: “Leovigildo vuelve a asediar la
defensa de Hermenegildo en Oset, una ciudad de Lusitania, y conduce al cautivo
a Toledo”.
DE
MORALES, A. (1577): “Crónica General de España” (Libro XI).
Este autor no menciona expresamente
“Osset”, pero sí recogemos las frases que, en comparación con otros, indicarían
los hechos ocurridos en este lugar.
Año 583. “Tomó luego Leovigildo Sevilla, cobrándose también casi todas las
ciudades y castillos que su hijo le había hecho rebelar […]. Viendo pues venir
al Rey, muy poderoso y que a él le habían faltado los Romanos (‘romanos’ se
empleaba en aquellos tiempos para definir a los ‘cristianos católicos’), se acogió a una iglesia, que había en el
campo. Allí vino a él, de parte del Rey, su hermano Recaredo y le persuadió
para que se echase a los pies de su padre, dándole de su parte su fe con
juramento, que sin duda le perdonaría. El Príncipe hizo lo que su hermano le
amonestaba y el padre, por entonces, lo recibió con mucha caricia. Mas luego,
descubrió la mala intención contra el hijo y, olvidada la fe Real y el
juramento, mandó que le quitasen las vestiduras preciosas, y afeado con otras
viles, le llevó consigo a Toledo”.
DE MARIANA, J. (1601): “Historia
general de España” (tomo I).
El Turonense (San Gregorio de Tours) va
por otro camino y afirma que le prendieron en el lugar de Osseto (Osset), donde
conforme a lo que de ello queda dicho, la pila del bautismo todos los años se
henchía de agua.
“Recogiose
Hermenegildo en aquel lugar por ser fuerte plaza y sus moradores a él muy
aficionado. Metió consigo hasta trescientos soldados escogidos y las demás
gentes dejó en sus reales, que tenía por allí cerca.
Pensaba si su padre usaría la fuerza, para cometerle por el
frente y por las espaldas. Hacía la cuenta sin parte, y así sucedió todo al
contrario. Porque, Leovigildo, avisado del intento de su hijo, como es cosa
ordinaria que en discordias civiles nunca falten espías secretas, con presteza
ganó por la mano y deshizo aquellas trazas. Acudió pues con diligencia sobre
aquel lugar y, apoderado del pueblo, le
puso fuego por todas partes.
Hermenegildo, perdida la esperanza de poderse defender, se recogió al templo, si por ventura algún se aplacase la saña de su padre. Iba en compañía de Leovigildo el otro hijo, Recaredo que, si bien era menor en edad, en la nobleza de corazón y en la prudencia, igualaba a su hermano. Pidió licencia a su padre y lugar a su hermano, para verse con él. Concertó la visita al templo y, por algún espacio de tiempo, se detuvo, sin poder decir palabra, como suele acontecer cuando el dolor, la ira o el miedo son muy grandes. La abundancia de las lágrimas y el sentimiento le quitaron el habla. Mas después de que se sosegó un tanto le dice: Ver discurso de Recaredo a Hermenegildo (haga clic aquí).
Y venido que fue (el
rey Leovigildo), Hermenegildo, con su
semblante muy triste, se arrojó a sus pies; recibiole con muestras de alegría,
diole paz en el rostro, que fue indicio de quererle perdonar, mas otro tenía en
el corazón: hablole algunas palabras blandas y le mandó llevar a los reales,
poco después de quitadas las insignias reales, le envió preso a Sevilla”.
CARO,
R. (1604): “Memoria de la Villa de Utrera”.
En
la guerra que el rey Leovigildo movió contra su hijo, el santo príncipe
Hermenegildo, mandó redificar los muros de la antigua ciudad de Itálica, lo
cual dice que fue mucho impedimento para los cercados; y está claro que esto no
pudo ser sino por caer Itálica tan cerca de Sevilla, que por el río y por la
tierra se le podía estorbar que no entrasen mantenimiento ni socorro; y el
nombrar el Obispo Turonense en esta guerra al lugar llamado Osset, parece que
ayuda algo a esto, porque Osset e Itálica fueron dos ciudades muy distintas,
aunque entre ambas muy cercanas a Sevilla, y en Itálica puso su estancia
Leovigildo y Hermenegildo se recogió a Osset, según cuenta San Gregorio
Turonense.
DE
SANTA MARÍA, J. (1630): “Información sobre la posesión y propiedad de la
milagrosa pila bautismal en el Osset Bético, territorio hispalense
transamniano, San Juan de Alfarache, a Don Fernando Remírez Fariña, del Consejo
y Cámara de Su Majestad, Patrono y Mayor pariente de la divisa Solar Real de
Nuestra Señora de la Piscina, Fundación del Rey D. Remiro de Navarra”.
“Osset
era fortaleza, o cuidad inexpugnable por el sitio, aunque pequeño, pues como
dice el mismo Gregorio de Tours: San Hermenegildo, nuestro glorioso Rey e
invicto mártir, cuando tuvo guerra con Leovigildo, su padre, que era hereje
arriano, se recogió en Osset, con 300 soldados en la ciudad, que se entiende en
Sevilla”.
DE
QUINTANA DUEÑAS, A. (1636): “Santos de la ciudad de Sevilla y su arzobispado:
fiestas que su Santa Iglesia celebra”.
“Que
enterado Hermenegildo de la mucha gente con que su padre venía, escogió
trecientos de los más valientes de su ejército y se encerró con ellos en un
castillo cercano a Sevilla, situado en Osset (que es hoy San Juan de
Alfarache), a fin de acometer a su padre y desbaratar sus fuerzas, antes de que
le diese la batalla. Leovigildo, entendiendo esta resolución, dio asalto al
castillo con todo su campo, rindió a Hermenegildo y a sus soldados, prendiole y
le puso fuego”.
LÓPEZ PONCE DE SALAS, M. (1680): “Vida
de San Hermenegildo, rey y mártir de España; grano fecundo que, con su muerte,
aumentó en estos reinos la mejor cosecha”.
“’Yo
he discurrido y será bueno que 300, los mejores de nuestra gente, entren en el
castillo de Osset, porque habiendo de pasar mi padre junto a él, intentando
ganarle, por no dejar a sus espaldas estorbos, sea, si no vencido, quebrantado
a lo menos, de suerte que pueda el resto de nuestro ejército, entrando de
refresco, cantar gloriosamente la victoria. Bien veo el riesgo de 300 contra
tanta muchedumbre, pero el castillo es fuerte y así no hay que temer el
peligro, si es que puede recelar, quien defiende tan justificada causa’.
Pareció bien este acuerdo a todos los del ejército de San
Hermenegildo, al no poder esperar la batalla en campo abierto. Eligiéronse los
300 de mayor valor y más bien armados, que hizo entrar en el castillo de Osset.
No falta quien discurra que entró con ellos nuestro santo, pero tengo por más
cierto lo contrario. […]
Dijo el rey Leovigildo: ‘Si cerco el castillo de Osset, es
poner a toda mi gente en pues, estando tan fortificados los contrarios, no
pueden recibir daño y a los nuestros se les causara muy grande, por estar en
campo raso. […]
Elegiré finalmente otro medio y será ir con mi ejército a combatir el castillo, pero con tal circunstancia
que, a fin de aguardar el enfado de su cerco, se procure entrar a sangre y
fuego, sin dilación, para que, con brevedad, se quite este estorbo’.
Así sucedió, pues yendo
Leovigildo con todo su ejército, lo batió tan cruelmente que muertos y heridos
los que lo defendían, para retirarse del asalto, le mandó pegar fuego. A
ese tiempo parece que llegó San Hermenegildo con todo su ejército, deseoso de
socorrer a los que había puesto en el castillo. Pero sus soldados, o temerosos
de la impiedad con que obraba Leovigildo en esta guerra, o rechazados del
ejército victorioso, le desampararon. Hallose solo nuestro santo, a tiempo que
no pudo con la huida, salvar su persona; y así, considerando que, si llegaba
entonces a manos de su padre, sería muy posible que le hiciese quitar la vida,
no tanto amante de esta, cuanto horrorizado de tal maldad como la de quitar la
vida un padre a su hijo o un hijo a su padre, se retiró a la iglesia, que está
junto al castillo, para que la veneración del lugar le sirviese de asilo.
Envió el rey a Recaredo para hablar con su hermano en aquel templo, para prometerle la vida y su perdón. Ver discurso de Recaredo a Hermenegildo (haga clic aquí).
“Confirmó Recaredo sus palabras con juramento de que sería
cierto lo que le prometía y San Hermenegildo pidió que entrase en la iglesia su
padre. Entró Leovigildo y nuestro santo se arrojó a sus pies, no tanto con el
rendimiento de hijo, sino con la sujeción de vencido, quizás para ver, si podía
moverle, a lo que no habían bastado las armas. Echole Leovigildo los brazos y,
levantándole, le dio un ósculo de paz, antiguas señas de la traición en el
mundo, cuando se viste de ellas la enemistad. Mirole triste en el suceso
adverso y consolándole con suaves razones, le llevó a los reales […] Por fin de
su indignación, mandó su padre que saliese de la Corte desterrado”.
DE
FERRERAS, J. (1726): “Sinopsis histórica cronológica de España” (parte III, de
los siglos V, VI y VII).
“Leovigildo,
prosiguiendo la guerra contra los imperiales por la comarca de Valencia, acostumbrara hacer notables daños en
las iglesias y monasterios católicos”.
Se menciona a Osset para el tema de las
pilas bautismales de las que dejó de brotar agua en el tiempo equivocado de
pascua, pero no en relación con San Hermenegildo, del que se indica que salió
de Sevilla para ir a Écija.
FLÓREZ,
E. (1752): “España Sagrada. Teatro geográfico-histórico de la Iglesia de
España” (tomo IX, de la Provincia Antigua de la Bética en común, y de la Santa
Iglesia de Sevilla en particular).
“El milagro de Osset lo reduce el San
Gregorio de Tours (o Turonense) a Lusitania, pero creo que no le informaron
bien, pues, por su historia, sabemos que sucedía aquel milagro en Osset, donde
San Hermenegildo, al ver que su padre venia a combatirle en la ciudad en que
estaba fortalecido, puso trescientos varones escogidos en el castillo, para que,
cortando estos el primer ímpetu de Leovigildo, obrase el resto del ejército con
vigor, teniendo aterrado el enemigo.
Aquí se ve que
el Osset donde sucedió el citado milagro estaba en el sitio en que San
Hermenegildo se declaró contra su padre, pues inmediatamente antes dice el
Turonense que se hallaba el hijo en la ciudad de su residencia con su esposa; y
como por el Biclarense consta que San Hermenegildo se hizo fuerte en Sevilla, y
que allí fue el peso de la guerra, resulta que, teniendo junto a Sevilla al
pueblo llamado Osset, y no sabiendo de otro en Lusitania, debemos insistir en
este”.
SAAVEDRA
DE FAJARDO, D. (1789): “Corona gótica: castellana y austríaca” (parte I, tomo
I).
Dentro del año 584, “Gregorio Turonense (o de Tours) dice que (Hermenegildo) se retiró a Osete (Osset), lugar fuerte cerca de Sevilla, con 300 soldados, fiado por el afecto de sus moradores, que se mudó al viento de la fortuna, como sucedió, arrimándose al partido de Leovigildo, el cual hizo poner fuego al lugar por cuatro partes. Retirose Hermenegildo al templo para valerse del favor divino, ya que le faltaba el humano, o para dar lugar a algún ajustamiento. Adelantose su hermano Recaredo, con licencia de su padre, para hacer voluntario su rendimiento y aplacar con él a Leovigildo”.
Ver discurso de Recaredo a Hermenegildo (haga clic aquí).
“Y
tomando de la mano Recaredo a Hermegildo, le llevó a la presencia de
Leovigildo, el cual con el primer afecto paterno, le abrazó, pero habiendo
batallado en su pecho la impiedad con la naturaleza, quedó esta vencida y mandó
que llevasen preso a una torre de Sevilla”.
DE
MADRAZO, D. P. (1856): “Recuerdos y bellezas de España, bajo la protección de
SS.MM. la Reyna y el Rey. Obra destinada a dar a conocer sus monumentos y
antigüedades en láminas tomadas del natural: Sevilla y Cádiz”.
Córdoba, Sevilla, Osset, todas
las ciudades y poblaciones que, por Hermenegildo, se habían levantado, habían
vuelto a la obediencia de Leovigildo
MARTÍN GAMERO, A. (1862): “Historia de la
ciudad de Toledo”.
Dios no quiso por entonces conceder el
lauro de la victoria a Hermenegildo, y deshechas y desbaratadas sus huestes,
huyendo de las iras del vencedor, se vio obligado a refugiarse al sagrado de
una iglesia, junto a Osset, hoy San Juan de Alfarache, donde fue derrotado.
Respetando el lugar, Leovigildo no quiso entrar en ella a la fuerza, pero exige
la extradición y entrega de su hijo. En tal estado, Recaredo acude a mediar en
el conflicto y logra que su hermano se presente a su padre, quien en castigo de
la anterior rebeldía y, a vista de la constancia con que persiste en profesar
la religión que había abrazado, lo despoja de las vestiduras reales y, cubierto
de humilde traje, le envía desterrado a Valencia.
CROISSET,
J. (1864): “Año cristiano o ejercicios devotos para todos los días del año”
(tomo IV, abril).
Leovigildo
resolvió ir a sitiarle en Sevilla. Pudo defenderse Hermenegildo; pero temiendo
exponer la ciudad y, respetando, por decirlo así, la sangre de sus vasallos, se
retiró al campo de los romanos, no sabiendo la traición que habían cometido,
dejándose corromper con el dinero de su padre, contra la fe de los tratados.
Conociólo cuando apenas había entrado en su campo, y corrió a refugiarse en
Córdoba; pero no teniéndose allí por seguro, tomó consigo trescientos hombres
escogidos, y se encerró en la ciudad de Oseto (Osset), plaza entonces muy
fuerte, cuya iglesia era muy célebre en España, y respetable aun a los mismos
godos, por los grandes milagros que obraba Dios en ella. Sitiaron y tomaron la
plaza las tropas de Leovigildo, que perseguía furiosamente a su hijo, resuelto
a quitarle la religión o la vida.
Apurado
el santo rey, viéndose sin otro recurso, se refugió en la iglesia. No quiso
Leovigildo sacarle de ella por la fuerza, y permitió que su segundo hijo,
Recaredo, príncipe joven que amaba tiernamente a su hermano, y era muy parecido
a él en muchas de las bellas prendas que le adornaban, pasase a hablarle de su
parte, asegurándole el perdón, con tal que se rindiese y sujetase a su padre.
Procedía Recaredo de buena fe, y así representó a Hermenegildo que ya no se
hablaba de religión, sino únicamente de pedir perdón al rey, que se daría por
satisfecho con sola esta demostración de rendimiento. Creyóle el santo mancebo;
vino luego con él a arrojarse a los pies de su padre; recibióle este con
grandes demostraciones de cariño; abrazóle, hablóle con palabras blandas y
amorosas, hasta que, insensiblemente, le fue conduciendo a su campo, donde
mandó que le despojasen de las insignias reales y, cargado de cadenas, le
llevasen prisionero al castillo o alcázar de Sevilla.
GUICHOT, J. (1873): “Historia de la
ciudad de Sevilla, desde los tiempos más remotos, hasta nuestros días”.
Hermenegildo, no conceptuando a Sevilla
en condiciones de continuar la resistencia, abandonó secretamente la plaza,
seguido de aquellos hombres más señalados de su parcialidad. Parece que su
desaliento no debió ser muy grande, cuando con ellos, en número de 300, se hizo
fuerte en el castillo del pueblo llamado Osset (San Juan de Aznalfarache), es
decir, a las mismas puertas de la ciudad rendida. A ser cierto, este hecho
probaría que su causa no estaba tan desesperada, cuando así se guarecía en una
pequeña fortaleza, situada a media hora de camino de Sevilla y a dos escasas
del campo atrincherado que tenía Leovigildo en Itálica.
Sea de ello lo que quiera, es lo cierto
que allí tuvo que entregarse al fin a su padre. Según el obispo de Tours,
parece que Leovigildo tomó el castillo
de Osset por asalto, lo incendió e hizo prisionero en él a su hijo. […]
Dando crédito a otros autores, se
entregó en Osset sin haber hecho resistencia, cediendo a los ruegos de su
hermano Recaredo, que fue por orden del rey a conferenciar con él y a ofrecerle
el perdón por sus faltas.
MENÉNDEZ Y PELAYO, M. (1881): “Historia
de los heterodoxos españoles”.
En el 584, Leovigildo, desde Itálica,
hizo que se rindiera la ciudad de Sevilla, parte por hambre, parte por hierro,
parte torciendo el curso del Betis. Entregáronsele las demás ciudades y
presidios, que seguían la voz de Hermenegildo y, finalmente, la misma Córdoba,
donde aquel príncipe se había refugiado. Allí mismo (como dice el abad de
Valclara, a quien preferentemente se sigue en esta obra, por español y coetáneo),
o en Osset (como quiere San Gregorio de Tours), y fiado en la palabra de su
hermano Recaredo, púsose Hermenegildo en manos de su padre, que le envió
desterrado a Valencia.
VV.AA.
(1896): “Diccionario enciclopédico hispano-americano de literatura, ciencias y
artes” (tomo XVIII).
Hecho Leovigildo dueño de la ciudad de
Sevilla, apresó a su hijo Hermenegildo, que estaba atrincherado en San Juan de
Aznalfarache, y le condujo a Alicante.
DE FLORES, L. J. (1925): “Memorias históricas
de la villa de Alcalá de Guadaíra, desde sus primeros pobladores, hasta la
conquista y repartimiento”, en “Oromana, revista española y de exaltación a la
Bética ubérrima e inmortal” (año II, número 2).
Constando
en la vida del mismo San Hermenegildo, por D. Manuel López Ponce de Salas,
metió en el castillo de Oset trescientos de sus soldados para defenderse de su
padre; y según Mariana y Saavedra, no entró con ellos el santo.
RUBIO, J. M. (1935): “La Alta Edad
Media (parte I): La España Visigoda”, en “Historia de España” (tomo II).
En el año 583, Leovigildo se dirigió a
la Bética contra su hijo. Este, encerrado en la bien defendida Sevilla, no tuvo
decisión para afrontar el encuentro bélico con su padre, pero apremiado por los
suyos, permaneció en Sevilla. Apoderose Leovigildo del Castillo de Osset y,
entre los prisioneros, halla al rey suevo Miro, de quien obtiene juramento de
fidelidad, permitiéndole regresar a su reino, donde muere a poco.
MENÉNDEZ PIDAL, R. (1940): “Historia de
España” (tomo III).
Dominada la sublevación de Lusitania,
se dirige Leovigildo a Sevilla, centro de la misma y residencia de Hermenegildo
[…]. En el año 583, ataca el rey a Sevilla misma, comenzando por conquistar el
castillo de Osset.
REINHART,
W. M. (1944): “El rey Leovigildo, unificador nacional”, en “Boletín del
Seminario de Estudios de Arte y Arqueología” (número 11).
Una
vez pacificada la Lusitania, marchó Leovigildo hacia Sevilla, tras cuyas murallas
Hermenegildo se había hecho fuerte, comenzando por apoderarse de Osset (San
Juan de Aznalfarache), fuertemente defendido por los partidarios de
Hermenegildo.
SCHULTEN,
A. y PERICOT, L. (1947): “Las fuentes de la época visigoda y bizantinas”, en
“Fontes Hispanae antiquae” (fascículo IX).
Año
577. Con su asistencia, por continuas instigaciones, lnguntis logró convertir a
su marido, Hermenegildo, que en el bautismo recibió el patronímico de San Juan
Bautista.
Año
583. Leovigildo acosó a los cercados sevillanos por hambre, imposibilitando la navegación
por el Guada1quivir. Hermenegildo había ocupado el castillo Osset con 300
hombres, pero Leovigildo los dominó y entregó
la fortaleza al fuego.
LUENGO MUÑOZ, M. (1953): “San
Hermenegildo y Sevilla, ante la concepción política de Leovigildo”, en “Archivo
Hispalense, revista histórica, literaria y artística” (época II, tomo XVIII,
número 57).
Este
autor, por un lado, narra que el castillo de Osset fue asaltado por las tropas
de Leovigildo, a pesar de la defensa de 1800 guerreros partidarios del príncipe
rebelde, valerosos y bien armados, y que en aquel lugar se encontraba el templo
en el brotaba, milagrosamente, el agua en su pila bautismal; y, por otro,
indica el error de San Gregorio de Tours, al señalar la iglesia de Osset como
el lugar donde fue apresado Hermenegildo por su padre.
GÁRATE
CÓRDOBA, J. M. (1960): “La rebelión de San Hermenegildo”, en “Ejército, revista
ilustrada de las armas y servicios” (año XXI, núm. 251).
Hermenegildo acepta el consejo de sus
generales y envía trescientos hombres escogidos al castillo de Osset (San Juan
de Aznalfarache), al otro lado del río, para quebrantar el flanco del atacante
y caer luego sobre el grueso desorganizado. Su padre adivina el peligro y
asalta el castillo.
CARAFFA,
F. (1964): “Bibliotheca Sanctorum” (volumen V).
Hermenegildo
trató de abatirle con una emboscada en Oset (San Juan de Alfarache, frente a
Sevilla, en la otra orilla del Betis [Guadalquivir]). Pero el plan fracasó.
Leovigildo atacó con fuerza a Osset y la ocupó.
DE MENA, J. M. (1970): “Historia de
Sevilla”.
En el año 585, Hermenegildo sale de
noche de la asediada Sevilla, con 600 leales y ocupa la fortaleza de Osset;
allí resiste sin víveres ni agua varios días más, en un increíble alarde de
heroísmo caballeresco y de aleccionadora consecuencia con su fe religiosa.
Finalmente, sus hombres se rinden y él se queda solo en la capilla o ermita de
San Juan de Aznalfarache, ermita de gran veneración de toda la España
meridional. Leovigildo, por no atraer la ira de Dios, no se atrevió a penetrar
en el santo recinto y envió a su otro hijo, Recaredo, para convencer a
Hermenegildo de que se entregase.
Salió Hermenegildo del santuario, firme
en su ánimo de mantener la religión, pero movido a ternura por encontrarse con
su padre, después de tan agria y larga separación. Se acercó a Leovigildo e iba
a abrazarle, pero el monarca de Toledo miró a su hijo y vio que llevaba puestas
las insignias reales. Esto bastó para que Leovigildo desoyera las peticiones de
clemencia que brotaban de su corazón de padre y mandó cargar de cadenas a
Hermenegildo y encerrarle en los calabozos de la ciudadela de Sevilla.
DE MENA, J. M. (1975): “Tradiciones y
leyendas sevillanas”.
Tras
varios meses de asedio en que Sevilla fue víctima del hambre, Hermenegildo,
apretado cada vez más por el cerco que le ponía su padre, huyó de Sevilla con
sólo veinte caballeros, refugiándose en el fuerte castillo de San Juan de
Aznalfarache, donde siguieron la defensa unos días más. Por fin, ante la falta
de alimentos y agua decidieron rendirse. Leovigildo, desde abajo, vio salir a
su hijo, y se le enterneció el corazón, derramando lágrimas paternales. Pero al
acercarse, su ternura se convirtió en furia al ver que, a pesar de todo,
Hermenegildo venía con las insignias reales, y la corona sobre la frente,
desafiando a su autoridad.
Leovigildo
ordenó poner a su hijo en prisión, y cargado de cadenas lo trajeron desde San
Juan de Aznalfarache a Sevilla.
FATÁS CABEZA, G. (1976): “Fuentes para
el estudio de la colonia Caesar Augusta”, en “Caesaraugusta, publicaciones del
Semanario de Arqueología y Numismática Aragonesas” (Nº. 39-40).
Escribe Marco Máximo, el obispo de
Zaragoza del siglo VII, que en el año 581:
Leovigildus Hermenegildum obsidet ad
Osset oppidum Lusitaniae,
captumque Toletum ducit.
Traducido es: “Leovigildo asedia a Hermenegildo en Osset, un castillo de Lusitania
(Portugal), y lleva al cautivo a Toledo”.
PINEDA
NOVO, D. (1980): “Historia de San Juan de Aznalfarache”.
El escritor relata las vivencias de
Hermenegildo en Osset, a través de las obras que elaboraron Rubio, Menéndez
Pidal y De Mena, que ya hemos expuesto.
ESCACENA
CARRASCO, J. L. (1986): “Osset Iulia Constantia: San Juan de Aznalfarache
(Sevilla)”.
Este
historiador y arqueólogo escoge los escritos de Gregorio de Tours y de Juan de
Biclara, para explicar que este fue el lugar donde Leovigildo sitió a su hijo
Hermenegildo. La fortaleza de Osset la habría tomado bajo su mando el príncipe
en el año 577 y caería a manos del padre en el 583. La cercanía a Sevilla y al cauce
del Guadalquivir haría corresponderé este lugar con el actual emplazamiento de
San Juan de Aznalfarache.
GARCÍA MORENO, L. A. (1989): “Historia
de España Visigoda”.
En
el 583, Hermenegildo sufrió una fuerte derrota militar a manos de Leovigildo, cuando
trató de romper el cerco que éste tenía sobre Sevilla, haciendo una salida por sorpresa
desde la posición que ocupaba con lo mejor de su ejército en la fortaleza de
Osset (San Juan de Aznalfarache), en situación dominante sobre la propia
Sevilla.
VALOR
PIECHOTTA, M. (2002): “Las fortificaciones medievales en la provincia de
Sevilla”, en “Castillos de España” (Nº. 125).
Esta arqueóloga e historiadora nos
descubre que, por la historiografía, se contempla que las torres y los muros de
Osset, en aquel siglo VI, debieron ser bastante grandes, en base a la férrea
defensa que presentaron los leales a Hermenegildo, frente a las poderosas
tropas del rey Leovigildo, según Gregorio de Tours. Este autor narró cómo el
príncipe se atrincheró en el castillo o castrum Osser (Osset), escogidos para
atacar al rey. Sin embargo, Hermenegildo sería derrotado y la fortaleza, incendiada.
CASTILLEJO
GORRAIZ, M. (2006): “San Hermenegildo, rey santo de Sevilla: hagiografía
poética de Góngora”, en “Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas
Letras” (núm. 34).
Hermenegildo
huye en secreto de Sevilla hacia el año 584, refugiándose en una iglesia muy
venerada en la plaza fuerte de Oseto
(“Osset”), en las cercanías de Sevilla, cuyo castillo sería arrasado a fuego por su irascible padre, que no
se atreve, en último extremo, a profanar el lugar sagrado.
Leovigildo
urde una taimada intriga para sacar al joven de su refugio. enviándole a su
hermano Recaredo, con la falsa promesa de exonerarlo de toda posible represalia,
si pide perdón a su padre. El rey godo había engañado así a sus dos hijos, como
era su costumbre. Hermenegildo, sorprendido en el transcurso de esta entrevista
fraternal, fue encerrado, tras un errático y ominoso periplo, en la cárcel de
Tarragona.
GARCÍA-OSUNA
Y RODRÍGUEZ, J. M. (2011): “Leovigildo, el Gran Rey de los Visigodos. En el ‘Cénit’
del Reino Godo de Toledo”, en “Nalgures” (tomo VII).
Hermenegildo
es derrotado por su padre en el año 583, en una feroz batalla campal, tras
realizar, el joven príncipe, una salida de forma sorprendente desde la
fortaleza de Osset (San Juan de Aznalfarache).
SAYAS ABENGOECHEA, J. J. y ABAD VARELA,
M. (2013): “Historia Antigua de la Península Ibérica II: Época tardoimperial y
visigoda”.
Leovigildo
movilizó en 582 un gran ejército, que partió desde la capital de su reino:
Toledo. Al año siguiente, tomó Mérida, ocupó Itálica y asedió Sevilla, desde donde
Hermenegildo dirigió la defensa, colocando a 300 hombres en el castro
(castillo) de Osser (San Juan de Aznalfarache), que Leovigildo atacó con todas sus fuerzas y acabó destruyendo.
OLMEDO
MUÑOZ, F. (2013): “Los suevos, primer estado fallido de la Península Ibérica”.
Gregorio
de Tours dice “El rey suevo Miro era aliado de Hermenegildo y organizó una
expedición para socorrerle, pero la victoria de Leovigildo en el combate del
castrum de Osset, en San Juan de Aznalfarache, trastocó los planes del rey suevo
que se vio obligado a jurar fidelidad a Leovigildo”.
La
historiografía dice: “Leovigildo, en el 583, preparó un gran ejército, sobornó
con 300.000 solidi a los bizantinos (al gobernador), luchó en todos los medios:
hambre, armamento, cauce del Guadalquivir, emboscada en Castrum Osset, etc.
RUIZ PRIETO, E.; PÉREZ AGUILAR, L. G.;
y GUILLÉN RODRÍGUEZ, L. (2014): “El poblamiento romano en torno a Osset (San
Juan de Aznalfarache, Sevilla”, en “Revista Onoba” (Nº. 2).
Itálica y Osset, entre los años 583 y 585,
fueron urbes claves en la estrategia del rey godo Leovigildo para asediar la
capital del territorio, en el que se había proclamado rey su hijo, el príncipe
Hermenegildo. El rey controló el río y los accesos desde el Aljarafe, a través
de aquellas dos urbes, para impedir que pudiera recibir el apoyo de posibles
aliados y la llegada de víveres desde estos fértiles terrenos.
PÉREZ
AGUILAR, L. G. (2017): “El entorno de Tomares en época romana. Una aproximación
al contexto histórico-arqueológico”, en “El tesoro del Zaudín. Contextualización
arqueológica del conjunto numismático tardoantiguo de Tomares (Sevilla)”.
Según Gregorio de Tours, Leovigildo hizo
uso de toda la fuerza de su gran y poderoso ejército, para tomar la fortaleza de Osset, a la cual metió fuego tras ser conquistada.
Ni
en la obra de Juan de Bíclara, ni en la de Gregorio de Tours, queda claro si el
rey godo tomó el castrum o castillo sobre el cerro, en el año 583, como
estrategia para cortar el abastecimiento de la ciudad hispalense desde el
Aljarafe y cortar la navegación del río Betis (Guadalquivir), o si toma la
fortaleza, en el año 584, tras la conquista de Sevilla. El autor de este
artículo explica que, la clara estrategia militar del rey, hace pensar que fue
lo primero.
Arrebatar
Osset a su hijo debió ser fundamental en el asedio de Sevilla, ya que, junto
con la posición en Itálica, aislaba a la ciudad de poder recibir posibles
refuerzos y los víveres para la población y los soldados tras las murallas de
Sevilla.
Muy
destacado es lo que este autor indica a continuación, pues entre los artefactos
que se han documentado en las diferentes intervenciones arqueológicas
acometidas en el cerro de San Juan de Aznalfarache, donde se encontraba Osset, no se han hallado hasta el presente restos
materiales que puedan datarse como del siglo VI d. C., y absolutamente nada del
siglo VII, por lo que es posible que ya hubiera poca población y, sobre todo,
lo que es lógico, que dicho castillo o fortaleza fuera destruido por el
ejército de Leovigildo y dejase de tener producción e incluso habitabilidad, desde
esos años 583 y 584.
TEJERO, E. L. (2018): “Devoción,
antigua hermandad e iglesia en Sevilla del santo rey mártir Hermenegildo”, en
“Miscelánea histórica hispalense: Sociedad, cultura y arte en el Reino de
Sevilla”.
Hermenegildo
se instaló con su mujer en Sevilla, pero, al aproximarse las tropas de su
padre, se hace fuerte en el cercano castillo de Osset, a las puertas de
Sevilla, actuales murallas de San Juan de Aznalfarache, donde fue sitiado más
de un año.
PLIEGO, R. (2021): “Elissa: ceca
visigoda en el Aljarafe sevillano”, en “Arqueología y numismática. Estudios en
homenaje a la profesora Francisca Chaves Tristán”.
Leovigildo
cercó Sevilla en el año 583, si bien debía existir aún un importante apoyo de
otras ciudades y fortalezas cercanas y leales al rebelde Hermenegildo. Según
San Gregorio de Tours, el príncipe realizó un ataque sobre el ejército de su
padre, comandando 300 hombres, desde la urbe de Osset. Según aquel autor
francés, este primer asalto, con los mejores hombres de los que disponía, era
para facilitar una victoria definitiva con el grueso de su ejército esperando
en la ciudad hispalense, según sus palabras originales: scilicet primo impetu ab his pater territus ac
lassatus, facilius ab inferiore
manu, quae erat plurima, vinceretur.
A pesar de esta estrategia ofensiva
para la defensa de Sevilla, la batalla fue una completa victoria para el padre.
Leovigildo asumió que lo primero era ir contra la fortaleza de Osset con
el grueso de sus tropas, también como dejó escrito San Gregorio Turonense, conquistando aquel castillo e incendiándolo,
mientras Hermenegildo se refugiaba en Sevilla.
IGLESIA APARICIO, J. (2023):
“Referencias a Hispania en las historias de Gregorio de Tours”.
Hermenegildo, de entre los miles de
hombres que tenía a su mando, escogió trescientos guerreros para que se
apostasen en la fortaleza de Osset, en cuya iglesia las fuentes se llenan de agua
por oba divina, para que su padre se asustara y quedara maltrecho en un primer
ataque, para luego ser vencido por la tropa mayor en número, pero peor en
calidad.
El rey Leovigildo supo de estos ardides
y pensó: “Si parto hacia allá con todo mi ejército, cuando este se concentre en
un solo lugar, será abatido de la forma más cruel, por los proyectiles
enemigos. Pero si voy con unos pocos, no podré derrotar un destacamento de
hombres valerosos. No obstante, iré con todos”.
Y tras dirigirse hacia Osset directamente,
aplastó a aquellos 300 guerreros e
incendió el lugar.
SOTO CHICA, J. (2023): “Leovigildo, rey
de los hispanos”.
Escrito por militar profesional y
doctor en Historia Medieval, contiene una amplia descripción sobre la batalla
de Osset, incluyendo un mapa explicativo de cómo se pudo desarrollar.
MIHI
BLÁZQUEZ, A. M. (2024): “De tyrannus a martyr: la interpretación gregoriana de
Hermenegildo”, en “Revista de Filología Románica” (Nº. 41).
Las
tropas del rey Leovigildo toman otras ciudades que se habían unido a la causa
del príncipe visigodo y, finalmente, asedia Sevilla. Hermenegildo escapa del
cerco y, reuniendo un ejército de 300 soldados, se resguarda en la fortaleza de
Osset.
Desde allí, buscará refugio en Córdoba, donde sería capturado por su padre en
el año 584.
FIDALGO
CASARES, M. (2024): “La gesta del rey mártir Hermenegildo y la olvidada
rebelión de Sevilla que legó el catolicismo a España”. El Debate.
Osset
(San Juan de Aznalfarache) sería el último reducto de resistencia donde un
grupo de 300 valerosos suevos enviados
por el rey gallego Miro combatieron con Hermenegildo.
RIVERA,
J. (2025): “Semblanza de San Hermenegildo de Toledo”.
Leovigildo
I de Toledo aplasta la resistencia concentrada de Mérida y Cáceres, corta el
paso a los suevos hacia Andalucía, frena en Toulouse el golpe franco y soborna
bajo fuertes sumas al general bizantino […].
Hermenegildo
concentra entonces todas sus fuerzas en el Castillo de Osset, en las mismas
puertas de Sevilla, tras poner a salvo a su joven esposa y recién nacido hijo.
Hasta que el ejército visigodo destroza
el castillo, y encarcela a Hermenegildo. Era el año 584.
Es seguro que habrá muchas otras obras,
publicaciones, manuales y artículos en los que se describa lo que pasó en
Osset, entre Hermenegildo y su padre, y también, habrá otros escritos
históricos sobre esta temática que se han perdido, por unos u otros motivos, o
permanecen ocultos. Igualmente, indicamos que hay otros muchos textos, dentro
de crónicas históricas, que no hacen mención de este encuentro entre padre e
hijo, o de la batalla, en Osset, pero al no ser objeto de nuestro estudio, no
las enumeramos dentro de esta bibliografía.
Actualmente, a San Hermenegildo lo recordamos en San Juan de Aznalfarache, por el nombre del centro municipal de actividades socioculturales en la calle Doctor Fleming y como patrón de la Policía Local. En la segunda mitad del siglo XX, existió una escuela, que tuvo hasta tres sedes distintas, con esta misma dedicatoria.
Si desea saber más sobre Osset, haga clic aquí.
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CASTILLEJO GORRAIZ, M. (2006): “San Hermenegildo, rey santo de Sevilla:
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