En la parte anterior izquierda del crucero de la iglesia de los Sagrados Corazones (antiguo templo conventual de la Orden Tercera de San Francisco), se labró, en 1886, con permiso de la autoridad eclesiástica, una capilla-panteón, para que en ella descansasen los restos de D. Andrés Parladé y Sánchez de Quirós, II Conde de Aguiar, junto con los de su esposa y familia.
Andrés Parladé y
Sánchez de Quirós, II Conde de Aguiar.
Andrés Parladé y Sánchez de Quirós (1831,
Málaga – 1902, Sevilla), era hijo de la primera Condesa de Aguiar, que había
obtenido el título del rey Alfonso XIII, como reconocimiento a esa antigua
familia hidalga gallega. En la ciudad costera se casó con María Heredia y
Livermore, hija de Manuel Agustín Heredia, empresario e industrial español.
En 1856, D. Andrés Parladé, siendo ya un riquísimo
hacendado, con residencia en Sevilla, ante la epidemia que sufrió la urbe, dio
claras muestras de su caridad y de su interés hacia sus nuevos convecinos,
sufragando todos los gastos que impusiera el contagio en la Parroquia de Sta.
María Magdalena y proporcionando, a su junta, fondos más que suficientes para
este designio, digno de honrosa notoriedad.
Como terrateniente, compró e invirtió en
el suelo y en 1863, junto con el señor Pickman levantó las primeras casas en el
barrio de los Humeros, frente a la estación de trenes a Córdoba. La adquisición
de una extensa finca en Guillena contribuyó a que existiera una vinculación
familiar con Sevilla, por la que sus hijos se vincularon a esta ciudad y además
de ser un importante propietario en la provincia de Málaga, también tenía
terrenos de en otros lugares, como la zona de Tabladilla (en el término municipal de Sevilla), y fincas en La Puebla del Río,
Carmona, Alcolea del Río y, como él mismo pondrá por escrito, también en San
Juan de Aznalfarache. En algunos de estos lugares se dedicaba a la crianza de
caballos y de toros.
El 24 de agosto de 1882 pasó una gran
tragedia para la familia, tal y como marcan dos necrológicas, publicadas en un
diario nacional: fallece la señorita
María de las Mercedes Parladé y Heredia. Con la indicación “señorita”,
entendemos que se trataba de una muchacha joven. Este dato lo consideramos profundamente relevante para el
nombre al que estará dedicado la capilla en San Juan de Aznalfarache.
El 19 de julio de 1884, D. Andrés Parladé
escribió al Arzobispo de Sevilla, Mons. D. Marcelo Spínola y Maestre,
solicitándole levantar, en el templo parroquial de San Juan de Aznalfarache (entonces, sólo había una parroquia, aunque
existiese también la capilla en la calle Real), para que en ella
descansasen sus restos mortales y los de sus familiares. Este texto es parte de
su escrito:
Excmo.
y Rvdmo. Sr. Arzobispo Diócesis:
D.
Andrés Parladé y Sánchez de Quirós, vecino de esta ciudad, a vuestra Excma. y
Rvdma., con la debida consideración y el más profundo respeto, expongo:
Que
mis acendrados sentimientos religiosos y mi especial afecto y devoción a la
iglesia parroquial de la inmediata villa de San Juan de Aznalfarache, me hacen
desear vivamente que mis restos mortales y los de mis hijos, sucesores y
familia, descansen en dicha iglesia y capilla de la misma, señalada con una
cruz, en el plano que tengo la honra de presentar a vuestra Excma. y Rvdma.,
para mayor claridad y mejor inteligencia de mi pretensión.
Comprendo,
preferentemente, que la realización de mis deseos podría ofrecer dificultades
relacionadas con la higiene pública, si se tratase de una iglesia o local
enclavado intramuros de una población, pero esas dificultades no existen,
tratándose, como en el caso presente sucede, de una iglesia construida y
colocada extramuros de la villa y a mucha distancia de su población, sin que,
por lo tanto, la concesión de la gracia que solicito, pueda ofrecer peligro
alguno, ni aun el más remoto, a la salud pública.
También
agregaba el Sr. Parladé que la erección de esta capilla no dificultaría la
práctica de los cultos, sino que aumentarían con los sufragios que habrían de
aplicarse por las almas de los allí enterrados.
Dados
estos verídicos antecedentes y conocedor de la mucha bondad de vuestra Excma. y
Rvdma., me atrevo a esperar que se servirá conceder la gracia de venderme, o
ceder en propiedad, el enterramiento que solicito en la capilla de que dejo
hecho mérito de la Iglesia parroquial de San Juan de Aznalfarache y que tendré
que levantar de nueva planta…
Desde la Secretaría del Arzobispado le
comunicaron, como respuesta, que esta iglesia es la única parroquia de la
población y a ella, aunque distante, acudían los fieles a sus cultos. Sin
embargo, se le podía conceder la solicitud deseada, obteniéndose las licencias
de las potestades eclesiástica y civil, con tres especiales condiciones, siendo
la más importante de ellas el que la familia Parladé se constituyesen como
Patronos y, si la iglesia careciese de medios para el culto, ellos los
proporcionasen.
Con la muerte de Dª. María Natividad
Sánchez de Quirós y Vázquez de Aguiar, I Condesa con este título nobiliario, en
julio de 1885, en Sevilla, lo hereda su hijo Andrés.
El 21 de mayo de 1886 se le concedió la
licencia para que, con la dirección del arquitecto diocesano, D. Manuel
Postillo, se procediese a la construcción de la capilla-panteón, que se
denominaría de Nuestra Señora de las Mercedes (como ya señalamos antes, esta advocación habría sido elegida por su
coincidencia con la fallecida hija del Sr. Parladé), ocupando dicha imagen
el lugar principal, es decir, el altar mayor de este espacio.
Con la asunción del patronato laical hacia
el templo parroquial, el Arzobispado concede el derecho de ser enterrado en el
panteón familiar, existente en la capilla de este patronato, correspondiendo
exclusivamente:
1.- A los señores fundadores y a sus hijos
y a todos sus descendientes, directos y legítimos, varones o hembras, que
mueran en el seno de nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Y 2.- A los cónyuges legítimos de los
mismos, varones o hembras, aunque no hayan tenido sucesión, con tal de que
mueran en el seno de nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
En agradecimiento a tan notable favor, el
ya por entonces II Conde de Aguiar donó, a la Iglesia Diocesana de la
Archidiócesis de Sevilla, una parcela de terreno adyacente al templo parroquial
de la villa de San Juan de Aznalfarache y junto a la capilla que, en dicho
terreno edificaron a su costa, destinada al culto religioso y a enterramiento
familiar, la cual se halla adosada exteriormente al muro de dicho templo y por
el exterior del mismo tiene su entrada.
D. Andrés Parladé y Sánchez de Quirós, II
Conde de Aguiar, fallece en Sevilla, el 6 de agosto de 1902. Ya se le reconocía
a su hijo como laureado pintor.
Andrés
Parladé Heredia, III Conde de Aguiar.
Andrés Parladé Heredia nació en Málaga, el
día 1 de junio de 1859 y fue bautizado como Andrés del Sagrado Corazón de
Jesús, María, Pablo y Felipe Neri; murió en Sevilla en 1933. Perteneció a una
acomodada familia de origen malagueño que se trasladó a Sevilla. Desde muy
pronto, Andrés Parladé manifestó particulares dotes para el dibujo, por lo que
sus padres dispusieron que recibiera en Málaga clases de pintura. Finalizada la
carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla, en 1882, estuvo en París y en
Roma, para profundizar en su formación como pintor. Desde 1891, residió
establemente en Sevilla, donde se dedicó al ejercicio de la pintura y a formar
una amplia colección de arte.
Dentro de los temas que trató en sus
cuadros (la montería, el toreo, los
perros, la naturaleza…), a la pintura religiosa se dedicó con intensidad
menor, pero también forma parte de su repertorio temático. Su más comprometida
obra es “Cristo en la Cruz”. Menor importancia presenta el boceto “El
triunfo de la Inmaculada”, que se conserva en el Palacio Arzobispal. En el Hospital de la Caridad, se
halla el retrato que hizo del Cardenal Spínola (del año 1906).
D. Andrés Parladé Heredia fue pintor,
abogado, senador, arqueólogo, académico y aristócrata. Además, entre otros
cargos, desde 1902, participó como miembro numerario de la Academia de Bellas
Artes e Santa Isabel de Hungría y correspondiente de la de San Fernando;
senador por Sevilla (1908-1909), ostentó la presidencia de la Comisión de
Monumentos Artísticos e Históricos de Sevilla (1918-1928); se le nombró Delegado
Regio de Bellas Artes y ejerció como concejal del Ayuntamiento hispalense.
Todas estas actividades le impedirían tener un trabajo artístico más fecundo, a
pesar de que se le reconoce la autoría de docenas de cuadros y recibió reconocimiento
de su arte a través de varios premios. Además de gran coleccionista, también
fue director de las excavaciones en Itálica.
Aunque no aparece en las biografías
consultadas, también consideramos importante que ejerciese como vocal en la
sede sevillana de la empresa Previsión Española, desde 1912, siendo presidente
al menos, desde 1928 y 1930. Después analizaremos la importancia de este cargo,
que le hace coincidir, al menos desde 1921, en que empieza a formar parte
también de esta sociedad D. Pedro Armero Manjón, Conde de Bustillo.
Como ya indicamos antes, su padre falleció
en agosto de 1902 y el 15 de abril de 1903 se publica oficialmente que D.
Andrés Parladé Heredia es el III Conde de Aguiar, tras su abuela y su padre.
Por su pertenencia a la aristocracia, también en “Gaceta de Madrid”, podemos
leer, el 7 de enero de 1906, que se le concede Real licencia para contraer
matrimonio con Dª. Candelaria de Alvear y Gómez de la Cortina, hija de los
Condes de la Cortina. El matrimonio no tuvo descendencia y el título nobiliario
pasaría a uno de sus sobrinos.
Tras estos datos biográficos, para tratar
de comprender mejor a la persona, pasamos a todos los lazos que, junto al
panteón familiar, le relacionan con San Juan de Aznalfarache y el primero de
ellos lo consideramos muy significativo: su estrecha amistad con D. José
Gestoso (Sevilla, 1852-1917). Y es que este abogado, escritor, historiador del
arte, ceramófilo y arqueólogo, conocía bien nuestra localidad, pues ya en 1878,
había sido nombrado, por la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de
la Provincia de Sevilla, como corresponsal de la misma, con el encargo de
vigilar los monumentos de esta villa y los de Constantina. Entre otras
circunstancias, les unían a D. José, a los González Abreu y a Andrés Parladé,
III Conde de Aguiar, ser los grandes coleccionistas del ámbito sevillano en la
época del cambio de siglo.
El 10 de febrero de 1925 y para mejor
organización de la concurrencia de España a la Exposición Internacional de
Artes Decorativas e Industriales Modernas, que se celebraba en París, en la
primavera del año siguiente, se nombra en Sevilla a una comisión que contacte
con los artistas y fabricantes andaluces, que quieran participar en el
acontecimiento. La comisión la constituyen el Delegado Regio de Bellas Artes,
D. Andrés Parladé, III Conde de Aguiar, y el arquitecto D. Vicente Traver
Tomás.
Tras el fallecimiento, sin descendencia,
del acaudalado valenciano residente en Sevilla, D. Francisco de Paula Recur y
Solá, en su testamento del 8 de febrero de 1926, deja indicado que el remanente
líquido de sus bienes se distribuyera y aplicara por sus albaceas en
establecimientos de beneficencia, nombrado como albaceas al señor Cardenal
Arzobispo de Sevilla, es decir, Mons. D. Eustaquio Ilundain y Esteban, y a
los señores D. Andrés Parladé y Heredia, y D. Pedro Armero Manjón.
De
hecho, con parte de esta herencia, se crea un Tribunal Tutelar de Menores de
Sevilla, para la construcción y sostenimiento de un centro en Alcalá de
Guadaíra, con un patronato, denominado de Protección y Reforma, presidido por
el cardenal, con el vicepresidente D. Andrés Parladé y el tesorero, D. Pedro
Armero, más el secretario y varios vocales, como D. José María Ybarra y
Menchacatorre, Conde de Ybarra.
Otro
de los bienes inmuebles, al que se destinó parte del dinero de D. Francisco de
Paula Recur y Solá, fue la construcción del Templo parroquial de San Juan
Bautista, en San Juan de Aznalfarache. De hecho, tanto en la colocación de la
primera piedra, el 24 de junio de 1928, como en la bendición e inauguración de
la iglesia, el mismo día del siguiente año, estuvieron el Cardenal Ilundain y
el Conde Bustillo.
En
ninguno de los dos artículos, que hemos encontrado sobre esta construcción e
inauguración, se menciona a D. Andrés Parladé; de hecho, en el segundo, se indica
expresamente como albaceas de Recur Solá al Cardenal y al Conde de Bustillo.
Sin embargo, en el conjunto de este texto, mostramos la intensa cercanía entre
Parladé y Armero, y de ambos con el Cardenal. Además, también hemos indicado
que el arquitecto de este templo, D. Vicente
Traver Tomás, ya había estado colaborando con D. Andrés Parladé.
¿Se
construyó este templo en la zona baja del pueblo porque el III Conde de Aguiar
tenía presentes las palabras de su padre, al considerar problemático para la
higiene tener su panteón junto a la iglesia en el cerro de nuestra localidad? ¿El
III Conde de Aguiar no asistió a los actos de la colocación de la primera
piedra y de bendición del templo por la discreción familiar, que también a él
le caracterizaba? Ciertamente, hasta el tiempo presente, no nos consta que el
Sr. Parladé asistiera a otro evento similar.
El 8 octubre de 1933 falleció, en Sevilla,
D. Andrés Parladé y Heredia, III Conde de Aguiar, indicando la prensa que fue
un hecho muy sentido para la población, y que fue enterrado en San Juan de
Aznalfarache.
La
Capilla-panteón de Nuestra Señora de las Mercedes.
El plano de la capilla, así como el de la
iglesia, es obra del arquitecto sevillano D. José Gómez Otero (que también fue uno de los arquitectos que
realizó el Palacio de los Aguiar en la Puerta de Jerez de la capital hispalense),
supervisado por el arquitecto diocesano don Manuel Postillo. Se da la especial
circunstancia, según la cual, a finales del siglo XIX, el arquitecto D. José
Gómez diseñó este espacio dentro de la iglesia y, unos 50 años después, uno de
sus hijos, Aurelio Gómez Millán, también arquitecto, diseñaría y ejecutaría el
proyecto del Recinto Sagrado al Corazón de Jesús, junto a este templo.
La capilla, construida inicialmente como
independiente del templo, en sí es un recinto de estilo neomudéjar, de una sola
nave, con planta de cajón de dos tramos y presenta una cubierta decorada de
nervaduras de tipo califal, que terminan en la característica clave y están
apoyados en columnas de mármol.
Los muros están alicatados y tiene dos
ventanas, enmarcadas en arcos polilobulados; en una de ellas lucen los escudos
condales de la familia.
Este recinto lo preside un retablo de
cerámica, de estilo neogótico, que es de una gran originalidad, con una circunstancia
especial: que, en el antepecho, es decir, en el frontal de la azulejería del
altar, el artista quiso conjugar los modelos renacentistas importados por
Niculoso Pisano, en el siglo XVI.
El retablo, enmarcado por un alfiz, con
toda su característica labor de lacería y los típicos doseletes y pináculos,
representa todo el vocabulario ornamental y arquitectónico, reinterpretado en
el siglo XIX.
En la parte central o cuerpo de gloria,
está Nuestra Señora de las Mercedes, en actitud sedente, con el Niño en sus
brazos; en el Sagrario, un Corazón de Jesús, flanqueado por dos ángeles.
Siendo un retablo neogótico, conjuga
admirablemente el gótico de la parte superior, con el renacentista del banco,
que recuerda el oratorio del Alcázar sevillano (el tema de la Visitación de la Virgen), enmarcado en un clípeo,
exactamente igual que el del Alcázar y sostenido por dos ángeles, que
sustituyen a los personajes fabulosos extraídos por Niculoso Pisano del
repertorio ornamental del grutesco de la “Domus Aurea o Villa de Nerón”. Las
similitudes con el Alcázar sevillanas son muy fáciles de comprender, en tanto
en cuanto, su realizador, el arquitecto D. José Gómez Otero, era un gran conocedor
de la monumental edificación hispalense, llegando a ser nombrado conservador
del mismo a principios del siglo XX.
No se encuentra firma sobre la autoría del
retablo, pero profesionales de la cerámica que han visitado este espacio,
afirman que uno o varios de ellos no podrían haber realizado semejante obra. No
es aventurado indicar que D. Andrés Parladé Heredia era un experto en cerámica
y que su casa-palacio en la Puerta de Jerez estaba llena de objetos
indescriptibles e incluso de distintas procedencias, como Talavera, Alcora y la
propia Sevilla. ¿Pudo haber sido construido este retablo en la propia fábrica
de loza de San Juan de Aznalfarache (que,
sin embargo, pasaba por una época de decadencia en aquellos tiempos y no sería
reactivada hasta 1890), o por la de La Cartuja de Sevilla? Tampoco es
difícil decantarse por la segunda opción, porque, como demuestran artículos
encontrados en la prensa histórica, la familia Pickman mantenía muy buena
relación con los Parladé, llegando a emparentar uno de estos hombres, con una
mujer de los primeros.
De momento, no tenemos pruebas que lo
demuestren, pero sería lo más lógico que esta obra de arte sacra hubiera sido
realizada por un gran conjunto de profesionales y con maquinaria para ello.
Preguntando a varios sacerdotes, dicen que no conocen la existencia de otros
altares, con este tamaño, hechos en material cerámico.
Como parte de la historia de esta
capilla-panteón de los Parladé, deberíamos empezar por considerar que pasó desapercibida
los primeros 50 años de su historia, hasta el que el Cardenal Arzobispo de
Sevilla, D. Pedro Segura y Sáenz, reformó todo el conjunto arquitectónico.
Este carácter independiente de este espacio
fúnebre, con respecto al resto del templo sobre el cerro, tiene una gran prueba
en lo sucedido tras una revuelta en la Sevilla de 1933, en la que quemaron
templos y destrozaron obras de arte, y por lo que el Cardenal Arzobispo Mons.
D. Eustaquio Ilundain y Esteban envió un escrito a todas las iglesias de la
Archidiócesis, para que le fueran comunicados al prelado todos los objetos y
utensilios de interés artístico o histórico en cada templo. En la respuesta de
D. Juan de Dios Peña y Rada, con su firma, indica que lo relevante es la pila
bautismal del tiempo de los visigodos (“según
algunos”, explicita textualmente); y el retablo, estilo renacimiento, con
sus cinco cuadros atribuidos a Juan del Castillo, existente en la antigua
iglesia parroquial. Los demás objetos (“a
su juicio”), no reúnen condiciones artísticas o históricas, y están
consignados en el inventario de 28 de mayo de 1930. No menciona la
capilla-panteón, ni su retablo, ni las otras obras de arte que pudiera haber
allí, por la sencilla razón de que, claramente, no formaban parte del templo en
el cerro.
Actualmente, esta capilla forma parte del Templo
parroquial de los Sagrados Corazones, junto al Recinto Sagrado al Corazón de
Jesús, como sacristía, obra de unificación que debió llevarse a cabo con la
realización del nuevo complejo de edificaciones que promovió el Cardenal Arzobispo
de Sevilla, Mons. D. Pedro Segura y Sáenz, en los años 40. Por cierto, a pesar
del desmantelamiento del cementerio junto al templo en el cerro, este panteón
se vería inalterado, quizá por el propio hecho de quedar integrado a las instalaciones
parroquiales.
¿Cuántos difuntos puede haber en el
panteón?
-El 6 de agosto de 1902 falleció, en
Sevilla, D. Andrés Parladé y Sánchez de Quirós, II Conde de Aguiar. Fue quien
realizó el panteón y debió ser enterrado en San Juan de Aznalfarache. No hemos
encontrado la fecha de defunción de su esposa, pero también consideramos que
esté Dª. María Heredia y Livermore.
-El 8 octubre de 1933 falleció, en
Sevilla, D. Andrés Parladé y Heredia, III Conde de Aguiar. Se explicita que fue
enterrado en San Juan de Aznalfarache.
-El 8 de diciembre de 1933 falleció, en
Sevilla (funeral en la Parroquia del Sagrario), Dª. María del Perpetuo Socorro
Parladé e Ybarra, a los pocos meses de haberse casado. Fue enterrada en San
Juan de Aznalfarache.
-El 9 de febrero de 1935 falleció, en
Sevilla, Dª. Isabel Parladé Heredia. Fue llevada a enterrar en San Juan de
Aznalfarache.
-El 13 de julio de 1988, a los 76 años,
fallece D. Rodrigo Parladé Ybarra, que fue enterrado en San Juan de
Aznalfarache.
Desconocemos cuántos más difuntos puede
haber, recordando que es un recinto privado. Y es que no todos los
descendientes de la familia Parladé están enterrados aquí, como Dª. Teresa
Parladé y Heredia, hermana del III Conde Aguiar, que falleció el 23 de
noviembre de 1933 y fue enterrada en la Catedral de Sevilla, bajo la sacristía
del altar mayor.
Según nos han transmitido, en la
actualidad, un descendiente Parladé aun va a visitar el panteón de sus
antecesores, con sus propias llaves, limpiando el lugar y rezando por las almas
de los difuntos que allí se encuentran.
Conclusiones:
-D. Andrés Parladé y Sánchez Quirós poseía
tierras en La Puebla del Río y San Juan de Aznalfarache. Alguna visita a alguna
de estas fincas le motivaría a visitar el, en aquel entonces, único templo
parroquial en San Juan de Aznalfarache y tras gustarle algo que desconocemos en
este lugar, quiso hacerse un panteón en la atalaya más próxima a Sevilla, para
lo que consiguió el permiso del Arzobispado diocesano.
-La Capilla de Nuestra Señora de las
Mercedes (1886, aproximadamente), en
San Juan de Aznalfarache, comparte creador con el palacio de los Condes de
Aguiar en Puerta de Jerez (1890-1891, en
la que también intervino D. José Espiau de la Coba), el arquitecto D. José
Gómez Otero; y también guarda relación con el Alcázar hispalense, ya que su
creador también fue conservador del edificio monumental.
-D. Andrés Parladé Heredia, III Conde de
Aguiar, estuvo en las decisiones de la creación del Templo parroquial a San
Juan Bautista, en el año 1929. Aunque no aparezca mencionado en los actos, sí
fue albacea, junto a D. Pedro Armero Manjón, Conde Bustillo, de los bienes
económicos de D. Francisco de Paula Recur y Solá. Y también conocía al
arquitecto de años atrás, D. Vicente Traver Tomás.
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