Discurso de Blas Infante en Asamblea sanitaria de distrito, en San Juan de Aznalfarache, 1923

Agradecemos a D. Joaquín Herrera Carranza, Doctor en Farmacia y profesor emérito del Departamento de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universidad de Sevilla, también estudioso y divulgador de temas históricos sevillanos, por permitirnos publicar en este blog parte de su material que presentó en su tesis, y a Dª. Milagrosa Saquete Chamizo, Doctora en Farmacia de la Universidad de Sevilla, por las facilidades concedidas para compartirlo. El título de la tesis que defendió D. Joaquín Herrera es: “Federación Sanitaria de Andalucía (1916-1929)”.

Brevemente, indicar que la Federación Sanitaria de Andalucía se funda en Sevilla en 1916, para aglutinar y defender a las clases sanitarias (médicos, farmacéuticos, practicantes, veterinarios, odontólogos y profesores universitarios del sector de la salud). Aparte de los objetivos de dignificar la profesión, también defiende otros sociales, como la búsqueda de la paz, el progreso y el bienestar de la humanidad. Desde sus inicios, se hacen asambleas locales y regionales (se difunden sus ideas por toda la geografía española), y se elabora una revista, fundada en 1918 que, desde Sevilla, cuenta con una aparición dominical, con 36 páginas impresas, que llegó a tener una tirada de 21.000 ejemplares. Las asambleas y esta publicación acabaron en 1929.

En este texto, nuestro punto de interés es Blas Infante, el reconocido iniciador y referente básico del andalucismo, fue el abogado de la Federación Sanitaria de Andalucía, y en la publicación de 24 de junio de 1923, siendo invitado a participar de la asamblea de distrito sanitario en San Juan de Aznalfarache, pronunció un vibrante y emocionante discurso, que descubrieron el autor de la tesis, D. Joaquín Herrera Carranza, y su equipo, y al que damos difusión a continuación, a través del texto fotocopiado de aquella revista. Animamos a nuestros lectores a contemplar gozosos este vibrante y majestuoso hecho de la historia de San Juan de Aznalfarache. 

Asamblea sanitaria de distrito en San Juan de Aznalfarache.

Como se puede ver en la imagen tomada en 1914, había un gran patio en la entrada de la Iglesia parroquial de San Juan de Aznalfarache, delimitado por la fachada del propio templo, el del antiguo convento, ya abandonado y usado como instalaciones parroquiales, los restos la muralla y una verja a modo de entrada. Probablemente tendría algo de mayor dimensión que el patio de entrada a la parroquia actual. El Recinto Sagrado al Corazón de Jesús se convertiría en espacio principal de acceso al templo en 1948; hasta entonces se llegaba por varios caminos desde el Barrio Bajo, especialmente uno casi en línea recta, muy aproximado a la entrada a la finca Vistahermosa.
Mapas de 1873 y 1913, camino desde el núcleo urbano de San Juan de Aznalfarache, a la Iglesia parroquial (y las instalaciones del antiguo convento) en el cerro. El inicio se corresponde con las actuales escaleras de la zona sur del cerro.

Terminada la Asamblea, se trasladaron los asistentes a la Iglesia parroquial del pueblo, antiguo convento situado sobre una elevada colina, a la que se sube por rapidísima pendiente. Entre la colina y el río está emplazado San Juan de Aznalfarache. Desde el patio de la iglesia que, en forma de inmensa terraza o azotea, descansa sobre las ruinas de un antiguo castillo árabe, se contempla un panorama encantador, indescriptible: La inmensa vega del Guadalquivir, cruzada por el caudaloso río, detrás del cual se extiende Sevilla en varios kilómetros, destacándose sobre el conjunto de la población la enorme masa de su grandísima Catedral, dominada por la Giralda, la torre más bella del mundo.

Por la vega y alturas que la circundan, hacia el oeste en forma de anfiteatro se distinguen numerosos pueblos y millares de caseríos, que destacan su nítida blancura sobre el verdor de los naranjales y sembrados de la campiña.

En el patio de aquella simpar azotea se sirve a los asambleístas una merienda abundante, exquisita y variada, en armonía con la grandeza del panorama.

El entusiasmo es enorme; las frases de admiración por el paisaje, la satisfacción de verse reunidos tantos amigos entrañables, tantos hermanos, tantos hombres singulares, entre los que jamás se produjo una discusión, una controversia, una discordia y un antagonismo, produce en sus espíritus una sensación de felicidad inefable.

Espontáneamente, surgen por doquier voces pidiendo que el doctor Orellana (Tomás Orellana de la Maza es un médico sevillano y uno de los fundadores de la federación), entone un himno a las bellezas de Andalucía y de su gran río.

El doctor Orellana, puesto en pie en una silla y rodeado por sus compañeros, hace un precioso discurso, que termina con un inspirado soneto al Guadalquivir, siendo ovacionado.

El entusiasmo aumenta; los reunidos no se cansan de estar juntos y quieren que otro de los suyos les dirija la palabra. Por aclamación, se acuerda que lo haga Blas Infante.

Blas Infante, eminente publicista, notario y abogado de la Asociación Sanitaria, asiste también al acto, a pesar de tener su espíritu torturado por un dolor inmenso; no hace quince días que ha perdido a su noble padre.

Infante, el apóstol de la reivindicación de Andalucía, el sacerdote de nuestra patriótica espiritualidad regional, habla con la inspiración y la dulzura de un iluminado.

Antes de pasar al discurso de Blas Infante, insistimos en nuestro agradecimiento a D. Joaquín Herrera Carranza y a Dª. Milagrosa Saquete Chamizo por poder compartir este gran evento. En el siguiente texto, las palabras en referencia a San Juan de Aznalfarache y al entorno de la entrada de la Iglesia parroquial (actualmente de los Sagrados Corazones), estará con letra negrita.

Dice así:

Desde este lugar, yo no pudiera hablaros de política, sino de Estética; o a lo sumo, de una política estética, y para la Estética, también. Pero, aún para esto último fuera preciso, si no ha de ser mi palabra nota ruda, desconcertante, con la Soberana armonía o belleza de este lugar, que mis labios pudieran revelaros expresividades sublimes de arte político, intuidas por el mismo Dios; y ordenadas a encarnar en un Hecho Social esplendoroso, el ineludible Imperativo de Suprema Belleza, que ahora nos subyuga el corazón, con sus potentes vibraciones. Es la voz del alma de Andalucía. El Imperativo irresistible de esa divina serenidad azul y riente de Andalucía, la cual, sólo a través de una oración a la Belleza suma y a la Suma alegría, elevar a sus místicos fervores, a la Sabiduría suma y al Sumo Amor.

Si todos los hombres pudieran contemplar el mundo desde esta soberbia atalaya, que nos ofrece la magnífica visión de Andalucía desnuda, tendida sobre alfombra de mágicos verdores, entre horizontes de fulgurante azul, escuchando, entre ensoñadora y riente, la palabra de oro acariciante del Sol que, temblorosa de amor, en los espacios centellea; entonces, las profecías admirables del mago y vidente Ruskin, vendrían a tener una inmediata y definitiva comprobación experimental. Porque, Ruskin, desde esta cátedra, no hubiera necesitado esforzarse para demostrar que todas las discordias e imperfecciones sociales e individuales, se reducen, en definitiva, a problemas de educación estética, o más, simplemente, a problemas de verdadera educación, a problemas de política estética o de verdadera Educación; porque los hombres todos, ante esta maravillosa expresión estética, o más simplemente, a problemas de verdadera Educación; porque los hombres todos, ante esta maravillosa expresión estética del cuerpo de Andalucía, que desde esta Atalaya se llegar a percibir, habrían forzosamente de sentir, como lo venimos a sentir nosotros, inhibido todo su ser animal, en un anhelo intenso de Belleza absoluta y de absoluto Amor, esto es, habrían de venir a sentirse requeridos, arrebatados y unificados al fin, como en un solo espíritu, cual lo estamos nosotros ahora, por este poderoso llamamiento que, mediante la Belleza majestuosa de Andalucía, a todos nosotros nos hace Dios; y allanarían todos, animados por una santa e intensa alegría del vivir, excluyente, como verdadera alegría, de toda agresión, abrazados los unos con los otros, ansiando besarlo todo, bendecirlo todo, porque sólo así podrían besar y bendecir, en transportes de sagradas efusiones, al divino Creador de este portento, de esta incomparable maravilla, que podemos contemplar desde aquí.

Esta es la razón, en virtud de la cual he dicho muchas veces que, morir por la liberación de Andalucía, sería morir por la causa de Dios; porque Andalucía es una soberana intuición estética del Creador; y su florecimiento libre, sería, por tanto, una irresistible invitación a la alegría y a la hermandad, y así, su libre y fraterna existencia fecunda, se vendría a desplegar el mundo de su Gracia sin igual, convertiríase en firme garantía de solidaridad entre las demás naciones de Iberia, volviendo, como en épocas pretéritas y felices, a encantar al Mundo. El lema de su escudo, inspirador de su renacer, como antes lo fuera de su desconocida historia de paz, de cultura, de arte y de civilización, así también nos lo asegura: ANDALUCÍA POR SÍ, PARA IBERIA Y LA HUMANIDAD. La Belleza divina, alienta por sí, pero no para sí, sino para darse a todo. ¿Tendré razón al asegurar que las empresas redentoras de Andalucía tendrían siempre un claro sentido místico?

Andalucía vivió siempre, cuando era libre, por sí, pero no para sí, sino para dar a los demás pueblos, literalmente, todos los recursos de potencia material y toda la riqueza de espíritu, ganados con su propio esfuerzo. Si España estuviese inspirada por Andalucía, ¿hubieran ocurrido los desastres infinitos que han concitado contra ella, la odiosidad y el menosprecio de todo el mundo? Ved un ejemplo: en Marruecos. Andalucía, cuando era libre, siguiendo la inspiración de su lema glorioso, manifestado en multitud de ejemplos como este, durante todas las épocas de su Historia, sin pedir nada a cambio, tiene bajo su cuidado, el que los rapaces normandos no viniesen ni a robar ni a matar a los habitantes de las costas del Magreb, principalmente, en esa indomable Alhucemas, entonces Principado de Nekor. Andalucía, por su propia cuenta, sin exigir nada a cambio, ni tributos de ninguna índole, ni menos ocupaciones de territorios, perseguía a las naves piratas normandas, restituyendo a los marroquíes los cautivos que aquellas arrancaran de su suelo; defendía a los príncipes de Marruecos contra ajenas y arbitrarias invasiones y regalaba a los marroquíes, manifestando en liberalidades innúmeras, el nervio real de su genio y de su rumbo. ¿Sabéis cuál fue el resultado de este generoso proceder? Pues el que los marroquíes rogaran a los andaluces que los recibieran como súbditos; el que Marruecos, voluntariamente, sin necesidad de ocupaciones materiales, se honrara a sí mismo, declarándose subyugado por el genio de Andalucía.

Así procedía la Andalucía libre que, el siglo X, ante el mundo, representaba a España. Comparad procedimiento con procedimiento y resultado con resultado en la España del siglo XX, con Andalucía aherrojada, caricaturizado su genio y convertida en flautera de todos los vicios que determinan actualmente España, por obra y gracia de unos cuantos escritores vanos e inconscientes, cuyo nivel de espíritu no puede alcanzar la alteza del espíritu aristocrático, siempre aristocrático, de nuestra madre Andalucía.

Y es que, en Andalucía, como decía el divagador por la Ciudad de la Gracia (obra de 1914): “mariposa callada por un jardín espléndido, en donde innúmeras flores o motivos, a un tiempo requerían su afán aromatizador”, en Andalucía, como aseguraba nuestro inolvidable José María (de apellidos Izquierdo y Martínez), en un documento inédito aún, no se pueden acuñar el Tiempo, ni tampoco el oro que, a raudales, derrama sobre ella el Sol. No se puede acuñar el tiempo, porque aquí no se pueden vivir detalles minúsculos de la vida, sino en cada instante, la vida integral; porque, obra maravillosa de la vida, es Andalucía, y una obra de arte es genial; sólo cuando el detalle viene a irradiar la belleza integral del conjunto; porque, en un detalle de la belleza, resplandece la misma esencia de la belleza integral. De aquí la sabia interpretación sentimental que hacen de todas las cosas los andaluces, comprobada por el vuelo de una imaginación que, en cada instante, viene a gozar de la vida. De aquí la alegría de vivir que viene a esenciar el alma de los andaluces, espíritu pródigo para todas las generosidades; claro cristal a través del cual se desvanecen las incomprensiones todas.

Y España y el mundo necesitan de un pueblo que no acuñe ni el Tiempo, ni el oro. En esta Edad, en que todo se reduce a detalle y moneda, enfrente de los egoísmos excluyentes de otras nacionalidades de Iberia, entre los conflictos provocados por la incomprensión de pueblos hermanos, alcemos, con la bandera de Paz y de Esperanza, con el estandarte verde y blando de Andalucía, el espíritu de nuestro pueblo, para que vuelva al Palenque de la vida, ansioso de ganar por sí mucha potencia económica y mucha gloria que pueda ofrendar liberalmente a los demás, apagando, a fuerza de generosidad, el resquemor de mezquinas rivalidades.

Enfrente de las bárbaras luchas que hoy asolan el mundo, afirmemos la inspiración del alma de este pueblo, cuyos hijos y cuyos héroes dieron los ejemplos de rumbo mayor, gozando de la Hacienda ganada a fuerza de trabajos y de combates viriles cuando, como Gonzalo de Córdoba, la repartían para llevar a sus semejantes, con la alegría de vivir, el encanto y el consuelo del Genio Pródigo de Andalucía. Así, el lema inspirador de la Historia andaluza vuelve a ser ahora, como antes lo fue, la regla moral dirigente de individuos y de pueblos en su avance fatigoso por los caminos de la Evolución hacia el Eterno Fin, hoy oscurecido por las fieras disputas entre razas, de las cuales pudiera decirse con Hesiodo: “¡Razas viles, que no sois más que vientres!”.

Y así será. ¿No veis que, en este pueblo de divina imprevisión, hasta el jornalero esclavo, arrebatado por el Genio de su raza, gasta en ser rumboso el jornal del día, dejando a cada día su cuidado, según el precepto evangélico? Pues, ¿en qué es inferior a la hiena el hombre actual, sino en que una terrible previsión no impide a la hiena dejar a sus hermanos del bosque los restos de la víctima que le sobraron después de llenar la panza? Terrible previsión, que al animal humano lleva, no sólo a hurtar a sus hermanos los despojos de la presa, no obstante tener ya el vientre repleto, sino que le fuerza hasta a acaparar el bosque en que todas las presas se agitan. Imprevisores en este orden son los andaluces. Bendita esta imprevisión de nuestra patria pródiga. Con esta imprevisión, ¿serían posibles entre los hombres las actuales luchas salvajes, que le reducen a peor condición que las fieras mismas?

Y ahora, para concluir. Al remontar a esta altura, yo no he querido hablar con los individuos andaluces, conductores de aspectos del alma de Andalucía, sino directamente con esta alma que se percibe a través de páginas transparentes de ese supremo libro de lírica, abierto por la Naturaleza esplendorosamente ante nosotros. Pero ya habéis visto por qué, cómo y cuánto importan a España y a la Humanidad, la resurrección de Andalucía. Y en este sentido, yo me atrevo a rogaros, sanitarios andaluces, que vengáis a formar en las filas de la Cruzada, por la redención de esta hermosa y cautiva patria nuestra. Ya el lema de vuestra Federación, así como el ejemplo de vuestro Apóstol, vienen a expresar elocuentemente la cualidad netamente andaluza y, por tanto, andalucista de esta disciplinada y poderosa organización: “Ganar, por sí, mediante el trabajo propio, ciencia y virtud, para ofrendarlas liberalmente a los demás”.

Yo os pido que, lejos de fomentar en vosotros, como es la moda, el desarrollo del espíritu, estrecho y excluyente, espíritu mezquino de egoísmo individual, disfrazado hoy con el nombre de espíritu de clase, que vengáis, cada vez más, a dejaros arrebatar por aquella aspiración. Pensad que sólo la generosidad, la liberalidad, el rumbo, son artísticos, son estéticos, y que la educación adquirida por los andaluces, al haber de leer forzosamente desde que vienen al mundo, en ese claro y magnífico libro de estética que es Andalucía, les impone, de un modo necesario el ser artistas de verdad, esto es: generosos, rumbosos, liberales. Sólo con este espíritu podrán llegar a resolverse los grandes problemas de la Humanidad contemporánea, políticos y sociales, originados en miserables egoísmos y exclusiones, esto es: en falta de educación estética, como diría el Mago Ruskin.

Continuad, pues, por ese vuestro camino de generosidades, así vendréis a ser factores de la Historia de Andalucía, puesto que no accedáis a mi deseo de luchar activa y directamente por la libertad y dignificación de nuestra patria, al menos en vosotros sea traducida su fundamental aspiración: Andalucía por sí, pero no para sí, sino para la Humanidad.

(FIN DEL DISCURSO) 

La asamblea de 1923 en su conjunto tuvo que ser un éxito, porque en 1924, un año más tarde se celebraría otra asamblea sanitaria, con participación de 400 profesionales de Sevilla y provincia, pero también de Madrid, Córdoba, Huelva y Badajoz. Si quiere saber más sobre esta gran reunión, haga clic aquí.

Agradecemos a D. Joaquín Herrera Carranza, Doctor en Farmacia y profesor emérito del Departamento de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universidad de Sevilla, también estudioso y divulgador de temas históricos sevillanos, por permitirnos publicar en este blog parte de su material que presentó en su tesis, y a Dª. Milagrosa Saquete Chamizo, Doctora en Farmacia de la Universidad de Sevilla, por las facilidades concedidas para compartirlo. El título de la tesis que defendió D. Joaquín Herrera es: “Federación Sanitaria de Andalucía (1916-1929)”.

Al transcribir este discurso no hemos podido contar con el contexto previo: convocados, número de asistentes, actividades que hicieron y dónde, qué sucedió después… Si logramos tener acceso a esa información, será publicada en otra entrada con enlaces entre todos estos contenidos con la etiqueta Asamblea Sanitaria.

Por el crecimiento de árboles, ya apenas existen las vistas desde esta plaza.

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