La gran leyenda de San Juan de Aznalfarache

Dibujo de la pila bautismal de San Juan de Alfarache, en 1651.

Las tres primeras definiciones de la palabra “leyenda”, según la Real Academia Española (2025):

1.- f. Narración de sucesos fantásticos, que se transmite por tradición.

2.- f. Relato basado en un hecho o un personaje reales, deformado o magnificado por la fantasía o la admiración.

3.- f. Persona o cosa muy admiradas y que se recuerdan a pesar del paso del tiempo.

 

A pesar de la importancia industrial de San Juan de Aznalfarache, con la primera construcción de hormigón armado que se realizó en España en 1905 y una de las tres fábricas de cerámica más importantes del país; de su relevancia agrícola, como la industria de perfume floral, que llegó a exponerse en ferias internacionales en el siglo XVIII; o la destacada impronta en la literatura, al dar nombre e inicio a la universal novela picaresca “Guzmán de Alfarache”, nada es comparable a la gran leyenda histórica de los hechos milagrosos que pudieron desarrollarse en la antigüedad, en este término municipal, en el siglo VI, vinculada a la pila bautismal de Osset.

En la siguiente recopilación, como no se ha hecho otra hasta este año 2025, presentamos las ideas principales de lo que han expuesto investigadores, cronistas, periodistas e historiadores, sobre lo que pudo suceder, dónde pudo ser y si fue la protagonista la pila que llega hasta nuestros días o sucedió con otra (esto último es lo cierto, pues las dataciones muestran que este objeto no es tan antiguo como debió ser en aquel siglo VI). Comenzamos esta fascinante aventura histórica, rodeada de muchos misterios.

 

El origen fundamental para conocer el misterio de la leyenda de la pila bautismal del Osset Bético (actual San Juan de Aznalfarache), está en San Gregorio de Tours, obispo e historiador francés del siglo VI que, según las referencias en el extenso estudio elaborado por el monje cartujo fray José de Santa María, en 1630, y el texto en “España Sagrada” (tomo IX), de Henrique Flórez, en 1752 y 1757, transcribimos unas cuantas líneas a continuación de lo que escribió:

“Por lo que mira á la línea Eclesiástica, tuvo Osset la singularidad del milagro que, cada año, obraba el Cielo allí por la Pascua, llenándose en su víspera la Pila bautismal de agua, estando antes vacía. El suceso se autenticaba en esta forma: Había una Pila de mármol, dispuesta con su figura en modo de Cruz; y concurriendo el pueblo con el Obispo á aquel lugar (en que estaba edificada una suntuosa Capilla con reliquias del Mártir San Esteban), oraban juntos en el día del Jueves Santo, en que la Pila se hallaba sin agua. Luego cerraban y sellaban la puerta de la Capilla hasta el Sábado, en que volvían á reconocer el sello de la puerta y, abriéndola, encontraban la fuente, no sólo llena de agua, sino rebosando, con el nuevo prodigio de que, estando el agua más alta que el brocal, no sólo no se derramaba, sino que tampoco se disminuía, no obstante que después de haberla bendecido, sacaban los Fieles mucha agua para llevarla á sus casas, y aun para asegurar los frutos de los campos, como lo conseguían, aspergeando con ella las viñas y heredades.

Manteníase el agua en aquel colmo, hasta que la tocaba el primero que se bautizaba y, entonces, se veía el nuevo prodigio de que se quedaba en constitución regular y, en acabando de bautizarse todos los que concurrían á este fin, se desaparecía el agua, fin saberse su término, así como se ignoraba el principio”.

[…]

“Un Godo Arriano que, con desprecio de la maravilla, metió allí sus caballos, haciendo establo á la sagrada Capilla. Pero á la medianoche, se sintió tan á las puertas de la muerte, que dió voces para que sacasen los caballos y, aun sacados se mordía á sí mismo, maltratándose tanto, que murió oprimido del enemigo.

Otra prueba fue que el Rey Arriano, nombrado por el Turonense, Teodegildo, creyó ser ficción de los Catholicos el milagro. Y para asegurarse, añadió al sello del Obispo el suyo y, poniendo, además de esto, guardas à la Capilla, para ver fi alguno intentaba el fraude. Y como sin descubrir industria humana, se observase el prodigio en aquel año, y en el siguiente, en que repitió la caución, añadió, al tercer año, la nueva diligencia de mandar abrir un foso profundo alrededor de la Capilla, por si había algún oculto acueducto por donde el agua se encaminase à la fuente. Mas no sólo no se halló vestigio de tal cosa, sino que murió el Rey antes de la Pascua, no mereciendo su incredulidad ver aquel día”.

 

Como buen misterio, también podría haber otra mención a aquellos milagros ocurridos en Osset, en aquel siglo VI, que habría sido reflejados San Ildefonso, Arzobispo de Toledo y Padre de la Iglesia, desde su ciudad y de la cual se convirtió en patrón. Se puede saber más sobre este tema en el siguiente enlace: haga clic aquí.

 

En el siglo X, Luitprando de Cremona (Liudprand o Luit Prando), latinizado Liutprandus Cremonensis (922-972), fue un historiador de los lombardos y obispo de Cremona, que también haría alusión en su obra “Adversaria”, a los hechos acaecidos en torno a esta pila bautismal, aunque él la sitúa en tierras de Lusitania (Portugal).

 

Tras aquel primer milenio y algo más de medio siglo después, es fray Alonso Venero, de la orden de Santo Domingo de los predicadores, quien recupera, en 1569, esta temática sobre las pilas bautismales hispánicas, con la siguiente referencia: “En tiempo del rey Loyba de España, que reinó en el año del Señor de 579, se secaron las pilas del bautismo en España, porque celebraron la pascua de resurrección a 28 de marzo, en vez de celebrarlo a 18 de abril”.

 

Pocos años después, otro fraile, pero este jerónimo, además de humanista, historiador, arqueólogo, catedrático de retórica en la Universidad de Alcalá y cronista del Reino de Castilla, Ambrosio de Morales, en 1577, publica el texto siguiente:

Cerca de Osset, lugar de la Lusitania (dice Gregorio de Tours), hay en el campo, una piscina o alberca pequeña, labrada de mármol de diversos colores, en forma de cruz. Los cristianos habían también labrado un hermoso templo para tenerla dignamente guardada. Llegado el Jueves Santo, se junta allí todo el pueblo y gente cercana con el Obispo, y son todos consolados, sintiéndose un suavísimo olor del cielo. Hacen todos oración y, al salirse el Obispo, cierra las puertas de la Iglesia, con gran diligencia, y sella todas las cerraduras, dando lugar y previniendo con la fe la virtud del cielo que, por la misericordia de Dios, allí se ha de obrar. Al tercer día, que es el Sábado Santo, el pueblo se junta, para bautizar a todos los niños nacidos aquel año. El Obispo, con los que allí se halla, reconoce sus sellos, como están enteros, sin haber sido tocados y con esa seguridad, abre las puertas. Llegados a la piscina, que dejaron vacía, por virtud celestial, y por maravilloso don divino, la hallan toda llena de agua; y con colmo alto, a manera de medida de trigo, derramándose por todas partes, con grande abundancia. Bendice el obispo la fuente milagrosa, echando dentro el crisma; y bautizados los niños, a los demás fieles se les permite llevar de la fontana agua como reliquias. Acabada si la fiesta, las aguas que tuvieron invisible principio, se vuelven a esconder con fin menos entendido”.

Cuenta fray Ambrosio de Morales también las pruebas que hizo el rey Teodiselo (o Teodegildo), contra el milagro, fracasando en todas ellas; o el importante godo que metió sus caballos dentro del templo, y que murió rápidamente por una enfermedad; o el ladrón que le robó un cuchillo al sacerdote que le llenó el vaso de agua bendita y, a continuación, al encontrarse el mismo vacío sin haberlo derramado, le devolvió el objeto robado al clérigo, para entonces sí poder llevarse aquella agua milagrosa.

Es decir, fray Ambrosio de Morales es quien, después del primer milenio, recupera para la historia de España todos aquellos hechos milagrosos.

 

Comenzamos con el ya intenso, para esta crónica, siglo XVII, con el teólogo jesuita e historiador Juan de Mariana, en 1601, siguiendo lo redactado por San Gregorio de Tours, explicó así el misterio de las pilas bautismales por el tiempo de Pascua, en el que se menciona expresamente a la de Osset, denominada como de “Osseto”:

Según lo que pone Sigeberto, los españoles celebraron la fiesta de la Pascua a las doce de las calendas de abril, que es a veintiuno de marzo. Los franceses, a los catorce de las calendas de mayo, es decir, a dieciocho de abril. En tal día, dice que las fuentes del lugar de Osseto, que se solían, por sí mismas, todos los años, henchir, manaron, como era costumbre, señal de que los franceses acertaron y se engañaron los de España, milagro con que muchas veces, por estos tiempos, como lo dice Gregorio Turonense (de Tours), escritor de esta era, se mostró y entendió la verdad sobre este punto, con gran diversidad de opiniones sobre el día en que se debía de celebrar la pascua, hubo entre estas dos naciones, por no estar asentada del todo la razón del cómputo eclesiástico”.

Y se vuelve a referir a la pila bautismal de Osset u “Osseto”, la que se henchía de agua y donde se recogió Hermenegildo huyendo de su padre, tras dejar Sevilla, indicando que este es uno de los posibles relatos de lo que pasó con este santo mártir, antes de su detención por su padre Leovigildo.

 

El segundo autor que expone sus conocimientos sobre este tema: César Baronio, teólogo, historiador y cardenal de la Iglesia Católica que, en 1603, en su obra “Annales Ecclesiastici” vuelve a difundir lo que ya comunicó San Gregorio de Tours, respetando incluso el nombre del lugar, escrito en el texto original como “Osen”.

 

En 1627, el presbítero capellán sevillano don Pablo Espinosa de los Monteros, escribe la “Primera parte de la historia de las antigüedades y grandezas de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla”, y basándose en la narración de San Gregorio de Tours, él ya afirma que Osset es San Juan de Alfarache y que el obispo no mencionado por el autor original sería San Leandro.

 

Uno de los más importantes documentos sobre esta pila bautismal y también uno de los dos que, en exclusiva, se refieren a la de Osset (pues, al menos, hasta este año 2025 no hay tesis registrada que lo estudie en profundidad y expresamente), es el que elaboró, en el año 1630, el monje cartujo José de Santa María, al que, por su importancia para esta parte de la historia de San Juan de Aznalfarache (San Juan de Alfarache, en aquella época), se podrá saber más a través de este enlace en este mismo blog. Su obra se llamó, explícitamente: “Información sobre la posesión y propiedad de la milagrosa pila bautismal en el Osset Bético, territorio hispalense transamniano, San Juan de Alfarache, a Don Fernando Remírez Fariña, del Consejo y Cámara de Su Majestad, Patrono y Mayor pariente de la divisa Solar Real de Nuestra Señora de la Piscina, Fundación del Rey D. Remiro de Navarra”.

Si quiere leer el texto completo sobre el monje José de Santa María y su documento sobre la pila bautismal, haga clic aquí.

 

Vuelve a incidir en el origen sevillano de la pila bautismal de Osset, el poeta, historiador, abogado y sacerdote, nacido en Utrera, Rodrigo Caro, en 1634:

De este famoso e insigne milagro, no sólo hace memoria San Gregorio de Tours (o Turonense), sino también el monje benedictino Sigeberto, en el “Chronicon”, y Marco Máximo, Arzobispo de Zaragoza, y otros muchos y grandes autores. Más dicen que el Osset donde sucedía no era en la Bética, sino en la Lusitania (Portugal); de manera que constituyen dos lugares de este nombre. San Gregorio dice que, donde se encerró San Hermenegildo, con los 300 soldados escogidos, era en Osset, donde sucedía el dicho milagro. Y ya vemos que la guerra que Leovigildo le hizo pasó aquí, en Sevilla, donde estuvo cercado y, parece conveniente que aquella acción pasase cerca de Sevilla, y no en la Lusitania”.

 

Y después de estos autores, muy vinculados a Sevilla y su provincia, nos encontramos con el monje cisterciense madrileño, maestro en Teología e historiador Francisco Bivar, en 1651, dentro de su obra “Marci Maximi Episcopi Caesaragustiani”, desmiente que la pila bautismal que él conoció (la que llega hasta nuestros días, según los dibujos), pudo ser la de los milagros de la leyenda: “A primera vista, lo admito, aquella piedra perfilada me pareció algo digno de admirar de cualquier manera. Pero teniendo en cuenta lo que refieren los autores, no parece tener nada en común con la fuente ossetia (de Osset), pues no guarda ninguna relación en cuanto a tamaño, material o forma”.

Hace una amplia descripción de la misma, del material que la conforma, de su tamaño y de su situación, incluyendo un dibujo, por lo que da a entender que estuvo delante de la misma que, suponemos, es la que llega hasta el tiempo presente, representando ser pequeña, para toda el agua que suponían para aquel milagro en aquellos tiempos. Además, esta pila tiene una forma entre lo cuadrado y lo circular, no es cruciforme, no representa la forma de una cruz, como se establece en los primeros escritos de aquellos hechos.

Argumenta también, a partir de lo que dejó escrito Luitprando de Cremona que aquello, inicialmente, debió ser más bien un estanque y que ya en su época, el siglo X, aquel lugar estaba abandonado.

Entre otras indicaciones, también que explica que, para este tipo de fuente, no haría falta la gran zanja alrededor del templo, que ordenó cavar el rey Teodogildo.

Termina diciendo sobre la pila de la Osset bética que Luitprando de Cremona expresa que, en el año 942, fue destruida por los sarracenos y que ese mismo autor deja escrito que lo presenció con sus propios ojos.

Para terminar, hace un alegato a favor de que aquellos hechos milagros tuvieron lugar en Lusitania (Portugal), y dice haber descubierto que fue un lugar llamado Ongela, que luego fue destruido y, posteriormente, se nombró Oseti.

 

Juan Tamayo Salazar, historiador español del siglo XVII, en su obra “Martyrologii Hispani, tomus quintus: Anamnesis sive conmemorationis sanctorum hispanorum, ad ordinem et methodum” (1658), hace un análisis de la historia de nuestra pila bautismal con varias cuestiones interesantes:

-Incluye las tres posibilidades de que Osset sea un lugar de Portugal, cercano a Sevilla (Híspalis), o a Valencia (aquí aparece, por primera vez que sepamos, esa otra Osset, vinculada a un templo, en el término municipal de Andilla y que aún existe como aldea).

-Indica que la pila de San Juan de Alfarache, con el gentilicio la “alfarachense”, ya se visitaba en aquella época, por la historia de estos milagros que se le atribuyen.

-Hace un dibujo completo de la misma que nos remite a su forma actual.

-También confirma, como otros autores clásicos (Baronio y Máximo), los baptisterios antiguos se construían con gran tamaño, como es la ossetana.

-Explica que la de Alfarache “se ve como una sola piedra”, mientras que la descrita de los tiempos de San Gregorio de Osset, estaba hecha de muchos mármoles, de diversos colores, lo cual señalaría que esta no es la descrita en la antigüedad.

-Su análisis acaba sentenciando que, conforme a lo explicado por el Turonense, por Máximo y Binario, Osset estaría en Portugal, y no en España.

 

Dibujo de la pila bautismal de San Juan de Alfarache, en 1658.

En la obra de 1669, “Población eclesiástica de España y noticia de sus primeras honras, con mayor crédito de los muertos, continuada en los escritos de Marco Máximo, Obispo de Zaragoza…”, escrita por el fraile de la Orden de San Benito e historiador español, Gregorio de Argaiz, su fuente es el obispo zaragozano Máximo, que ejerció dicho cargo entre los años 592 y 619, aunque también se hace referencia a San Gregorio de Tours (el Turonense), o el venerable Beda, entre otros. Y este estudioso benedictino señala que este milagro de Osset se sitúa en un pueblo de la Lusitania (Portugal), a cargo del Obispado de Badajoz y que un suceso parecido ocurrió en Sicilia, en el año 417. Tras la mención de los otros estudiosos del tema, ya se abre el abanico de posibles lugares, incluyendo San Juan de Alfarache. También se narra el castigo al incrédulo rey arriano Teodiselo (o Teodigildo).

 

El polifacético (noble, historiador, coleccionista, cronista, escritor, maestro de obras, veinticuatro o alcalde sevillano y Caballero de la Orden de Santiago), don Diego Ortiz de Zúñiga, en 1677, en su obra “Anales Eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, metrópoli de la Andalucía, que contienen sus más principales memorias, desde el año 1246…”, dejó escrito:

Es el castillo de Aznalfarache bien célebre, por su mucha resistencia, cuando la conquista de esta ciudad, y la mucha sangre que se vertió en su expugnación. A su iglesia dejó el título de San Juan, la Orden del Precursor Bautista, que lo tuvo en sus principios, y lo devolvió a la Corona. Famoso en los tiempos antiguos, por la milagrosa pila bautismal del Osset Bético, que era su nombre y que, milagrosamente, se llenaba de agua los Sábados Santos, para el Bautismo de los Catecúmenos, que allí se muestra con digna estimación”.

 

La segunda y última obra que tiene como base principal el milagro de la pila bautismal de Osset, identificado como San Juan de Alfarache, es “Reflujo del agua bendita, que cual sagrado Jordán, a vista del arca del mejor maná, haciéndole cristalino muro se defiende de la opinión, que quiere hacerla correr en tal presencia y que el Arca del Testamento parezca a la del diluvio”, de 1680, donde llega a considerarse como de un valor universal o de importancia para toda la Iglesia Católica, en el escrito que realiza el presbítero Salvador Fernández de Herrera, capellán de la catedral, justificando que no se use agua bendita entre el Jueves y el Sábado Santo.

La materia de este baptisterio era un bellísimo jaspe; su forma de cruz. El templo en el que se incluía, suntuosísimo, muy alto y capaz. El Jueves Santo, revestido el Obispo de los sagrados ornamentos, formando solemne procesión del pueblo, iban a este lugar, donde apenas llegaban y ya sentían sus almas moverse interiormente a devoción, ocasionada de la admirable fragancia que de sí despedía. Hecha la oración, cerraba y sellaba el Obispo la puerta del baptisterio, la cual requería muchas veces los días siguientes hasta el Sábado de Pascua, a la hora competentes de celebrar el Bautismo, y habiendo dejado la fuente, o taza, totalmente seca el Jueves Santo, este día la hallaba llena de agua y, con segundo milagro, formaba sobre el labio de una taza una bóveda con colmo, cual se llena, dice San Gregorio, una muy colmada medida de trigo, sin verterse gota alguna de agua, aunque se movía y andaba inquieta. Y cogiendo el pueblo gran cantidad de ella en varias vasijas, que ya traían prevenidas, ni la bóveda bajaba, que era el tercer milagro, ni el agua se disminuía, quedando siempre en la cantidad primera”.

En este texto también se relata las trabas que trató de poner el rey visigodo Teodogildo a la misteriosa aparición de aquella agua y del otro incrédulo que metió a sus caballos en aquel templo.

Además, se indica que cesó el milagro principal en el año 548, por designar mal los días para la pascua, por lo que, una vez corregido, volvieron a experimentar las maravillas de los efectos de la aparición del agua.

La circunstancia teológica principal que se nos mostraría aquí es que el referido milagro es la expresa indicación de sacarse o que faltase el agua en el baptisterio desde el Jueves Santo y volver el agua, por sí mismo, con la Resurrección de Jesucristo.


Otra polifacética personalidad que tenemos en estas líneas es Enrique (o Henrique) Flórez de Setién Huidobro y Velasco: religioso agustino, historiador, traductor, geógrafo, cronologista, epigrafista, numismático, paleógrafo, bibliógrafo y arqueólogo, confeccionó “España Sagrada. Teatro geográfico-histórico de la Iglesia de España”, en 1752.

Enrique Flórez comparte los sucesos narrados por San Gregorio de Tours, con los datos sobre San Hermenegildo y su defensa de Sevilla, por lo que Osset debía estar cerca de dicha urbe, basándose en el español Juan de Bíclaro, como fuente más apropiada y cercana para la geografía de los hechos.

En el último párrafo sobre Osset, hace referencia a que la pila bautismal que aquí se encuentra, con forma de cruz, no se puede decir que sea un baptisterio antiguo, pues sólo mide cinco palmos de diámetro (1,14 metros), y dos dedos de grosor (22 centímetros). Duda de a qué parte se refiere con el grosor, pero queda claro, una vez más, que esta pila descrita sería la que llega hasta nuestros días.

 

Juan de Ferreras, religioso jesuita y erudito del siglo XVIII, realizó la “Sinopsis histórica cronológica de España” (1775), en la que dedicó varias páginas de su tercera parte, a la pila bautismal de Osset.

En el año 549, narra lo que hizo el rey Teodisclo (o Teodigildo), basado en lo que cuenta San Gregorio de Tours. Pero este autor también realiza una documentada crítica, sobre que el rey no pudo probar las maravillas de la pila durante tres años, pues sólo uno fue monarca. O San Gregorio de Tours se equivocó, o incluyó en estos tres años a otro rey visigodo de nombre parecido. También hace una relación de los diversos lugares a los que se puede referir las maravillas que se describen: Lusitania o cercanías de Sevilla.

Posteriormente, elabora una teoría muy particular y parece que única, entre todos los documentos que hemos consultado:

Ha habido quien pensó que este lugar donde se obraba el milagro, tenía su obispo, como dan a entender estas palabras:Conveniunt in locum illum cum Pontífice cives’, es decir, ‘Concurren a aquel lugar con el Pontifice los vecinos’. y más abajo: ‘Adveniens Epifcopus cum civibus fuis’, es decir, ‘Viniendo el Obispo con sus ciudadanos’. En toda España no ha habido un obispado con el nombre de Osset y como los obispos asistían los días de Jueves y Sábado Santos a celebrar los oficios en sus iglesias, con sus vecinos (que alude a los que viven con él), fuera San Gregorio de Osset. Aunque este autor matiza que se pudieran referir por error al lugar con el nombre más parecido que conoce: Oreto, junto a Almagro, en La Mancha. Y en su escrito también parece confundir al francés San Gregorio de Tours con el español San Gregorio de Osset.

Además, resalta la existencia de esta pila bautismal, dentro de la diferente fecha de celebración de la Pascua entre españoles y franceses, destacando expresamente la de Osset: “583. Este año volvió la duda entre los españoles y franceses sobre el día que se había de celebrar la Pascua; celebrándola los españoles el veinte y uno de marzo, y los franceses a diez y ocho de Abril: en cuyo día se llenó la milagrosa pila Bautismal de Osset”.

 

El académico de Historia, pintor y viajero Antonio Ponz, en 1786, escribe que, como peregrino, estuvo en “San Juan de Alfarache, en un convento de terceros de San Francisco, situado en un cerro llamado del Alxarafe, al Poniente de Sevilla, un cuarto de legua de Triana. Allí, según han escrito algunos autores, fue la Colonia Julia Constantia, llamada Osset en las medallas (monedas), y que es donde sucedía el milagro de llenarse repentinamente la pila bautismal de agua cada año el Sábado Santo y que se colmaba mucho sin derramarse. Y que, cuando el primer bautizado la tocaba, bajaba el agua, quedándose al igual de la pila. Varios autores refieren este milagro en Osset y, entre ellos, San Gregorio Turonense (o de Tours), pero la duda está en si este Osset, u otro. Entre tanto, enseñan en la iglesia una pila bautismal, que dicen ser la del milagro referido”.

 

El escritor y diplomático Diego Saavedra de Fajardo escribe la obra “Corona gótica: castellana y austríaca”, en 1789, situando los hechos maravillosos de la pila bautismal, en el año 548, señalando como su referencia a San Gregorio Turonense (o de Tours), con la muerte del incrédulo rey Teudiselo (o Teodigildo). Justifica, a través de su traducción del latín, que el templo en el cerro fue levantado por la devoción que causaba la fuente bautismal. El obispo la bendecía, echando en aquella piscina el sagrado crisma, para que luego “se bautizaran los niños del lugar nacidos aquel año” (esta es una afirmación difícil de aceptar, pues en los primeros años del Cristianismo sólo se bautizaba a los adultos, para así poder entrar en el templo y formar parte de la comunidad).

Este autor comenta también que Teudiselo (Teodigildo) acusaba de engaño a los “romanos”, explicando que así se llamaba a los católicos de la época y que, después de por tres años (aunque está demostrado que sólo reinó uno), tratar de impedir aquel milagro, murió asesinado por sus vasallos.

A continuación, recoge la duda existente, expresada también por Juan de Mariana, sobre por qué el obispo San Isidoro, ni su hermano San Leandro de Sevilla, no escribieron algo sobre esta pila bautismal, como tampoco lo hicieron sobre el martirio de su contemporáneo San Hermenegildo que, además, tuvo una cercana convivencia con el primero.

 

El historiador jesuita Juan Francisco de Masdeu, en 1792, elabora una crítica feroz sobre todos los hechos en torno a las fuentes de “Osen” u “Oser”, según lo escribió Gregorio de Tours, explicando que, tal y como aquellos sucesos perduraron 50 años, ningún escritor español se hiciera eco de ello; que el tiempo del reinado del godo Teudiselo no fueron tres años, sino solo uno; que es un sitio inexistente, que los nombres no son correctos; que la tradición española de la época era cerrar los baptisterio desde el primer domingo de cuaresma, hasta el Jueves Santo. Todos estos relatos los da por inventados y que el texto de San Ildefonso, donde se alude a ello sin nombres, no es original, sino que es “un tejido de relaciones y expresiones ajenas, que no tienen más autoridad que la de los autores donde se tomaron, siendo la relación del milagro una mera copia de lo que escribió San Gregorio de Tours”.

NOTA: según la obra de Juan de Mariana (publicada en 1845), el cierre de la pila bautismal por el obispo, desde el principio de cuaresma, hasta su apertura el día de Jueves Santo, partiría del Concilio de Toledo, del año 694, es decir, más de un siglo después de los milagros atribuidos a la pila bautismal.

 

Pasamos a principios del siglo XIX, porque el clérigo, historiador y escritor Joaquín Lorenzo Villanueva, en 1804, describió todos los milagros vinculados a la pila bautismal de Osset, referida a la aldea de Andilla (Valencia), descartando a su vez la bética, cercana a Sevilla.

Hay una peculiaridad en su análisis, desmontando al anterior autor e investigador que habló sobre este tema, Juan Francisco de Masdeu y su obra “España Goda”, que al no mencionar San Ildefonso de quién tomó los textos, como sí hace en otros capítulos, hay que considerarlos como suyos y respetarlo, porque estaría convencido del mismo. Y si calló los datos, sería porque lo hizo como orador, por lo que se puede expresar con rapidez y sin entrar en detalles.

Además, plantea una cuestión interesante, que podría afectar a autores cercanos y contemporáneos, como San Leando y San Isidoro de Sevilla: “En lo tocante a los otros Padres y Doctores españoles, ¿quién dirá que no escribieron más libros que los que han llegado a nosotros? ¿Y por qué no podrán existir entre los perdidos algunos documentos de este prodigio?”.

 

El historiador Gerónimo Pujades relata en su obra “Crónica universal del Principado de Cataluña”, de 1829:

En el lugar de Osset, reino de Portugal o cerca de Sevilla, se experimentaba que todos los años, en la víspera de la Pascua de Resurrección, se llenaba milagrosamente de agua, muy limpia y clara, una pila que había dentro de la iglesia; y de ella tomaban el Sábado Santo, para bautizar a los catecúmenos. Acabada esta función del santo bautismo, desaparecía luego el agua de la pila, sin quedar gota, a vista de todo el concurso. Como el rey Theudiselo era hombre vicioso, soberbio y protervo arriano, no quería creer que esto fuese obra de Dios, sino que lo atribuía a artificio humano, para cuya averiguación hizo muchas experiencias, que largamente refieren otros autores, con las cuales hubiera visto ser verdaderamente obra celestial y no de los hombres, si Dios le hubiese dado vida para poder ver acabada la experiencia. Pero en castigo de su poca fe, permitió Dios que muriese muy presto en su infidelidad y protervia”.

Posteriormente, en esta obra también hace un análisis del milagro de las pilas bautismales galas e hispánicas, que se llenan de agua para la celebración de la Pascua, aunque sin nombrar expresamente a la de Osset. Y como las de Francia se encontraron llenas en el año 583, mientras que no así las de España, porque los nuestros habían errado el mes de la celebración.

 

A partir de la crónica biográfica del rey godo Teudíselo (Teodisclo o Teodigildo), el periodista e historiador Manuel Ortiz de la Vega (uno de los seudónimos de Fernando Patxot y Ferrer), en 1853, relata los hechos que se atribuyen a Oset (con una sola letra s), como lugar de Lusitania, según lo escribió San Gregorio de Tours, a través del cual explica los sucesos ya descritos anteriormente.

Como curiosidad, para hacer referencia a la pila, aparte de la palabra “piscina”, que también usaron otros autores antiguos, matiza que pudo ser una “alberca pequeña, labrada de mármol de diversos colores, en forma de cruz”.

Justifica que Teudíselo habría estado inmerso en acabar con el presunto engaño que él pensaba que se producía con las aguas de esta pila bautismal, antes de ser rey, cuando era capitán general, continuándolas ya como monarca.

Cuenta, además, el fallecimiento del señor godo que mandó meter sus bestias en el templo y que esa misma noche murió de gran fiebre; y también el del hombre que robó un cuchillo al sacerdote que facilitaba el agua bendecida de la pila y que, cuando miró el vaso, no había ni una sola gota.

También identifica que “Oset”, siguiendo a Plinio y a Rodrigo Caro, es San Juan de Alfarache.

 

Pedro de Madrazo y Kunt, pintor, escritor, jurista, traductor, académico, periodista y crítico de arte, en 1856, escribió que el pueblo inventó una fábula sobre el rey Teudiselo y que, después, la han acogido grandes cronistas e historiadores, citando expresamente a San Gregorio de Tours, San Ildefonso, el venerable Beda y Ambrosio de Morales, entre otros.

La pila o piscina en que esto (el bautismo de los niños nacidos aquel año) se verificaba, carecía de aguas naturales: no había manantial alguno, ni caño subterráneo que allí las condujese. El terreno era enteramente seco y estando, por otra parte, cerradas y selladas las puertas, nadie podía furtivamente introducirlas”.

La piscina, que habían dejado vacía el Jueves Santo, la hallaban “llena de agua y, tan colmada, que se derramaba esta por todas partes con grande abundancia”. Es curioso este comentario, cuando siempre se ha escrito que nunca se salía del borde, aunque ciertamente permanecía llena. A partir de aquí, hace su narración sobre Teudiselo (o Teodigildo) y su rechazo para con el milagro.

 

La posible importancia de todo lo aquí narrado, sea verdad, milagro, leyenda o fábula, la describe un canónigo de la Catedral de Sevilla, Juan de Loaysa, en 1888: “La antigua costumbre de remover el agua bendita de las pilas en el Triduo Pascual se funda en venerables motivos de la antigüedad: del prodigio, anualmente observado, en Osset, hoy San Juan de Alfarache (como quieren algunos), de secarse la pila bautismal, desde el Jueves Santo hasta el Sábado Santo, como lo refieren San Ildefonso y San Gregorio de Tours (el Turonense)”.

 

En 1894, en el “Diccionario enciclopédico hispano-americano de literatura, ciencias y artes”, se muestra la definición de esta localidad Oset (u Osset), haciendo referencia a que “en la época cristiana, fue célebre por suponer que la víspera de pascua aparecía llena de agua la pila bautismal, sin que persona alguna la llenara”.

 

En el artículo de 1904 escrito por Matías Ramón Martínez, escritor y arqueólogo, en el que se habla de la iglesia de la Santa Cruz, de la ciudad de Burguillos del Cerro (Badajoz), se menciona que, desde los primeros tiempos de la arquitectura cristiana, las pilas bautismales y/o los templos baptismales se colocaban fuera de las iglesias, cuyo ejemplo para todas fue la de San Juan de Letrán, en Roma, del año 440. Había muchos casos en la que la pila, fuente o piscina, tenía forma de cruz, como así lo refiere San Gregorio de Tours, que en la basílica de San Esteban (otros autores hacen referencia a esta edificación como “capilla”, aunque acompañada del calificativo “suntuosa”), en la urbe de Oset.

 

El dominico fray Domingo Iturgaiz, en 1968, expresa que “la primera piscina bautismal más antigua parece ser la de la basílica de Tiro”, construida en mármol, de planta cruciforme, con doble rampa de bajada y subida, y la pone como referencia o modelo del lugar del bautismo, para pasar a la descripción que ofrece San Gregorio de Tours de la que hubo en Osset, añadiendo que “ya en su tiempo era antigua”. Si en estos dos sitios tan lejanos existió esta tipología cruciforme, demostraría la continuidad de estas construcciones en aquella época.

 

El Doctor en Filosofía y Letras, escritor, poeta e investigador Daniel Pineda Novo, en 1980, en su “Historia de San Juan de Aznalfarache”, hace referencia sobre esta temática mentando a San Gregorio de Tours, Rodrigo Caro, José de Santa María y Enrique Flórez, mencionando también a algunos otros de los que aquí aparecen.

 

Por último, nos apoyamos en algunas de las indicaciones sobre la época del profesor universitario de Filología Clásica, David Paniagua, en 2011, empezando porque, como ya hemos indicado anteriormente, aparte de que el obispo hispalense San Leandro, contemporáneo de estos hechos, no escribiese sobre los mismos, hay varias reuniones eclesiásticas destacadas, que sucedieron en aquellos tiempos y que, por lo que sabemos, tampoco hacen alusión a esta leyenda o a esta serie de milagro, desarrollándose además muy cerca de donde pudieron haber ocurrido:

El I Concilio de Sevilla tuvo lugar en el año 590 y el II Concilio de esta misma

Ciudad, se desarrolló en 619. En el primero, se trataron temas como la presencia de esclavos en la iglesia y regular la convivencia de mujeres con clérigos. En el segundo, se quería afianzar la relación de los clérigos con sus obispos de zona, los cargos de los laicos, que los monjes protegiesen los monasterios de las vírgenes y sobre la naturaleza de Jesucristo.

A esos dos, habría que añadir el IV Concilio de Toledo, en el año 633, en el que se debatió sobre la triple o la simple inmersión en el bautismo, es decir, que cuatro décadas después de los hechos que pudieron suceder en Osset, en España aún se practicaba el bautismo por inmersión, por lo que el elemento protagonista de esta historia, más que una pila (como la que llega hasta nuestros días), sería más propiamente un baptisterio, una fuente o una piscina, como indican ciertos autores y estudiosos de este tema.

La pila bautismal que llega hasta nuestros días, en la capilla bautismal del Templo parroquial de San Juan Bautista. Fue trasladada desde el templo en el cerro (actual Parroquia de los Sagrados Corazones), en el año 1929, para la inauguración de esta iglesia en el Barrio Bajo de San Juan de Aznalfarache.

Reflexiones y datos relevantes sobre la historia de la pila bautismal de Osset:

- La actual pila bautismal que se halla en la Iglesia parroquial de San Juan Bautista, de San Juan de Aznalfarache y que fue trasladada por su inauguración, en 1929, desde el que era por entonces templo parroquial de la localidad, en las alturas del cerro (actualmente, en 2025, bajo la advocación de los Sagrados Corazones), no es la pila, baptisterio, fuente, piscina o alberca que se narraría para los hechos ocurridos en el siglo VII. La actual estaría datada en el siglo XVII y, aunque por el momento no se ha encontrado en los archivos parroquiales o en otro lugar, un documento que lo pruebe, hay que pensar que habría sido elaborada para el, por entonces, convento de frailes de la Tercera Orden de San Francisco, en San Juan de Alfarache. ¿Por qué lo hicieron? ¿Sería porque leyeron alguno de los documentos que elaboraron autores como Ambrosio de Morales o Juan de Mariana, o incluso alguno de los anteriores? ¿Fue un regalo o ellos la mandaron a hacer? ¿Dónde se hizo esta pila? ¿Cuántas pilas bautismales, sin salir de este término municipal, han sido protagonistas de esta historia, a lo largo de los siglos? Pero este desconocimiento sobre de dónde surge la actual pila bautismal que llega hasta nuestros días (y que aun así, tendría unos 400 años), da pie a otra intriga, que contemplamos en el siguiente apartado…

- Aparte de los autores, cronistas e investigadores laicos (es decir, que no tienen votos religiosos), encuadrados dentro de esta recopilación, tenemos identificados, como que sí lo fueron: ocho eclesiásticos (clérigos, capellanes, canónigos, obispos), tres jesuitas, dos dominicos, un agustino, un benedictino, un cartujo, un cisterciense y un jerónimo. No hemos encontrado franciscano alguno que escriba sobre esto y llama poderosamente la atención que la pila bautismal estuviera a cargo de la Orden Tercera de San Francisco, desde el siglo XV, en que les fue encomendada la dirección espiritual de San Juan de Alfarache y que no haya constancia de que algún miembro de esta orden, tanto de este convento, como de otro de la geografía española, mostrara interés por exponer sus conocimientos sobre la pila, su historia o su situación como parte del convento. Por el documento “El Convento de San Juan Bautista de Alfarache” (terminado en 2025, por el DCXXV aniversario del escrito por el que fueron enviados a esta localidad), podemos comprobar, además, que tuvo algunos destacados escritores, como el padre fray Miguel de San Juan Bautista (siglo XVII), del que tampoco consta algo sobre el tema. ¿Por qué no encontramos que algún franciscano escribiera sobre esta pila bautismal o alguno de los misterios a los que está vinculada y que la nombrara expresamente, como sí han hecho otros autores de otras órdenes religiosas? Esta cuestión es aún más interesante cuando, tras su fundador San Francisco de Asís, uno de sus santos de referencia es San Juan Bautista.

- Las escasas explicaciones históricas sobre el baptisterio, la fuente o la alberca original en Osset, a la que se vinculan los distintos milagros y esa relación con otras pilas españolas y francesas, de las que manaba conjuntamente agua de forma inexplicable, para mostrar a los creyentes cuando celebrar la Pascua, tienen también un paralelismo con otros hechos ocurridos en Sevilla, en aquel siglo VI, que tampoco están claros, como las vidas de los hermanos San Gregorio y Santa Verania de Osset (santos no canonizados por la Iglesia Católica), o toda la incertidumbre sobre los hechos vividos por San Hermenegildo, Mártir, en su estancia como rey en la ciudad hispalense. El tema es mucho más destacado cuando fue contemporáneo con el prolífico escritor San Leandro de Sevilla, pues nos consta históricamente que se conocieron.

Recreación de baptisterio de los primeros siglos del Cristianismo, para el bautismo por inmersión.

- ¿Cómo surge la existencia de otro Osset, en la localidad de Andilla, en Valencia, sobre un cerro con magníficas vistas de la urbe capital de la provincia y cuyo referente principal es su iglesia, al que se asocia este milagro? ¿Cómo es posible que recuerde tanto al Osset Bético?

- ¿Es verdaderamente el Osset, vinculado a San Juan de Aznalfarache, el origen de aquellos milagros o es aquel otro lugar, con un nombre parecido, que desapareció entre Portugal y la provincia de Badajoz? La cercanía de la historia de San Hermenegildo parece reforzar nuestra opción andaluza.

Eso sí, desde la autoría de este texto, creemos que toda leyenda tiene algo de verdad.

Si quiere conocer las referencias principales sobre Osset, haga clic aquí.

Bibliografía (indicamos en letra negrita los documentos que convierten en principal argumento del mismo la situada en Osset):

- DE TOURS, G. (591): “Historias” o “Historias de los francos”, "Liber in gloria martyrum", o "Libro de las Glorias de los Mártires".

- SAN ILDEFONSO DE TOLEDO (siglo VII): “De Cognitione Baptismi”.

- DE CREMONA, L. (siglo X): “Adversia”, en “Luitprandi, subdiaconi toletani” (vuelto a imprimir en 1640).

- DE MORALES, A. (1577): “Crónica General de España” (Libro X, capítulos 65 a 68). Alcalá de Henares, imprenta de Juan Yñíguez de Lequerica.

- DE MARIANA, J. (1601): “Historia general de España” (tomo I). Toledo, impresor Pedro Rodríguez.

- BARONIO, C. (1603): “Annales Ecclesiastici” (tomo séptimo).

- ESPINOSA DE LOS MONTEROS, P. (1627): “Primera parte de la historia de las antigüedades y grandezas de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla”. Sevilla, oficina de Matías Clavijo.

-DE SANTA MARÍA, J. (1630): “Información sobre la posesión y propiedad de la milagrosa pila bautismal en el Osset Bético, territorio hispalense transamniano, San Juan de Alfarache, a Don Fernando Remírez Fariña, del Consejo y Cámara de Su Majestad, Patrono y Mayor pariente de la divisa Solar Real de Nuestra Señora de la Piscina, Fundación del Rey D. Remiro de Navarra”. Sevilla, impresor Francisco de Lyra.

- CARO, R. (1634): “Antigüedades y Principado de la Ilustrísima Ciudad de Sevilla y Chorographia de su convento jurídico o antigua cancillería. Dirigida al Excelentísimo Señor Don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Sanlúcar la Mayor”. Sevilla, imprenta de Andrés Grandes.

- DE SANTA MARÍA, J. (1637): “Sacros ritos y ceremonias baptismales. A Don Fernando Remírez Fariña, del Consejo y Cámara de Su Magestad y de la Suprema Inquisición, Patrón Mayor, y Pariente de la Divisa, Solar Real de Nuestra Señora de la Piscina”.

- DE SANTA MARÍA, J. (1642): “Triunfo del agua bendita”. Sevilla, imprenta de Simón Fajardo.

- BIVAR, F. (1651): “Marci Maximi Episcopi Caesaragustiani”. Madrid, tipografía de Díaz de la Carrera.

- TAMAYO SALAZAR, J. (1658): “Martyrologii Hispani, tomus quintus: Anamnesis sive conmemorationis sanctorum hispanorum, ad ordinem et methodum”. Lugduni (Lyon).

- DE ARGAIZ, G. (1669): “Población eclesiástica de España y noticia de sus primeras honras, con mayor crédito de los muertos, continuada en los escritos de Marco Máximo, Obispo de Zaragoza…”. Madrid, Francisco Nieto.

- ORTIZ DE ZÚÑIGA, D. (1677): “Anales Eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, metrópoli de la Andalucía, que contienen sus más principales memorias, desde el año 1246…”. Madrid, Imprenta Real.

- FERNÁNDEZ DE HERRERA, S. (1680): “Reflujo del agua bendita, que cual sagrado Jordán, a vista del arca del mejor maná, haciéndole cristalino muro se defiende de la opinión, que quiere hacerla correr en tal presencia y que el Arca del Testamento parezca a la del diluvio”.

- FLÓREZ, E. (1752): “España Sagrada. Teatro geográfico-histórico de la Iglesia de España” (tomo IX, de la Provincia Antigua de la Bética en común, y de la Santa Iglesia de Sevilla en particular). Madrid.

- DE FERRERAS, J. (1775): “Sinopsis histórica cronológica de España” (parte III, de los siglos V, VI y VII). Madrid, imprenta de Antonio Pérez Soto.

- PONZ, A. (1786): “Viaje de España, en que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse, que hay en ella” (volumen IX). Madrid, Joachin Ibarra.

- DE MASDEU, J. F. (1792): “Historia crítica de España y de la Cultura española” (tomo XI, libro III: España Goda). Madrid, Imprenta de Sancha.

- SAAVEDRA DE FAJARDO, D. (1789): “Corona gótica: castellana y austríaca” (parte I, tomo I). Madrid, oficina de D. Benito Cano.

- VILLANUEVA ASTENGO, J. y VILLANUEVA ASTENGO, J. L. (1804): “Viage literario á las iglesias de España” (tomo III). Madrid, Imprenta Real.

- PUJADES, G. (1829): “Crónica universal del Principado de Cataluña” (tomo IV, que conviene los sucesos desde el año 414, en que tuvo principio la Monarquía Goda en España, hasta la destrucción de ella por la irrupción de los árabes en el año 714). Barcelona, imprenta de José Torner.

- ORTIZ DE LA VEGA, M. (1853): “Las Glorias Nacionales, grande historia universal de todos los reinos, provincias, islas y colonias de la Monarquía Española, desde los tiempos primitivos hasta el año 1853” (tomo II). Barcelona, imprenta de Luis Tasso.

- DE MADRAZO Y KUNTZ, P. (1856): “Recuerdos y bellezas de España: Sevilla y Cádiz”. Madrid, imprenta de Cipriano López.

- MUÑOZ Y ROMERO, T. (1858): “Diccionario bibliográfico-histórico de los antiguos reinos, provincias, ciudades, villas, iglesias y santuarios de España”. Madrid, imprenta de M. Rivadenetra.

- DE MADRAZO, P. (1884): “España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia: Sevilla y Cádiz”. Barcelona, Daniel Cortezo.

- DE LOAYSA, J. (1888): “Archivo Hispalense, revista histórica, literaria y artística” (tomo IV). Sevilla, Rasco.

- VV.AA. (1894): “Diccionario enciclopédico hispano-americano de literatura, ciencias y artes” (tomo XIV). Barcelona, editores Montaner y Simón.

- MARTÍNEZ, M.R. (1904): “Burguillos, aldea y basílica del siglo VII”, en “Revista de Extremadura: historia, ciencias, artes, literatura” (tomo VI). Cáceres, tipografía de Jiménez.

- GROSSE, R. (1947): “Fontes Hispanae Antiquae: las fuentes de la época visigoda y bizantinas” (fascículo IX). Barcelona, Universidad de Barcelona.

- ITURGAIZ, D. (1968): “Baptisterios paleocristianos de Hispania”, en “Analecta Sacra Tarraconensis” (volumen XLI, fascículo II). Barcelona, Facultad de Teología de Barcelona y Balmesiana.

- HERRERA GARCÍA, A. (1974): “El Aljarafe y el Campo de Tejada, a fines del siglo XVIII”, en “Archivo Hispalense, revista histórica, literaria y artística” (enero-abril, número 174, tomo LVII). Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla.

- GÁRATE CÓRDOBA, J.M. (1975): “La rebelión de San Hermenegildo”, en “Revista de Historia Militar” (año XIX, número 38). Madrid, Estado Mayor Central del Ejército.

- PINEDA NOVO, D. (1980): “Historia de San Juan de Aznalfarache”, Sevilla, Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache.

- VAN DAM, R. (1988): “Gregory of Tours: Glory of the Martyrs”, en “Translated Texts for Historians” (volumen 4)- Liverpool, Liverpool University Press.

Bibliografía que nos habla sobre el contexto de las pilas bautismales o hechos que pudieron estar relacionados.

- PANIAGUA AGUILAR, D. (2011): “Concilios hispánicos de época visigótica y mozárabe”. Madrid, Fundación Ignacio Larramendi.

- VENERO, A. (1569): “Enchiridion de los tiempos”. Toledo, Consejo Real de Toledo.

Obras que, dentro de su contenido, contienen datos sobre esta piscina, fuente o pila bautismal y a las que no hemos tenido acceso para poder revisar:

-“Chronicon” (589), del clérigo Juan de Bíclaro.

- Escritos originales de Marco Máximo, obispo de Zaragoza, en el siglo VII.

-“Temporibus”, del Venerable Beda (673-735).

-“Chronicon sive Chronographia” (1111), del monje benedictino Sigeberto de Gembloux.

-“Origen, i progreso del officio divino i de sus observancias catolicas desde el siglo primero de la Iglesia al presente” (1644), por el padre Agustin de Herrera. Sevilla, Francisco de Lyra.

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