Oset turdetana, Osset romana, San Juan de Aznalfarache

"Oset", con una ese, junto a Híspalis, en este mapa publicado en el año 1752.

Según algunos historiadores, es demostrable la presencia de habitantes en San Juan de Aznalfarache, en tiempos prehistóricos, ibéricos y fenicios. Pero la primera urbe consolidada que ha llegado a nuestros tiempos es la de época turdetana, cuya existencia se prolongaría durante los tiempos de la ocupación romana de la mayor parte de la Península Ibérica y llegaría hasta el final de los tiempos de la ocupación visigoda, en el siglo VIII.

El origen de nuestra localidad se basa en la protegida situación estratégica que les posibilitó a aquellos primeros habitantes del cerro más cercano a la que será la ciudad de Sevilla y también muy próximo al navegable río Guadalquivir (que, por entonces, era una inmensa bahía, con el agua del océano entrando hasta estas tierras), una elevación que también servía de comunicación de las zonas navegables con la fertilidad de los campos del Aljarafe. Todo ello le daría una relevancia comercial, tan destacada que hasta le permitió la acuñación de monedas, ya fuera en un taller propio o compartido con otros asentamientos cercanos.

El nombre “Oset” (inicialmente, con una letra ese) y, después, “Osset”, nos lo mostraron los historiadores, comenzando por Plinio, escritor y militar del siglo I después de Cristo, que sitúa este emplazamiento, ya como ciudad, justamente después de Híspalis (Sevilla), y en la margen contraria del río Betis (Guadalquivir). Y es que, como ya hemos indicado, lo más probable es que la cima de esta atalaya ya estuviera habitada incluso antes de construir muralla alguna, lo que la convirtió en un enclave de gran valor estratégico durante siglos.

Sección de mapa del año 1757, con algunos de los pueblos que batieron medallas (monedas), en época romana. Entre ellos, se puede ver a Oset.

Los nombres “Oset” y “Osset” los confirman las monedas encontradas con el paso de los siglos, aunque por haberlas encontrado diseminadas por distintos lugares, esto hizo pensar que, además de una urbe concreta, podría ser una demarcación, al estilo de una comarca o una provincia, que englobara a otros asentamientos. Recientemente, ya es habitual que “Osset” sea solo el nombre turdetano de esta urbe que se ubica como la más cercana a Sevilla, en la desembocadura del lago Ligustino (la inmensa bahía del océano que entra en tierra entre las provincias de Cádiz y Huelva), lugar en el que se fueron desarrollando otros prósperos asentamientos humanos, vinculados al comercio, como Spal (la Híspalis fenicia), Caura (Coria del Río), e Irippo (Alcalá de Guadaíra).

El actual Barrio de Nuestra Señora de Loreto (Patrona de la Aviación y de la comarca del Aljarafe), también denominado Cerro de los Sagrados Corazones, o con su forma más vulgarmente breve y habitual, Barriada del Monumento, donde se asentaron aquellos primeros pobladores, fue el lugar más antiguamente habitado de San Juan de Aznalfarache, protegiéndose así sus habitantes de las aguas marinas que, hasta el siglo I antes de Cristo, aún se asentaban en la vega sevillana.

Esta atalaya era y es la altura más próxima a la ciudad de Sevilla de las que forman el borde de la meseta del Aljarafe, muy desgarrado por la erosión durante el paso de los siglos. Desde aquí se domina, por un lado, la vega de Triana; por el otro, una parte del Aljarafe y, enfrente, Sevilla, desde cuya elevación, se puede contemplar.

Bajo las cimentaciones de los edificios y el asfalto de las calles, continúa oculto gran parte del origen urbano de nuestra localidad, a excepción de lo que nos muestra el Centro de Interpretación del Patrimonio Arqueológico Oppidum Osset, emplazamiento que fue descubierto por las obras de la línea 1 del Metro interurbano de Sevilla, en dos fases, entre los años 2005 y 2008, cuando se construía un túnel a cielo abierto para que ese medio de transporte pase por el interior de esta atalaya.

Interior del centro de interpretación del patrimonio arqueológico.

Oset se encontraba en una vaguada entre los dos cerros actualmente unidos; en su parte sur, bajo cuya ladera iría creciendo la urbe de San Juan de Aznalfarache y la parte norte, o Cerro de Chaboya, más allá de los límites de los recintos amurallados primero por los romanos (entorno a Osset) y almohade (por todo el perímetro de la zona sur).

Por los materiales de las investigaciones realizadas, es difícil diferenciar entre la primera Oset turdetana y la posterior Osset Iulia Constantia romana, pues además, se presupone que mantuvo su producción y comercio, sólo pasando a estar vinculada con la civilización romana, aunque con ciertas modificaciones y mejoras. Trataremos a continuación de exponer las características principales de ambos tiempos para aquella urbe, primer asentamiento poblado del municipio de San Juan de Aznalfarache.


Oset, ciudad turdetana.

Inicialmente, la ciudad turdetana se llamó Oset, tal y como aparece en las monedas catalogadas como más antiguas, y por su cercanía con el río Betis (Guadalquivir), tuvo la oportunidad de desarrollarse comercialmente como puerto fluvial, para intercambiar o vender su producción en relación con otros asentamientos. Además, el que estas edificaciones se hicieran sobre el cerro, a unas decenas de metros de altura sobre el nivel del mar, les facilitaba una posición estratégica fácil de defender.

Los yacimientos más antiguos están datados en el período turdetano, aproximadamente, en el siglo III a. C., ocupando territorios que, previamente, habría dominado la civilización de Tartessos, que residió muy cerca de este lugar, como muestra el yacimiento de El Carambolo, hallado en el término municipal de la vecina urbe de Camas.

Tras varias décadas de debates y de publicaciones sobre si Oset era una demarcación o una villa concreta, sobre si estaba en uno u en otro lugar, o incluso si era un conjunto de lugares (porque también se ha argumentado la posible existencia de una segunda fortaleza amurallada, que guardaría relación con el lugar del que hablamos, llamada Elissa), en estos últimos tiempos está mayoritariamente aceptado que los turdetanos, que habitaron el suroeste de la Península Ibérica (demarcación denominada Turdetania), alrededor del siglo VI a. C., fueron los que se asentaron y dieron nombre a esta urbe sobre este cerro.

Lo que permite ver la excavación que se realizó a cielo abierto, por las obras de realización de la línea del Metro interurbano de Sevilla, desarrollada entre 2005 y 2008, indica que ese período turdetano en esta ubicación iría desde finales del siglo III a principios del I a. C.

Este lugar que, en aquella época, era costero por el inmenso golfo de agua salada que se adentraba en la tierra, entre las actuales provincias de Huelva y Cádiz, se convirtió en una autopista de la antigüedad, a través de la que se desarrolló un floreciente comercio con los grandes pueblos mediterráneos: fenicios, griegos, cartagineses y romanos. Oset basaba su economía en el cultivo de la vid, la fabricación de vino y la producción de aceite.

Las investigaciones iniciales sobre Oset, también contemplaban la explotación del cereal para el comercio de esta localidad, pero los hallazgos arqueológicos de este siglo XXI, sólo muestran importancia en el tratamiento de la vid y del olivo, los cuales se demuestran por los restos en las edificaciones y elementos hallados.

También hay una fosa acampanada, excavada en el firme, de tres metros de diámetro, e igual profundidad, con peldaños de acceso, que pudo suponer la bodega del lagar.

 

Osset Iulia Constantia, municipio romano.

En el año 237 a. C., Turdetania quedó bajo el dominio cartaginés, pero tras Guerras Púnicas y la consiguiente victoria de Roma todos los emplazamientos pasarían a formar parte de esta civilización. Los habitantes de Osset se debieron implicar directamente en la batalla de Munda, en el año 45 a. C., poniéndose de parte de Julio César y ayudándole contra los cartagineses, de forma que impediría los socorros a la urbe hispalense o que aquellos llegaran tarde a la lucha.

Así obtendría el estatuto de municipio y cambia su denominación a Osset Iulia (de Julio César) Constantia, según cita el naturalista y geógrafo Plinio, quien, ya en el siglo I, en su “Historia natural”, sitúa el oppidum, o “plaza fuerte”, de Osset, enfrente de Híspalis: “Los oppida del Conventus Hispalensis son: Celti, Axti, Arva, Canana, Naeva, Ilipa, llamada Ilpa; y a la izquierda Hispal, colonia apellidada Romulensis; enfrente, el oppidum (castillo) de Osset, al cual se le da el epíteto de Iulia Constantia…”. La comunidad asentada sobre el cerro sería así un lugar privilegiado, que atendería a las normas y al derecho romano.

Con esta romanización de las tierras, Osset continuaría su actividad comercial, como muestra la existencia de monedas entre diferentes cecas andaluzas que compartieron aquellos intercambios de recursos y también se prolongaría la importancia de su puerto fluvial.

Se transformarían los espacios y las formas de realizar la producción, ya que, a través de los restos descubiertos en el cerro, por la excavación a cielo abierto, para la construcción de la línea 1 del Metro interurbano de Sevilla, el lagar de origen turdetano fue ampliado, en época romana, para un uso más intensivo de la elaboración de un vino, probablemente blanco y de poca maduración.

Las leyes agrarias romanas del I siglo a. C. regularon la producción de aceite y vino e implantaron sistemas más eficaces que sustituyeron las prensas de tornillo por prensas de palanca, lo cual hace aumentar la producción; los grandes depósitos pudieron tener una capacidad de más de 23.000 litros, algo que confirmaría su destino comercial (refrendado también por el reverso de las monedas halladas en las que aparece un racimo de uvas).

Los arqueólogos señalan una fosa de planta circular y con huellas de rodamiento, cuya funcionalidad se interpreta como un sistema de giro que movería una prensa de palanca. En este proceso, el mosto vertería a una serie de tres piletas de unos tres metros de profundidad y excavadas en el terreno firme, que decantaría el mosto de una a otra, precipitando las impurezas en los sifones que hallaron en el fondo.

El vino fue un ingrediente básico de la dieta romana. Se consumía mezclado con agua, aunque el más habitual era el blanco endulzado con miel. A menudo era condimentado con hierbas y especias y almacenado en ánforas recubiertas de resina; este era el preferido de las clases altas. También bebían vino las clases más humildes e incluso los esclavos, pero era de peor calidad y más rebajado.

 

Arquitectura, de Oset a Osset.

La estratégica situación de la urbe, sobre un cerro y con comunicación con los puertos de la vega hispalense y las tierras fértiles del Aljarafe, así como su próspera economía, basada en los cultivos de la vid y el aceite, debió propiciar el gran desarrollo urbanístico de este asentamiento.

Ya hemos destacado anteriormente el lagar de origen turdetano, que sería abandonado en el siglo I d. C., por las nuevas formas de producción implantadas por la civilización romana. Por ello, esta tierra elevada debió experimentar una gran transformación urbanística: la vaguada entre los dos cerros se nivelaría para construir una plaza o espacio abierto con al menos tres grandes edificios, de probable funcionalidad pública por su tamaño (ya que no conocemos cuál pudo ser su uso), que la delimitarían.

Restos de edificaciones en el interior del centro de interpretación.

En la excavación arqueológica a cielo abierto, también se documentó parte de la muralla romana que protegería aquel municipio por el flanco meridional. También se encuentra documentada, bajo la zona de la actual Plaza Otto Engelhardt, en una zona que debió ser periurbana, unas estructuras que son interpretadas como espacios de almacenamiento o aljibes vinculados a espacios domésticos.

La zona residencial o habitacional que se estima para Osset sería de unas 11 hectáreas, delimitadas por una potente muralla, con diferentes torres de vigilancia. Es posible que dispusiera de una infraestructura hidráulica o acueducto, que habría sido destruido tras la conquista del lugar por Leovigildo y también con la Reconquista. Este equipamiento debió conducir agua hacia el asentamiento desde la zona en la que nace el manantial de la Fuente de Tomares.

Los contextos anexos o circundantes respecto al área habitacional serían: al suroeste, una necrópolis de inhumación y un taller de alfarería; al sureste, cerca de la muralla, unas estructuras de almacenamiento o aljibes, que pudieron estar asociados a emplazamientos domésticos.

 

Numismática.

Las monedas encontradas son muy importantes para toda la cronología histórica de la antigua urbe de San Juan de Aznalfarache: en las primeras que se datan sobre el siglo II a. C., el nombre sería “Oset”, con una sola ese. Posteriormente estarían fechadas las que llevan escrito “Osset”, con dos eses, en los últimos tiempos de la República romana.

Una recopilación de monedas de Oset, realizada en 1924.

Esta población basó su economía en el cultivo de la vid y del olivo, la producción de vino y aceite, y su exportación. Tanto tráfico de mercancía debió llegar a tener, que incluso acuñó moneda propia, con los mencionados topónimos “Oset” y “Osset”. La importancia de esta población se refleja en que fue capaz de acuñar sus propias monedas en un taller, ya fuera propio o compartido con otros asentamientos cercanos.

La simbología de las monedas de Osset está protagonizada por la vid o la presencia de referencias al campo. El elemento principal que más encuentra en las monedas vinculadas a Osset es el racimo de uvas.

La emisión de monedas se debió iniciar a mediados del siglo II antes de Cristo y continuaría hasta finales del siglo I, también antes de Cristo. La característica más habitual en estas monedas es que en el anverso se representa el rostro del dios de la fecundidad, Baal-Hammon o, tal vez, el de la diosa Astarté, representación del culto a la madre naturaleza, la vida y la fertilidad; en el reverso se representa un hombre con un racimo de uvas. También algunas de las mismas, podrían representar a Baco, el dios romano del vino, su elaboración y su cosecha.

También hay un tipo de monedas que son híbridas, acuñadas a la vez por Irippo (Alcalá de Guadaira) y Osset, lo cual mostraría una estrecha relación entre ambas ciudades, que incluso acuñaron la misma moneda durante un tiempo.

El historiador español y numismático Enrique Flórez, en el año 1752, identificó las monedas de Osset, que provenían de este cerro de la, por entonces, llamada San Juan de Alfarache. Esta es la descripción que hacía del anverso de una de las monedas:

“En el reverso hay un hombre desnudo con un racimo en la mano; pero tan toscamente formada la figura del hombre, que parece una muerte. El racimo denota la abundancia de uvas de aquella tierra, que hasta hoy es muy fértil en viñas”. Este investigador, en la recopilación de monedas o medallas de España, de antes de nuestra era, llega a describir cinco tipos de ellas, indicando que su procedencia es Oset u Osset.

El historiador Antonio Delgado (1873) llegó a clasificar hasta trece variantes de las monedas que pudieron ser acuñadas en esta urbe.

El ingeniero y numismático Antonio Vives (1926) indica que los racimos parecen que son sostenidos por genios o asociados a cornucopias, lo que reforzaría su simbología como vinculadas o pertenecientes a un lugar de abundancia.

Además de los diversos relatos de visitantes que encontraron monedas de Osset en las ruinas del cerro, con el paso de los siglos y fruto del comercio entre asentamientos, han sido halladas monedas de Osset en yacimientos arqueológicos de Castilleja de la Cuesta, Écija y Santiponce (Sevilla), Pinos Puente (Granada) y en otros lugares de las provincias de Cádiz, Jaén y Málaga; en Cáceres, Murcia, Orense, Tarragona, Valdeherrera (Zaragoza), Gibraltar, Évora y Leire (Portugal), Mainz (Alemania) y Tetuán (Marruecos).

 

Otros restos sobre la Oset turdetana y la Osset romana…

Escacena y Padilla (1992) relatan otros objetos y fragmentos de los mismos que se han recogido de esta urbe, como ánforas, platos y vasos. Quizá el objeto más famoso de todos, aunque se duda de si realmente salió de Osset o de Valparaíso, pues consta que provenía de San Juan de Aznalfarache, es la piedra de mármol blanco, que fue destinada para ornamentar el Alcázar de Sevilla y que trataremos en la siguiente entrada sobre Osset. También en la parte norte de estas excavaciones, se constata la existencia de la base de una torre, además de estructuras para casas y aljibes para la acumulación de agua.

Ánforas.

En la ladera suroccidental del cerro se hallaron inhumaciones de varios adultos e incluso un enterramiento infantil en ánfora. También en ese sector se evidenciaron restos pertenecientes a un horno romano volcado a la producción de ánforas. Estos datos nos permiten apuntar hacia un sector periurbano compuesto, por una parte, por un área funeraria y, por otra, por un sector industrial dentro del cual se encaja un probable taller de alfarería. Sin embargo, la escasez de datos impide perfilar un horizonte cronológico concreto más allá de situar tales hallazgos dentro del periodo romano.

Por las obras de mejora y acondicionamiento de la Plaza de la Mujer Trabajadora, cerca del Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache, en el año 2002, se descubrieron restos de un mosaico romano y trozos de varias ánforas, algunos de ellos en muy mal estado. Sin embargo, estas piezas ratifican la importancia de Osset y de su vino, transportado en aquellas vasijas alargadas y la existencia de un puerto fluvial en la parte baja de la localidad, para comerciar con aquella producción.

El yacimiento encontrado en el Parque Olivar del Zaudín (Tomares), en 2016, procedería de un asentamiento agropecuario ocupado entre la segunda mitad del siglo III y la primera mitad del siglo V, con dedicación al procesamiento y almacenamiento de productos del campo. Por la gran cantidad de monedas encontradas, se establecería una importante riqueza para quienes allí lo guardaron, bajo la servidumbre territorial de Osset, pero se desconoce por qué se pudo producir este ocultamiento monetario, quién lo llevó a cabo y cuál era la relevancia de ese lugar para esta ocultación, que tendría lugar a principios del siglo IV (por lo que pasó un siglo en aquel lugar, mientras se desarrollaban las labores agrícolas, hasta que aquel espacio fue abandonado).

El nombre de Osset llega hasta el final de la época visigótica, antes de la ocupación musulmana almohade (siglo VIII).

Otras entrada sobre Osset, en este blog de historia de San Juan de Aznalfarache (haga clic sobre la línea que sea de su interés a continuación):

Personalidades de Osset.

San Gregorio Ossetano Confesor y Santa Verania de Osset.

La gran leyenda de San Juan de Aznalfarache: la pila bautismal de Osset.

¿Escribió San Ildefonso sobre la pila bautismal de Osset?

El monje cartujo que escribió sobre la pila bautismal de Osset.

Leovigildo contra Hermenegildo: la batalla y la destrucción de Osset.

Discurso de Recadero a Leovigildo en Osset. 

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