Cronología del tranvía a San Juan de Aznalfarache 1897-1965

Tranvía eléctrico por Sevilla, en el año en que llegó este medio de transporte a San Juan de Aznalfarache: 1924.

Siglo XIX y primeros años del XX: la tracción animal.

El tranvía no comenzó puramente como un transporte ferroviario, sino un transporte de viajeros en el que el tiro se hacía con caballos o mulas. En la ciudad de Sevilla comenzó a funcionar en el año 1887, con dicha tracción animal, y con capacidad para 11 pasajeros. Aquella red inicial urbana la componían 6 líneas con 43 carruajes y 110 caballos.

Tranvía de tracción animal por las calles de Sevilla, a finales del siglo XIX.

El primer tranvía de sangre, también así llamado, interurbano, para conectar Sevilla con otros núcleos poblacionales cercanos, desde la Plaza de la Constitución, lo solicitó D. Luis Ibáñez Carreras, con destinos a Camas y a Coria del Río, pasando por San Juan de Aznalfarache. Este proyecto de finales de siglo fue criticado por la prensa, que ya defendía que se usar la tracción eléctrica. Por ejemplo, en 1895, podemos encontrar el siguiente texto: “Sería muy conveniente que la empresa de Tranvías prolongase la línea de Triana hasta la carretera de San Juan de Aznalfarache, pues cada día adquiere mayor importancia aquel sitio por las muchas fábricas y casas de obra que, continuamente, se están construyendo”.

Tranvía de tracción animal por las calles de Sevilla, a finales del siglo XIX.

En marzo de 1897, se vuelve a expresar, desde la prensa hispalense, la necesidad de que exista un ramal de tranvías, con San Juan de Aznalfarache y con otros pueblos de la ribera, para que los turistas que llegan a conocer Sevilla, puedan también disfrutar de los bellos panoramas que se podían contemplar en las cercanas localidades, indicando que sería muy rentable para la empresa concesionaria. De hecho, en octubre de este mismo año, encontramos la existencia de este transporte, con tracción animal, uniendo Sevilla con sus localidades vecinas, como en este caso, con La Puebla del Río, porque tenemos la constancia del atropello de una niña por carruaje de línea en San Juan de Aznalfarache.

Mientras los interurbanos se mantenían con el funcionamiento por tracción animal, el 11 de septiembre de 1899, se inauguraba el movimiento eléctrico para los tranvías en la urbe de la ciudad hispalense y que la situaría como la quinta ciudad española que contaba con esta forma de desplazamiento de viajeros.

La empresa alemana que promocionó esta novedad, que contaba con la participación de AEG y de Deutsche Bank, trajo a Sevilla, en 1894, a un hombre que destacaría en la historia de San Juan de Aznalfarache: el director gerente de Tranvías de Sevilla es D. Otto Engelhardt, quien representaría a The Seville Tramways Company Limited.

Desde 1900, este pacifista alemán, ya afincado en nuestro país, dirige la Compañía de Tranvías de Sevilla, haciendo pasar a la empresa de los vehículos de la tracción animal al uso del motor, mejorando las infraestructuras de comunicación de Sevilla, entre sus barrios y su entorno, a través de la electrificación. Por ello fue conocido como “Otto el de los Tranvías”.

 

1902-1914: los fracasos de los tres primeros proyectos de tranvía eléctricos, para unir Sevilla con San Juan de Aznalfarache.

Después de aquel avance del transporte con motor eléctrico en la capital, en 1902, encontramos una primera concesión, aprobada oficialmente, tras la documentación presentada al Ministerio de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas, por D. José Batle y Hernández, solicitando la puesta en marcha de una red de tranvías eléctricos que, partiendo de Sevilla, se dirija uno a San Juan de Aznalfarache; otro, a Castilleja de la Cuesta y Gines; y un tercero, a Camas, hasta Santiponce.

Concretamente, el que llegaba hasta nuestra localidad, recorrería la calle San Jacinto, de Sevilla, con las vías ya construidas por la compañía Tranvías de Sevilla, para seguir por la carretera con dirección a La Puebla del Río.

Sin embargo, de forma pública, a través de “Gaceta de Madrid” (la denominación anterior del Boletín Oficial del Estado), se puede comprobar que este proyecto, para la creación de un ferrocarril económico entre estas localidades, no llegaría a buen término, pues se comunica la cesión de derechos sobre esta concesión de su responsable inicial, D. José Batle y Hernández, en favor de D. Rafael Caro y Medina, que sería quien quedaba obligado, para con el Estado, en los mismos términos y con las mismas garantías, a cumplir las disposiciones publicadas.

En 1904, aún aparece en la prensa sevillana la expectación porque esta red de tranvías eléctricos, que darían comunicación directa a Castilleja de la Cuesta, Gines, Camas, Santiponce y San Juan de Aznalfarache, localidades todas ellas muy necesitadas de estar conectadas con Sevilla, se llevara a cabo, pero desde este año, ya no encontramos dato alguno más sobre este proyecto, que parece que quedó sólo en la documentación presentada y aprobada.

En 1907, la Compañía Sevillana de Electricidad adquirió el negocio del transporte a The Seville Tramways Company Limited. Tras la puesta en marcha de la línea férrea de Cala hasta el Guadalquivir (1905), con término en San Juan de Aznalfarache, la Compañía Sevillana de Electricidad fue quien solicitó un tranvía eléctrico desde Triana a San Juan de Aznalfarache que, por entonces, no necesitaba cruza el río, con prolongación a Gelves. Con esta línea, se pretendía captar a los viajeros que venían a la provincia desde tierras onubenses hasta la capital hispalense.

En enero del año siguiente, el Ministerio de Fomento anunció, en “Gaceta de Madrid”, la concesión, tras la presentación de documentos para su aprobación, para la Compañía Sevillana de Electricidad, de un tranvía y conducción de tendido eléctrico entre Triana (Sevilla), San Juan de Aznalfarache y Gelves, por la carretera provincial. Esta petición no generó acto administrativo alguno que condujera al comienzo de su construcción.

Sin embargo, para la puesta en marcha de un tranvía de tracción eléctrica, seguía faltando un elemento fundamental que sí se llevó a cabo a finales de mayo de 1909: la electricidad llega a San Juan de Aznalfarache. La instalación del alumbrado en la población fue un hecho de celebración para todos los habitantes. Al acto de inauguración de la iluminación se le dio toda la solemnidad, asistiendo al mismo las autoridades locales, junto al director gerente de la compañía de tranvías, D. Otto Engelhardt, quien aún no era vecino de la localidad.

D. Otto Engelhardt, sentado, el tercero desde la izquierda, con las autoridades de San Juan de Aznalfarache de la época, en el evento de inauguración de la llegada de la electricidad a nuestra localidad.

Como ya se hiciera a finales del siglo anterior, en 1913, volvemos a encontrar la necesidad de que exista un sistema de transportes efectivo entre la capital de la provincia de Sevilla y las poblaciones aledañas, justificándose la necesidad de la construcción de un tranvía que aporte las ventajas de las zonas rurales cercanas, como las condiciones de higiene, la riqueza del suelo y la bondad de clima.

Y nuevamente, en 1914, D. Antonio de Lemus y Malo de Molina solicitó la concesión de una red de tranvías, con motor eléctrico, desde Sevilla a Alcalá de Guadaira, Dos Hermanas, San Juan de Aznalfarache, Castilleja de la Cuesta, Gines, Camas y Santiponce. La respuesta se la dio la Dirección General de Obras Públicas, que concedió un mes de plazo para que se presentaran otras ofertas que mejoraran a las del solicitante. Así se revitalizaban los proyectos de 1903 y 1908, pero como los anteriores, tampoco se llevó a cabo.

Plano 22 del proyecto de tranvía desde Sevilla a San Juan de Aznalfarache, firmado por D. Antonio de Lemus, en 1913.

Plano 23 del proyecto de tranvía atravesando San Juan de Aznalfarache, firmado por D. Antonio de Lemus, en 1913.

En 1921, la red urbana sevillana alcanzaba los 27,99 kilómetros de recorrido, con 50 coches de motor y 25 remolques, que pasaron a ser gestionados por la compañía Tranvías de Sevilla, entonces filial de Sevillana.

 

1922 a 1924: la aprobación e instalación de la línea de tranvía entre Sevilla y San Juan, con destino a Gelves.

Según se muestra por las fechas, antes incluso de la aprobación oficial, ya se trabaja en la construcción de la línea de tranvías que, partiendo de Sevilla, llegara hasta las zonas ribereñas de la margen derecha del Guadalquivir. En agosto de 1922, el alcalde de Sevilla conferenciaba con el ingeniero director de los tranvías, acerca del proyecto de implantación de las nuevas líneas hasta los pueblos cercanos, con objeto de descongestionar la ciudad. El director, en su respuesta, dio cuenta de que la empresa Tranvías de Sevilla esperaba la llegada de una remesa de rieles, con los que se comenzaría el tendido de la nueva línea a San Juan de Aznalfarache.

La Real Orden de 23 de septiembre de 1922 ordena a la Dirección general de Obras Públicas fijar, para diciembre del mismo año, la adjudicación en pública subasta de la concesión de un tranvía eléctrico de Triana (Sevilla) a San Juan de Aznalfarache y Gelves.

De esta forma, el resultado del acta de la subasta del tranvía con motor eléctrico desde Triana, hasta San Juan de Aznalfarache y Gelves, celebrada el 2 de diciembre de 1922, conforme a las disposiciones previstas, confirmó la adjudicación a la sociedad Tranvías de Sevilla, el 25 de diciembre de 1922, siendo el único postor y propietario del proyecto. El pliego de condiciones particulares de la concesión, fue aceptado en nombre de la compañía por D. Pablo Hernández Rozpide. Las primeras actuaciones, en este sentido, estuvieron encaminadas a sacar adelante las líneas interurbanas, como la de Camas de 2.270 metros y la de San Juan de Aznalfarache, de 3.000 metros, y la prolongación de esta última por Gelves, hasta Coria del Río, a 12 kilómetros de Sevilla.

El interés de la dirección de la compañía Tranvías de Sevilla se debió al notable incremento de viajeros contabilizados en el ejercicio de 1922, donde se transportaron 19.495.126 pasajeros, con un recorrido de 2.122.251 kilómetros, según se manifiesta en la memoria de la compañía. Así, la compañía de tranvías adquirió 15 coches remolques más, que empezaron a prestar servicio en octubre de 1922 y obtuvo la concesión de la línea de San Juan de Aznalfarache, en ejecución.

La oferta de la compañía de Tranvías de Sevilla para tender este viario entre Sevilla y las poblaciones ribereñas del Guadalquivir fue la única que presentó la propuesta y, cumpliendo las condiciones legales, ganando la concesión (aunque, como ya hemos comentado, ya estaba la obra en ejecución), que fue publicada en “Gaceta de Madrid”, el día 4 de enero de 1923.

Cuando ya faltaba poco para la inauguración, un artículo del periódico sevillano “El Liberal”, se congratulaba de estos hechos y del mismo destacamos el siguiente texto:

La línea del tranvía, en su prolongación a San Juan, convertirá este sitio, uno de los más pintorescos de los alrededores de Sevilla, en lugar de excursión apetecible, y frecuentadísimo, por consiguiente”.

 

1924, desde el 1 de marzo, la alegría por la inauguración se convirtió en fuente de reclamaciones.

A finales del mes de febrero, el Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache recibía la noticia que el tranvía se inauguraría el siguiente día 1.

Fue el sábado, primer día de aquel mes de marzo, cuando a las tres y media de la tarde, partieron desde la Plaza de San Francisco tres tranvías con sus respectivas jardineras, para así poder llevar más pasajeros, haciendo el recorrido inaugural hasta nuestra localidad, que se abriría al público desde ese mismo día.

De aquel primer viaje participaron las autoridades y numerosos invitados, que ocupaban los seis coches que hicieron el desplazamiento y que fueron muy aclamados por los lugares por donde transitaban, como el barrio León, por donde recibieron aplausos y hasta se lanzaron cohetes, cuyo estruendo se oiría en toda la ciudad. La línea también beneficiaría a esta barriada, comunicándola con el centro urbano y la periferia ribereña.

Uno de los tranvías, con su jardinera, de aquel convoy inaugural de 1924, trata de abrirse paso entre la gente por las calles de Sevilla. En el letrero del tranvía se puede leer que su destino es San Juan de Aznalfarache.

Los coches atravesaron la vega de Triana hasta San Juan de Aznalfarache, con la facilidad de que, al existir aún el cauce de Los Gordales, no tenían aún que atravesar el río. A la entrada de nuestro pueblo, tras un “pintoresco viaje”, como lo describe el periodista que redactó su crónica de este día, esperaban a los tranvías los niños de las escuelas públicas, formados junto a la carretera y precedidos de una bandera española, prorrumpiendo en vivas y aplausos a la llegada de los vehículos.

Uno de los tranvías de la inauguración, junto a un cohetero.

Una vez en el interior de la urbe (hay que suponer que, en la Plaza Sánchez Lozano, actual Andalucía, donde se encontraban el ayuntamiento y la propia parada del tranvía), los vecinos también aplaudieron la llegada de este nuevo medio de locomoción dispuesto para la comunicación con la capital.

Según se recoge en el libro de Francisco Orta, la planta baja de esta edificación, en la Plaza Sánchez Lozano (actual Plaza Andalucía), fue la sala de espera para los viajeros del tranvía. Como veremos en otras fotos, el centro de la propia plaza también se usaba para la espera de los viajeros. 

Las autoridades de Sevilla fueron recibidas por las del vecino pueblo: el alcalde, don Manue1 Lora Vela; el primer teniente de alcalde, don Pedro Lissén: el secretario municipal, don Juan de Dios Sánchez; el teniente de la Guardia Civil, don Juan Cantero Carrero; el párroco, don Juan de Dios Peña Rada, etc.

Todos los invitados a la celebración, por la llegada del tranvía, pasaron a la cercana venta de Cortés, donde se sirvió un espléndido «lunch», al que hicieron honor todos, y donde fue muy felicitado el ingeniero de la compañía de Tranvías, don Federico Valenciano, y el personal técnico a sus órdenes.

Mientras se tomaban unas copas, el maestro de escuela de San Juan, don Braulio Zaragoza, solicitó del señor Valenciano que les diera a los chicos un paseo en el tranvía hasta El Tardón, siéndole concedido el permiso. Los chicos agradecieron mucho el paseo y vitorearon a la compañía y a su maestro.

Niños del colegio de los salesianos, en un tranvía de aquel mismo año 1924, en la calle Arrebolera (Sevilla). También portaban una bandera de España por este viaje celebrativo al ganar un premio para viajar en este transporte.

El señor Valenciano habló con el periodista desplazado para cubrir el evento y le informó de que, en breve, se desarrollaría la ampliación hasta Coria del Río, pues ya se contaba con material de postes y carriles. También le comunicaba que el recorrido hasta Camas se esperaba inaugurar en el verano de aquel año. Aunque el siguiente tramo de tranvía que se incorporaría a la red sería la que tenía por destino el Matadero de Sevilla, que se terminaría en el mes de abril.

Los tranvías para San Juan de Aznalfarache saldrían de la Plaza de San Fernando (actualmente, Plaza Nueva), a las seis de la mañana, llegando a San Juan a las seis y media, hora en que saldría, para Sevilla, otro coche. El último tranvía para San Juan partiría de Sevilla a las diez, de medía en media hora. Y estaba previsto que se agregara, a la jardinera, un coche-batea, para transportar mercancías. El precio del viaje se marcó en 50 céntimos desde la plaza de San Fernando a San Juan, y en 30 céntimos, hasta el sitio conocido por Las Erillas.

Y desde aquel primer día, con la inauguración ya quedó patente en la prensa que a los vecinos de San Juan de Aznalfarache les parecía caro el precio (el periodista añadió que él opinaba igual).

Comparado, por ejemplo, con el viaje al barrio de Nervión, que era mucho más de la mitad del camino hasta esta localidad, quizá tres partes del mismo, costaba sólo 25 céntimos.

En este día de la inauguración, el señor Valenciano ya habló de hacer concesiones a los vecinos de la localidad, pues reconocía que una peseta, entre la ida y la vuelta, era caro. Además, los camiones que hacían este servicio entre San Juan y Sevilla habían bajado el precio a 50 céntimos. El tranvía contaba con la ventaja de ser más cómodo, pero el camión hacía el traslado de los viajeros con más velocidad.

Al regreso del tranvía a Sevilla, los excursionistas descendieron en la barriada Las Erillas, donde fueron obsequiados por un industrial residente en esta zona, dándose muchas vivas al alcalde hispalense y a la empresa de tranvías. Y a las seis, en Sevilla.

A la vez que se puso en marcha esta línea de tranvía eléctrico en San Juan de Aznalfarache, se inició el funcionamiento del autobús urbano en la capital hispalense. Y curiosamente, aunque en la legislación de su creación en 1922, se indicaba que llegaría hasta Gelves, no llegó a ser así.

Un hecho significativo de esta inauguración es que no se nombre a quien ya era vecino de San Juan de Aznalfarache desde hacía una década (cuya casa, además, estaba muy cerca de la línea de entrada a la villa), y que había sido director gerente de la compañía Tranvías de Sevilla: D. Otto Engelhardt, que fue conocido por el apodo "Otto, el de los tranvías". Dirigió la empresa desde 1900, pero durante los años de la I Guerra Mundial, se vio obligado a dimitir, por las presiones de los países aliados, que amenazaron con el corte de suministros a la compañía, al estar gestionada por un alemán.

El lunes siguiente, día 3, ya sucedió el primer hecho negativo en la historia de esta línea de tranvía: se separaron los rieles y un coche con remolque, yendo hacia San Juan de Aznalfarache, se empotró contra el suelo. Fue tal el pánico de algunos de los viajeros, que se arrojaron por los ventanales al suelo, produciéndose algunas lesiones de importancia.

En la prensa se consideró como un milagro que no ocurriera una verdadera catástrofe porque, en el sitio que se originó la avería, comienza una curva muy pronunciada en dirección al río.

Y de hecho, hubo más artículos con respecto a la incertidumbre que se cernía sobre esta forma de viajar entre Sevilla y nuestra localidad, pues el 15 de marzo de 1924, sólo dos semanas después de su inauguración, el diario hispalense “El Liberal”, publicaba un artículo de opinión con el título: “El tranvía de San Juan: Es preciso evitar un peligro”, el cual, por su interés, compartimos íntegramente a continuación:

Si en el tendido de las nuevas líneas a los pueblos próximos ha de presidir el mismo criterio que en la primera de las inauguradas, bueno sería que los técnicos, que tienen a su cargo la inspección y aprobación de los trabajos realizados para este servicio público, bien sean los del municipio o de la provincia, se apresurasen, previo detenido reconocimiento, a declarar, para tranquilidad del público, que la circulación no ofrece peligro alguno y que, salvo caso imprevisto, o de fuerza mayor, los viajeros no deben temer un accidente.

Desde el día de la inauguración de la nueva línea a San Juan de Aznalfarache, el público, cuyo certero instinto no se puede negar, lo ha señalado con un trágico mote, que es de desear que no tenga confirmación en la realidad.

Lo que pudiera llamarse “inestable montaje de la línea”, da al viajero tan escasas seguridades, tiene momentos tan difíciles y de pasos tan inseguros la nueva vía, que no se necesita ser perito ni técnico, para reconocer que en su instalación se ha prescindido, por razones de economía, de darle aquella solidez y garantías que la vida del pasajero reclama.

La nueva línea da la sensación de algo provisional, sólo para días, para servicio de ocasión, restringido y no público, que sólo tiende a satisfacer una necesidad de momento. El día que desgraciadamente, y por cualquiera de las miles de causas que pueden provocar un accidente, este ocurra en la línea de San Juan, alcanzará trágicas proporciones, de producirse en aquellos sitios donde los trabajos no han revestido las seguridades que debían tener.

Esto motiva que el tranvía tenga que ir gran parte del trayecto casi a mitad de marcha, en largas rectas, causándose así perjuicio la propia compañía explotadora del servicio, pues de estar la línea en condiciones, el recorrido total podría hacerse en bastante menos tiempo.

No pretendemos aspirar, por lo macabro del motivo, al título de profetas en nuestra tierra; pero estimamos como un deber de conciencia, cuando de la vida de los semejantes se trata, señalar los peligros a que están expuestas, y acaso pudieran corregirse aún, si las autoridades superiores así lo dispusieran.

En beneficio de todos, y en la previsión de un mal que luego resultaría irreparable, más vale pecar por exceso de temor, que por demasiada confianza.

En cumplimiento de nuestro deber, hemos señalado el peligro.

 

Y no terminaría el mes sin un incidente sobre el precio del viaje en el tranvía. En “El Liberal” dieron a conocer una carta remitida al perito aparejador don Celestino Rodríguez, residente en San Juan de Aznalfarache, por la cual, el señor Valenciano, el director e ingeniero jefe de la compañía Tranvías de Sevilla, le comunicaba que, atendiendo a una manifestación verbal del primero, en nombre del vecindario de la localidad, desde el mes de abril, se darían las órdenes para reducir las tarifas en los traslados desde la Plaza de San Fernando a San Juan y viceversa. Al día siguiente, el mismo periódico publicó un desmentido sobre dicha carta, por la cual, don Federico Valenciano manifestaba que no había hecho tal escrito y que los precios del viaje se mantenían igual.

 

Para el mes de enero del año siguiente, don Manuel Brea, jefe de movimiento en la compañía Tranvías de Sevilla, comunicaba que el servicio a San Juan de Aznalfarache que, en vez de cada media hora, como desde la inauguración, serían cada veinte minutos, además de tener preparado un apartadero en el barrio Las Erillas, para hacer el desplazamiento, si hiciera falta, cada quince minutos.

Se mencionaba también un hecho particular que afectaba a esta línea, pues debido a las ventas existentes entre Sevilla y San Juan de Aznalfarache, era fácil que el tranvía se encontrara con “las innumerables curdas que, en caravana, regresan” desde estos lugares a la ciudad y a las otras localidades próximas. Pero si no ocurrían desgracias con el enorme tráfico de automóviles que ya tenían aquellos caminos, menos ocurriría con los tranvías. La compañía había tenido en cuenta, para el servicio de esta línea, el detalle de escoger el personal que está reconocido por sus años de profesión, por su formalidad y por ser abstemios, para evitar incidentes.

 

1925, continúan las quejas.

En febrero, una numerosa comisión de vecinos de las localidades de Tomares, de Bormujos y de sus fincas de alrededor, en representación de sus respectivos vecindarios, visitaron la sede del periódico “El Liberal”, para pedirles que llamaran, a través de este medio de comunicación la atención a la empresa Tranvías de Sevilla, respecto a la necesidad de fijar una parada obligatoria en la división de las carreteras de Tomares y San Juan de Aznalfarache, así como el que precio que se determine para este trayecto esté en relación con el de los otros destinos. Dicho precio pudiera fijarse del modo siguiente: desde la dicha parada en las carreteras de Tomares y San Juan a Triana, 15 céntimos; y a Sevilla, 30; y lo mismo viceversa.

Este artículo también llama la atención sobre lo caro que cuesta el kilómetro de recorrido en estos trayectos planos, sin subidas a cuestas, ni túneles, que sí hacían caras la construcción de líneas en otros lugares de España. Además, se indicaba que, encima de su injustificada y excesiva carestía, los transportes son lentos y están sucios.

Plano de obras de 1926, para el proyecto del cambio cauce del río Guadalquivir, en el que señalamos en azul el recorrido del tranvía desde la calle San Jacinto (Sevilla), hasta San Juan de Aznalfarache.

Año 1926. Viajeros esperando el tranvía en la parada al aire libre en la Plaza Sánchez Lozano (Andalucía, actualmente), en San Juan de Aznalfarche, con la fuente en el centro de la misma y el Consistorio municipal, al fondo, con una sola planta por aquella época.

1927, reclamaciones de la ciudadanía.

El 11 de abril, “El Liberal” publica una carta escrita en San Juan de Aznalfarache, suscrita por más de 500 firmas de vecinos de la localidad, con las siguientes peticiones, que habían sido dirigidas previamente a la compañía Tranvías de Sevilla, y que resumimos a continuación:

1ª.- Reducción del precio de los billetes con destino a nuestro pueblo, considerados como excesivamente elevados y que no están proporcionados con los de las líneas que circulaban por el término municipal de la urbe hispalense (a Nervión, Matadero y otros), que la empresa tenía establecidos en ese tiempo. Además, y especialmente, para quienes partían desde San Juan de Aznalfarache, todos los precios estaban en consonancia con ir hasta la Plaza de San Fernando, no pudiendo pagar menos si se bajaba el pasajero en una parada anterior. Es por ello que los solicitantes proponían una reducción de precios de los marcados, para los recorridos que aún no contemplaban a través del siguiente listado:

-Reducción a 0,20 el de Plaza San Fernando-Erillas, que es hoy 0,30.

-Reducción a 0,25 el de Plaza San Fernando-Camino de Tomares, que es hoy 0,35.

-Reducción a 0,25 el de Plaza San Fernando-San Juan, que es hoy 0,50.

Además, había que establecer los siguientes recorridos y precios:

-Barrio León a Erillas, 0,10.

-Barrio León a Camino Tomares, 0,15.

-Barrio León a San Juan, 0,20.

-Erillas a Camino Tomares, 0,10.

-Erillas a San Juan, 0,20.

-Camino Tomares a San Juan, 0,10.

En relación con esta reducción, también estaba la petición de que el billete de ida y vuelta que existía entre Plaza San Fernando y San Juan de Aznalfarache, y viceversa, después de reducirse a 0,40, en vez de 0,60, que valía entonces, debía tener validez para utilizarlo en cualquier sentido, a todas las horas, y no de cinco a ocho de la noche, siendo su expendición solamente hasta las nueve de la mañana.

2ª.- Se proponían también mejoras, como que, por el numeroso vecindario que tenía ya entonces el barrio León, se hiciera a éste el servicio con los mismos coches de la urbe hispalense, con lo que no habría más que aumentar el número de coches que hacen el servicio a San Jacinto, de forma que, cambiando en el antiguo Tardón, pudiese realizarse el que se proponía de Plaza San Fernando-San Jacinto-Barrio León, con los mismos intervalos que correspondían a San Jacinto.

Con dicho servicio se llenaría una necesidad muy sentida, pues particularmente en las horas de doce a una de la tarde y de cinco a ocho de la noche, por la mucha aglomeración de cuantas personas regresan al barrio León y los que lo esperan para regresar a San Juan, se viene dando el espectáculo, que nada habla en favor de la Compañía, por cuanto no tiene montado el servicio en las mejores condiciones, ni mucho menos de Sevilla, de que apenas desemboca el coche por la calle Méndez Núñez, sea una avalancha tal la que lo asalta, que es de temer cualquier desgraciado accidente, por cuanto no teniendo parada hasta la Plaza de San Fernando, tomándolo en marcha, como se viene haciendo, el peligro es inminente.

Este tranvía, circulando por las calles de Sevilla en 1945, expresa la necesidad y el peligro en que se ponían los viajeros en el año 1927 y siguientes.

Una nueva carta, en este caso, escrita y firmada por sevillanos (cinco hombres y una mujer) que, según explican, tienen que frecuentar mucho el pueblo de San Juan de Aznalfarache, es publicada el 7 de agosto, para protestar ante la autoridad gubernativa de la elevada tarifa que, arbitrariamente, cobra la compañía Tranvías de Sevilla para el desplazamiento a nuestra localidad.

Su queja se basa en que, oficialmente, la tarifa entre ambas urbes estaba aprobada por el gobernador y expuesta en los coches de la empresa, con un costo de 50 céntimos, pero la empresa seguía cobrando, tanto para la ida, como para la vuelta, 60 céntimos, alegando que el otro precio reducido es sólo para ciertas horas, arbitrariamente decidido así por la compañía.

A través de este escrito publicado en la prensa, se pretendía llegar al gobernador para que hiciese cumplir la ordenanza autorizada por él y clavada en los coches, que indicaba claramente “60 céntimos, ida y vuelta”, sin limitación exclusiva para ciertas horas.

También el precio parece excesivo, tildando como “timo” un precio de 30 céntimos por un recorrido de apenas 4 kilómetros, para una línea en las afueras de la población. De hecho, el viaje Sevilla – Alcalá de Guadaíra, en coche de gasolina, costaba 50 céntimos y era cuatro veces más largo que la distancia entre la capital hispalense y San Juan de Aznalfarache.

 

Nuevamente, el periódico sevillano “El Liberal”, el 15 de octubre y bajo el título “El servicio de tranvías en las líneas interurbanas”, hace un seguimiento de lo que ha pasado con la carta que se publicó, en este mismo medio, el 11 de abril.

En este artículo se empieza por indicar que San Juan de Aznalfarache se ha convertido en una villa de bastante importancia, donde un grupo de vecinos, representando el sentir de todos los que tienen que acudir diariamente a las fábricas, almacenes y otras entidades que aquí se hallaban, elevaron a la compañía Tranvías de Sevilla un respetuoso escrito, apoyado por centenares de firmas, en el que hacían ver la anormalidad de los precios y su distribución en los trayectos, proponiendo soluciones, satisfactorias para los usuarios y para los intereses de la empresa, pues la implantación de abonos habría de incrementar los ingresos económicos, por la cantidad de pasajeros que usaría el servicio.

La comisión ciudadana se reunió con la empresa, detallando y ampliando las peticiones indicadas y exponiendo soluciones que aunaran los objetivos de todos los implicados en este funcionamiento de la línea e incluso los ciudadanos, que representaban a los vecindarios afectados, salieron complacidos del encuentro, tras las atenciones recibidas por el señor director y por la disposición a implantar, en breve plazo, buena parte de lo propuesto.

Sin embargo, desde aquel escrito en abril y este artículo en octubre, había pasado el tiempo y los ciudadanos se habían defraudado al no ver atendidas sus demandas. Tras visitas, cartas y súplicas de la comisión vecinal, la compañía sólo recomendaba paciencia y hacía oídos sordos a todo lo expuesto por los usuarios. Tal era así, que algunos ya se negaban a usar el tranvía, haciendo el viaje a pie o buscando la forma de solicitar la implantación de un servicio regular de autobuses.

Al final del texto, se confiaba en que, por las razonables demandas de la ciudadanía, realizadas desde la comisión vecinal, con el apoyo de la prensa, se habría de alcanzar a cumplir lo que con tanta justicia se pedía.

 

1928.

El periódico “El Liberal”, el día 17 de octubre, se hace eco de las repetidas quejas acerca de las deficiencias del servicio de tranvías al vecino pueblo de San Juan de Aznalfarache. Y es que la afluencia de pasajeros es tal, de cinco a ocho de la noche, que se han dado caso de ir en los coches, por término medio, de sesenta a sesenta y cinco viajeros, siendo el límite de cuarenta.

Como solución, los usuarios del transporte proponen que, mientras no haya en servicio nuevos coches, que el tranvía urbano que llega hasta San Jacinto, culminase en el barrio León, para que los que van hasta este lugar, tengan más opciones y permitan que se desmasifique el tranvía hasta Las Erillas y San Juan de Aznalfarache.

En bien del público, la compañía debería acceder a estas peticiones, mientras se dispone que los tranvías de San Juan salgan, sobre todo, en las horas de más viajeros, cada veinte minutos los días laborales, en lugar de los treinta que, cuatro años después de la inauguración, seguía siendo su duración.

En la comisión municipal inspectora de tranvías, que se reunió el 27 de noviembre, el señor Balbontín leyó una carta que recibió, firmada por numerosos vecinos de San Juan de Aznalfarache, en la cual se indicaba que en el proyecto del tranvía a nuestra localidad, que a su vez sirvió para la concesión de la misma, figuraba una tarifa de 20 céntimos, por kilómetro y por viajero. La comisión acordó ponerse al habla con la dirección de la compañía Tranvías de Sevilla, para comunicar ese hecho y para indicar las otras mejoras que los firmantes solicitaban y que, según la comisión, eran peticiones estimables, con una base justa.

 

El 8 de diciembre, el Ministerio de Fomento concedía a la empresa Tranvías de Sevilla la prolongación de la línea ferroviaria desde San Juan de Aznalfarache, hasta Gelves, Coria del Río y La Puebla del Río; la realización del proyecto debía comenzar el febrero del año siguiente y la culminación de este recorrido beneficiaría a estos pueblos ribereños, con la posibilidad de enlazar con el ferrocarril secundario de Isla Guadalquivir (Isla Mayor contaba con un tren que unía los poblados que trabajaban el arroz, con un embarcadero en el río), una opción que no llegó a ocurrir.

 

1929.

El decreto-Ley de 22 de marzo de 1929 confirmaba a Tranvías de Sevilla el ferrocarril secundario de prolongación de la línea de tranvías de San Juan de Aznalfarache, hasta La Puebla del Río, pasando por Gelves y Coria del Río.

Y según comunicó el cabo comandante de la Guardia Civil, en el puesto de San Juan de Aznalfarache, al gobierno provincial, en el kilómetro 3 de la carretera de nuestra localidad, el tranvía número 166, conducido por Diego Calero Garrido, domiciliado en la calle Duque de Montemar, en Sevilla, chocó con el tanque número 1 de la Jefatura de Obras Públicas, es decir, un camión que se dedicaba al regadío de las carreteras, cuando hacía maniobras. Este vehículo de mantenimiento del recorrido resultó con deterioros de relativa importancia y su conductor, Antonio Izquierdo Lebrón, de 32 años, lesionado en el pie derecho.

El tranvía Nº. 166, por Sevilla, con destino a la Plaza de la Magdalena.

En este año se podría decir que empezó la debacle del transporte tranviario, pues el Ayuntamiento de Sevilla potenció, durante la Exposición Universal (inaugurada el 9 de mayo del presente y clausurada el 21 de junio de 1930), el servicio de autobuses.

 

1930.

Los años que van desde 1930 a 1936 podrían definirse como la época con los mayores conflictos dentro de la clase trabajadora, de la que no estaba apartada el mundo de los tranviarios. La caída de la dictadura en 1930, con la dimisión de Primo de Rivera; la proclamación de la República, el 14 de abril del año siguiente; y el comienzo de la Guerra Civil, en 1936, fueron importantísimos sucesos que marcaron la vida española en todas y cada una de sus regiones y en toda su ciudadanía.

El 21 de enero de 1930 se dieron por terminadas las obras de las nuevas cocheras en Triana (por entonces, en terrenos colindantes a la desaparecida Huerta de San Jacinto, en la que se alzó la popular barriada de San Cecilia; aún se puede identificar porque las puertas de aquellas cocheras se hallarían en lo que es el comienzo de la avenida Ronda de Triana), para la línea, que sería de pronta explotación, desde Sevilla, por San Juan de Aznalfarache, a manera de ampliación de ese servicio. Al final de año, estaban previstas que quedaran terminadas las estaciones y subestaciones de La Puebla del Río, Coria del Río y Gelves, donde se impondría el servicio a comienzos del año siguiente. Sin embargo, como veremos, estas estimaciones fallaron y tuvo que ser en el año 1932.

Van pasando los años, pero la reclamación del elevado precio de las tarifas del recorrido entre Sevilla y San Juan de Aznalfarache se mantiene y una nueva carta, que se dirige al alcalde de esta urbe y, por extensión, al gobernador civil de la provincia y a la empresa Tranvías de Sevilla, es publicada el 12 de abril por el diario hispalense “El Liberal”.

Esta nueva misiva vuelve a estar firmada por centenares de vecinos residentes en nuestra localidad y también por un considerable número de usuarios interesados en la disminución del precio de las tarifas establecidas por la compañía de tranvías. Una comisión ciudadana, nombrada a tal efecto, visitaría a las distintas autoridades y gestionaría, principalmente, del excelentísimo señor gobernador civil de la provincia, la resolución en sentido favorable de sus justas aspiraciones.

En la misiva, se indica que el vecindario venía soportando la carestía y anormalidades que, en precios y distribución de trayectos, tenía establecido la compañía Tranvías de Sevilla S. A., sin que nada sirvieran las constantes lamentaciones por los perjuicios y desigualdad de trato a la que estaban sujetos sus usuarios. En demostración de la carestía, bastaba comparar lo que se cobraba en los recorridos de la capital y lo que se venía pagando en aquella línea de San Juan de Aznalfarache.

Tenían la consideración de anormalidades la distribución de trayectos, que permitían que a un viajero que montase en la Plaza San Fernando y, en aquel tiempo, en la del Pacífico, le costase el billete hasta el barrio León (mitad del recorrido total), quince céntimos; sin embargo, desde cualquier punto anterior a las Erillas, hasta San Juan, cincuenta, y pasando de las Erillas, por muy pequeño que sea el recorrido, treinta céntimos.

En la dirección San Juan-Sevilla, sólo se expendían billetes de cincuenta, o treinta céntimos, según que el viaje terminase antes o después de las Erillas; es decir, que los que van de esta, al camino de Tomares pagaban, por tan corto trayecto, el billete de treinta céntimos, o sea, doble de lo que cuesta entre el barrio León y Plaza San Fernando.

Otra anormalidad, que más bien los vecinos la consideraban como abuso, era que se acortara el recorrido en la urbe sevillana, dejando al viajero en la Plaza del Pacífico, marcando el billete como destino la Plaza San Fernando, sin disminución proporcional en el precio.

Así la empresa de Tranvías obtenía mayor ingreso, pues quien antes tomaba un nuevo coche en dicha Plaza de San Fernando, para trasladarse a cualquier punto de la capital, entonces debía hacerlo en la del Pacífico y, por tanto, con billete de mayor precio.

En cuanto al billete de ida y vuelta, que se designaba, según su criterio, erróneamente “para obreros”, señalaban que, además de su carestía, su casi total ineficacia para los trabajadores, pues por lo limitado del tiempo para su validez, hacía que prefiriesen el billete ordinario, pues quien lo adquiría y no encontraba trabajo, regresaba a la localidad sin esperar a las cinco de la tarde, hora marcada para la vuelta.

Además, también querían los ciudadanos que se tuviese en cuenta que lo elevado de las tarifas impedía que, diariamente, visitaran el pueblo, de situación tan privilegiada, buen número de familias de la capital y que, al no hacerlo, causaban perjuicios a su comercio e industria y, por tanto, a los intereses municipales.

A partir de todas las reclamaciones anteriores, los usuarios firmantes querían que, salvo que la alcaldía considerase conveniente una rebaja mayor, se procediera al establecimiento de las tarifas de precio que apreciaban como justas:

-Billetes de ida y vuelta, único para todo el recorrido, de exposición hasta las nueve de la mañana y valedero para regresar en cualquiera de las horas de servicio, 0,30 pesetas.

-Billetes ordinarios, Entre San Juan de Aznalfarache y Plaza del Pacifico, o viceversa, 0,25 pesetas.

-Entre San Juan de Aznalfarache y Plaza del Altozano o viceversa, 0,20.

-Entre San Juan de Aznalfarache o Las Erillas y viceversa, 0,15.

-Y entre San Juan de Aznalfarache y camino de Tomares o viceversa, 0,10.

Por último, en la carta, cuya exposición de propuestas se consideraba como de justicia, se suplicaba al Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache que, por ser de interés general, se exigiese a la empresa Tranvías de Sevilla la revisión de tarifas indicadas y que, de no conseguirse, no se le concediesen facilidades para la prolongación de la línea, pidiéndose la gracia de que el Ayuntamiento atendiese a la voluntad de los vecinos.

Sólo unos días después, tras la celebración de la Semana Santa, una nueva carta llegaba a la redacción de “El Liberal”, firmada por vecinos del pueblo de San Juan de Aznalfarache, en la que se rogaba que se diera a conocer la protesta de los habitantes de la localidad, por las deficiencias del servicio de tranvías, pidiendo que sean corregidas en bien del público.

Ahora los comunicantes se quejaban de que los días claves de esas fechas (Jueves y Viernes Santos), la empresa no aumentó el servicio, como hacía los domingos, poniendo remolques a los coches, por lo que el aumento de la cantidad de viajeros para volver desde la ciudad, hasta el pueblo, se vieran obligados a esperar, formando largas colas en las paradas, pues todos los vehículos venían ya con el cartel “completo”, ya ocupados desde las calles San Jacinto y Manuel Carriedo.

El Viernes Santo, por la noche, ante la imposibilidad de coger un tranvía, por el deficientísimo servicio, el público, cansado y desesperado de esperar, se lanzó en caravana, unos por la carretera y, otros, por el camino bajo, la mayoría señoras y niños pequeños, pues no todos los que esperaban pudieron hacer el sacrificio de tomar un taxi o un coche, o de lo contrario, tener que aguardar a la una de la madrugada, en que el servicio valía una peseta.

La misiva nuevamente acababa, reclamando lo justo de esta protesta, por parte del vecindario de San Juan de Aznalfarache, esperando que la empresa atendiera las quejas y que, en lo sucesivo, se aumentase el servicio, en fechas tan señaladas, con más coches y autobuses.

Durante la mañana del día 24 de junio, en el que comenzó una huelga general que duró varios días, muchos tranvías interrumpieron el servicio habitual, volviendo a la normalidad al día siguiente.

El 18 de noviembre, en Triana, barrio de trabajadores, se puso la huelga convocada para esa fecha en sus máximos extremos, pues fueron apedreados, por multitudes y causando importantes destrozos, los tranvías que se atrevían a circular por aquellas calles. Como ya indicamos, los vehículos que tenían el servicio en la línea de San Juan de Aznalfarache, partían de la cochera ubicada en este barrio sevillano, al otro lado del Guadalquivir.

 

1931.

En mayo, el gobernador civil, señor Montaner, conversó con el director de la compañía Tranvías de Sevilla, señor Aguiló, acerca de una petición formulada por numerosos obreros, solicitando la rebaja de precios de las tarifas del transporte.

El director de la empresa le contestó que la mencionada petición estaba siendo estudiada, incluso antes del escrito que habían realizado los demandantes, estando pendientes próximamente de poner en marcha abonos de veinte billetes, al precio de siete pesetas cada uno, en las líneas a Camas y a San Juan de Aznalfarache, que comenzarían a funcionar tan pronto se recibiera el billetaje, que se estaba confeccionando en Valencia.

Justamente dos semanas después del anterior artículo, en el mismo periódico “El Liberal”, aparecía una nueva carta, firmada por diez vecinos de San Juan de Aznalfarache, bajo el título “El precio de los tranvías”.

Este nuevo escrito vuelve a denunciar, haciendo alusión directa al gobernador civil de Sevilla, los incumplimientos de la empresa, que seguía sin cumplir lo anteriormente pactado con la comisión de usuarios, para los vehículos que hacían los recorridos a las afueras de la ciudad.

El reglamento fijado para los coches de San Juan de Aznalfarache, indicaba: recorrido sencillo, 50 céntimos; ida y vuelta, 60 céntimos. Y la compañía no respetaba estos precios, vendiendo los billetes de ida y vuelta a 60 céntimos solo en ciertas horas. Cuando detectado el abuso, unos vecinos recurrieron contra esa arbitrariedad, desapareció el reglamento de sus espacios en los transportes.

Así se conminaba al señor gobernador, para que obligara a Tranvías de Sevilla a colocar, otra vez, el reglamento en el sitio para él destinado en los coches y exigir que se cumpla lo que hay escrito e irónicamente se le indicaba a la empresa que se ahorrara el gasto inútil de los anunciados tacos a siete pesetas para veinte recorridos.

El 27 de septiembre se publica un escrito dirigido al gobernador civil, recordando al de mes de abril de 1930. Por su contenido, lo transcribimos a continuación al completo:

Excelentísimo señor gobernador civil de la provincia de Sevilla.

La Compañía Tranvías de Sevilla S. A. ha puesto ya en vigor, «por fin», los tan cacareados, como esperados, billetes de abono en las líneas A y B (San Juan y Camas).

El valor de estos es de siete pesetas para veinte viajes, es decir, más caros que los actuales de ida y vuelta, y teniendo que hacer un desembolso anticipado.

Con la implantación de estos billetes queda defraudado el público, que esperaba, por tener ofrecimientos que así se lo habían hecho creer, que serían atendidas, en todo o en parte, las peticiones que, reiteradamente y hace años, verbalmente y por escrito, se han dirigido a las autoridades y a la compañía, por considerar verdaderamente abusivos los precios y la irregular distribución de trayectos, especialmente en la línea A (San Juan), y las modalidades impuestas a los billetes de ida y vuelta, que la empresa denomina “para obreros”, sin que se halle la justificación de que, expendiéndose por la mañana, el regreso tenga que hacerse forzosamente después de las diecisiete horas, con lo que el obrero o quien los adquiera,

si por no encontrar trabajo, o cualquier otra causa, tiene que verificar el regreso antes de dicha hora, se le obliga a sacar nuevo billete ordinario, con aumento de gasto, precisamente cuando no ha obtenido un jornal.

En abril del pasado año se hizo entrega en el Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache de un escrito, con más de 400 firmas, en que se pedía la intervención de la corporación para obtener, entre otras ventajas justas, las siguientes:

Billetes de ida y vuelta, a 0,30, único para todo el recorrido, de expedición hasta las nueve de la mañana y valedero para regresar en cualquiera de las horas de servicio.

Billetes ordinarios, a 0,25, entre San Juan de Aznalfarache y Sevilla, o viceversa; 0,20 entre San Juan de Aznalfarache y plaza del Altozano, o viceversa; 0,15 entre San Juan de Aznalfarache y Erillas, o viceversa ; 0,10 entre San Juan de Aznalfarache y Camino de Tomares,

o viceversa.

El escrito de referencia no se sabe la suerte que haya corrido, por lo que le suplicamos, excelentísimo señor gobernador, ordene al señor alcalde de esta villa se lo entregue para su estudio y resolución.

Le quedan reconocidos… Los vecinos de San Juan.

San Juan de Aznalfarache, 26 de septiembre de 1931.

 

Y si faltaba algo para complicar más aún este descontento con el funcionamiento con esta línea interurbana, el 24 de octubre se comenzó a hablar de la huelga de los tranviarios. Ese día, los tranvías que salieron a prestar servicio lo hicieron una hora más tarde de lo habitual; de hecho, los de Nervión, Cerro del Águila, San Pedro, Puerta Real y Cementerio ni siquiera lo hicieron. Además, caía una lluvia torrencial; los ciudadanos afectados tenían que caminar y muchos obreros no podían acudir a sus ocupaciones.

La noche anterior, la directiva de los huelguistas hizo saber, por medio de una nota, que eran completamente ajenos a la restricción de los servicios.

Los tranvías de largo recorrido, como los de San Juan de Aznalfarache y los de Camas iban abarrotados de viajeros, que preguntaban a los empleados de la compañía sobre la duración de la huelga, pero aquellos, prudentemente, nada decían sobre el asunto. Los coches que estaban en funcionamiento iban custodiados por fuerzas de la guardia civil, yendo en algunos de los tranvías hasta tres agentes.

A la una, los coches llegaban a su base y no quedó ni uno en la calle, incluidos los de San Jacinto, Patrocinio, San Juan y de Camas, que fueron estacionados en su respectiva cochera en Triana. Ni en este lugar, ni en la Puerta Osario, se promovieron incidentes; la actitud de los huelguistas fue correctísima.

El gobernador civil, señor Sol Sánchez, en declaraciones posteriores, se atribuyó la carencia de incidentes, resaltando además que la paralización del servicio fue por disposición suya y que, en cuanto sea posible y se llegue a un acuerdo con los trabajadores, se volverán a poner en funcionamiento los vehículos y harán sus recorridos con normalidad y absoluta garantía.

En el año 1931, además, el tranvía (obsérvese el que transita por el centro de la fotografía), comienza a ver cuál será su recorrido futuro a través del viaducto por encima del Guadalquivir).
En esta ampliación de la imagen anterior se puede observar como los raíles discurren en paralelo con la carretera entre San Juan de Aznalfarache y Camas.

Un dato para completar las informaciones recogidas sobre este año y es que, en la memoria del consejo de administración de la compañía Tranvías de Sevilla, sobre el ejercicio del año 1931, se cita como agravante para su rendimiento el movimiento político societario. Las huelgas prolongadas, y de carácter revolucionario, perturbaron la explotación, en especial la general de 19 al 24 de julio, una semana trágica para no recordar.

 

1932.

Durante el año anterior, las huelgas en España provocaron deportaciones debido a la Ley de Defensa de la República, que permitía al Gobierno exiliar a personas que amenazaran la estabilidad del nuevo régimen republicano. En 1932, las manifestaciones obreras se desarrollaron contra las deportaciones que se estaban realizando a Guinea.

Se anunció una huelga general el día 24 de enero y el paro fue absoluto en Sevilla. En cuanto a los tranviarios, las cocheras se abrieron y se prepararon como de costumbre para comenzar los servicios, pero se presentaron tan pocos obreros a su trabajo, que la empresa decidió que podían retirarse. A los pasajeros habituales les tocó ir a pie. Los días siguientes, y aumentando paulatinamente el número de vehículos en servicio, fueron escoltados, primero, por la guardia civil y después, por soldados.

El 16 de febrero, el ministro de Gobernación, señor Casares Quiroga, reunía a los periodistas para facilitarles datos sobre el movimiento huelguístico del día, como protesta por las deportaciones que se habían producido. El ministro comunicó que, en Sevilla, el paro fue total, salvo para 20 tranvías, que circulaban conducidos por inspectores e ingenieros de la compañía y también por soldados, siendo escoltados por la guardia civil. La huelga en varios pueblos hispalenses era total, incluido San Juan de Aznalfarache y, según las informaciones, se desarrolló pacíficamente. El día 19 volvería a funcionar la red tranviaria con normalidad.

Tranvía de la línea de Triana, conducido por un soldado y custodiado por una pareja de la Guardia Civil, en los años de los grandes huelgas.

El 21 de mayo de 1932 tuvo lugar la inauguración de la línea de tranvía hasta La Puebla del Río, pasando por Gelves y Coria del Río, cuyos vecinos mostraron gran entusiasmo al recibir la llegada de los vehículos. Esta ampliación partía de la Plaza de la Magdalena y estaba previsto que llegara hasta tierras de las marismas. Las múltiples huelgas de aquellos años, el cruce con los ferrocarriles mineros en San Juan de Aznalfarache, problemas con las expropiaciones para tender los raíles y otras dificultades con el Ayuntamiento coriano, hicieron que la construcción de esta ampliación de la línea se desarrollara con muchísima lentitud, en un tramo que debiera ser sencillo, por lo llano del mismo, en paralelo con el cauce del Guadalquivir.

El tranvía, hasta San Juan de Aznalfarache, funcionaba con el troley corriente, de suspensión sencilla. Al salir de la urbe, el conductor elevaba «la suspensión de catenaria alabeada», un arco de acero que estaba en el techo del coche y el vehículo aumentaba su velocidad, llegando en cinco minutos a Gelves.

En agosto, el diario “El Liberal” mostró la preocupación de unos 300 vecinos, propietarios de parcelas comprendidas entre los términos de Tomares y de San Juan de Aznalfarache, los cuales rogaban que, a través del periódico, se pidiera a la autoridad competente que, mientras duraban las obras de construcción del viaducto para cruzar la vega, para comunicar Sevilla y el Aljarafe Sur, cambiando después el cauce del río, se construyera un paso con espigones sobre los castilletes de la vía del tranvía, con objeto de evitar la incomunicación entre las urbes, que estaban padeciendo con daños y perjuicios para los viajeros. Si se cortaba la carretera por las obras de la dársena, los afectados quedarían incomunicados con la capital hispalense.

Plano del proyecto para el desvío del tranvía en la vega de Triana, hasta llegar a San Juan de Aznalfarache, por el cambio de cauce del río, con fecha 20 de marzo de 1932.

Según parece, el puente para el tranvía se construyó pronto, pues ya hay fotos de 1932, que muestran a los coches pasando por la vega de Triana, camino del Aljarafe.

El conductor, el cobrador y los pasajeros posan para un fotógrafo al pasar por este puente, que se mantuvo en funcionamiento hasta la inauguración del viaducto y del puente de hierro, en 1933, entre Sevilla y San Juan de Aznalfarache.

1936.

Aparece publicado en “El Liberal”, el día 12 de mayo, que el Frente Popular de San Juan de Aznalfarache eleva un escrito al señor gobernador, al alcalde nuestra localidad y al director de la Compañía Sevillana de Electricidad y Tranvías de Sevilla que, entre otras demandas, pretende conseguir la rebaja del 50% del precio del billete a este pueblo.

A principios de junio, el gobernador civil ordenó a la Guardia Civil retirar los automóviles que boicoteaban la captación de pasajeros para los tranvías que circulaban entre Sevilla-Sanlúcar y Sevilla-La Puebla del Río. Como reconocimiento a esta acción, la compañía Tranvías de Sevilla comunicó que modificaría a la baja las tarifas de las líneas interurbanas, como la que llegaba hasta La Puebla del Río, pasando por San Juan de Aznalfarache.

Y como ya se anticipó en mayo, el Frente Popular organizó huelgas en los municipios de Castilleja de la Cuesta, Gelves, Camas, Bormujos, San Juan de Aznalfarache y La Puebla del Río, como protesta por no haberse efectuado la rebaja del 50% en el precio de los billetes de los tranvías y autobuses de la misma empresa, en los recorridos que afectan a dichas poblaciones. El gobernador civil, señor Varela, el 19 de junio, clausuró los centros obreros de dichos pueblos y encargó las funciones de orden público, en estos pueblos, al jefe de la brigada social.

Los ayuntamientos de Castilleja de la Cuesta y de San Juan de Aznalfarache comunicaron al gobernador su acuerdo de presentar la dimisión colectiva por este asunto y el mandatario provincial les contestó que, si no retiraban aquel oficio, darían cuenta del mismo ante el juzgado de instrucción, puesto que sus dimisiones implicaban el abandono de las funciones públicas.

El servicio de tranvías funcionaba con normalidad, pero protegido por la fuerza pública.

Hasta el momento, no hemos encontrado noticia alguna sobre el funcionamiento de la línea de tranvía a San Juan de Aznalfarache, durante la Guerra Civil española y los primeros años de la dictadura.

Riada de los años 40, en la calle Queipo de Llano (Ramón y Cajal). A la derecha de la foto se pueden observar los postes para el tendido eléctrico del tranvía. 

En esta foto, probablemente, del año 43, por la inauguración de la Avenida del Santo Rosario del Cerro de los Sagrados Corazones (el Triunfo del Corazón de María ya se encuentra en su pedestal), se puede observar un tranvía en la curva del viaducto, entre la gente caminando y otros vehículos en la carretera.

1949.

Tal y como aparece en el Archivo Histórico Provincial, en 1949, se vuelve a plantear la necesidad de un nuevo proyecto de transporte público masivo, que facilite la llegada de las clases populares al Aljarafe:

«En esta región en todo se observa, que los habitantes de la capital desplazan sus viviendas, no ya de recreo, sino de residencia ordinaria, a lugares más sanos y aireados, donde se pueda habitar en un mayor espacio y en mejores condiciones higiénicas, al mismo tiempo que puede conseguirse que, empleados y personas modestas puedan acudir de un modo rápido y cómodo a sus ocupaciones en la población, encontrando al mismo tiempo una economía en sus alquileres».

Vista aérea de la entrada a San Juan de Aznalfarache, en la que se muestra que los raíles de Minas de Cala y del tranvía no coincidieron. En amarillo, la entrada al túnel del tren; en azul, las marcas del camino del tranvía, paralelo a carretera de Camas, del trayecto del tranvía, entre 1924 y 1934; y en rojo, el paso por el viaducto sobre el Guadalquivir. La Barriada de Nuestra Señora de Loreto parece aún en construcción, por lo que suponemos que estará fechada a principios de los años 50.

Década de los 50.

El periódico “Sevilla de Tarde, diario informativo”, el miércoles, día 7 de marzo de 1951, publica este poema satírico, firmado bajo seudónimo como don Luis Mejías que, como se puede comprobar, lanza todos sus dardos lingüísticos y argumentales hacia el tranvía a San Juan de Aznalfarache.

Más negro que el azabache,

tuve, por obligación,

que hacer una expedición

a San Juan de Aznalfarache.

No me gusta ese tranvía,

ni ninguno interurbano,

pues le cuesta al ciudadano,

el viaje, perder un día,

y entre alcanzar la estación,

la “cola” para el billete,

la otra, que dentro te mete,

cuando al fin llega el vagón,

y el traqueteo, la gente,

el que pisa y no repara,

y el tranvía que se para,

porque faltó la corriente.

Pero me era necesario;

hice, pues, mi encargo allí,

y a la parada me fui,

cuando indicaba el horario.

La última vez que allí estuve,

sin que ni un guardia se viere,

vi llegar, a la carrera,

de catetos una nube,

que, en marcha, el coche asalta,

por puestas y ventanales,

que se instalaron, triunfales…

y que, en tierra, me dejaron.

Hoy, no; unos guardias se vieron,

vi llegar el coche mío

a la parada, vacío,

pero desaparecieron,

y al punto hubo pelotón,

al pie del coche, melé,

yo, en la masa, me mezclé

y entramos al empujón.

-Un billete a la ciudad.

-Ahí tiene. Cero setenta.

-El ir me costó sesenta.

-Este es “de penalidad”.

-¿Por qué? ¿Por ir a Sevilla?

-Ah, lo puede averiguar.

La “pena” es por no sacar

el billete en la taquilla.

-Allí taquilla no había,

o al menos, yo no la vi.

-Yo de eso no entiendo. Así

lo manda la compañía.

Unos días después de la aparición en prensa de este poema, el 24 del mismo mes, se publicó que, a la salida de San Juan de Aznalfarache, al subirse en marcha a un tranvía de la línea A, un hombre de 36 años de edad tuvo la desgracia de resbalar, siendo arrollado por el coche. Fue traslado a la casa de socorro de la calle San Jacinto, donde se le diagnosticó una herida incisa en la ceja derecha, contusiones y erosiones varias en distintas partes del cuerpo y ligera conmoción cerebral. Su estado fue calificado como reservado.

El 14 de agosto, el Ministerio de Obras Públicas autorizó a aumentar las tarifas que, en las líneas interurbanas, como la de San Juan de Aznalfarache hasta La Puebla del Río, se vio modificada de la siguiente forma: hasta las 8,30 horas, los billetes sencillos sufrirían un aumento de 10 céntimos; y en ida y vuelta, de 20 céntimos. Y a partir de las 8,30 horas, los billetes sencillos subirían 15 céntimos.

En mayo de 1952, la noticia que hace alusión al tranvía que llegaba a nuestra localidad menciona que el 20 de junio, sobre las nueve y media de la noche, tuvo lugar un conato de descarrilamiento del coche que hacía este servicio hasta San Juan de Aznalfarache. El hecho ocurrió en la bajada del puente, debido al mal estado del cambio de aguja; los viajeros sólo sufrieron el susto derivado del accidente.

El sábado 21, por la mañana y en el mismo lugar, descarriló un tranvía de la línea de Coria del Río, estando paralizado el resto de transportes durante un buen rato. Al igual que la noche anterior, los pasajeros sólo se asustaron por el hecho vivido.

Año 1958. Tranvía La Puebla del Río - Sevilla - Camas, parado antes de entrar en el viaducto hacia San Juan de Aznalfarache.

 
El Corto de Gelves, seguido por un tranvía a La Puebla del Río, con remolque para viajeros y un vagón para mercancías, en el viaducto entre Sevilla y San Juan de Aznalfarache, en la última curva del mismo antes de entrar en esta urbe.

En esta fotografía se pueden observar los raíles a la entrada de la calle Queipo de Llano (actualmente, Ramón y Cajal), al lado derecho de la misma. Aún no estaban construidas las torres de Cerro Alegre, por lo que puede estar fechada a finales de los años 50 o principios de los 60.

Perspectiva de la misma calle, desde las afueras del pueblo, con el poste del tendido eléctrico para el tranvía.

El Corto de Gelves ha salido de la urbe de San Juan de Aznalfarache, para dirigirse hacia su localidad de destino. En la imagen podemos ver que las vías marchan paralelas a la carretera. Al fondo se encuentra el Sagrado Corazón de Jesús, sobre el cerro; a la derecha, las chimeneas de la fábrica de loza aún en pie. Ya no parece existir el segundo viaducto de Cala, por lo que la fotografía sería también de finales de los 50 o principios de los 60.

Tranvía en la parada de la Plaza de la Falange (anteriormente, Sánchez Lozano y, actualmente, Andalucía).

Un tranvía recorre la curva del viaducto ante el Cerro de los Sagrados Corazones. Vemos también los postes del tendido eléctrico.

Otra toma del cableado y de las vías.

1960-1965.

El Ayuntamiento de Sevilla desmanteló la red urbana de tranvías desde el 8 de mayo de 1960 y los tranvías fueron definitivamente sustituidos por autobuses; únicamente permanecieron activos los coches 312 al 314 en las líneas suburbanas de Camas, San Juan de Aznalfarache y la base aérea de Tablada; estas líneas interurbanas fueron clausuradas el 17 de enero de 1965.

1964. Un operario realiza el cambio de sistema de corriente del tranvía a la salida del viaducto desde Sevilla a San Juan de Aznalfarache. El vehículo de la derecha lleva un remolque para pasajeros y un vagón para mercancías.

17 de enero de 1965: último tranvía que pasa por San Juan de Aznalfarache.

Foto del último tranvía de aquella noche, en la Plaza de la Falange (anteriormente, Sánchez Lozano; actualmente, Andalucía), ante la Esquina Cortés.

Nuestras historias de San Juan de Aznalfarache y los trenes:

1.- Resumen de la carrera del tren por llegar a San Juan de Aznalfarache 1888-1930.

https://historiadesanjuandeaznalfarache.blogspot.com/2025/11/resumen-de-la-carrera-del-tren-por.html

2.- El ferrocarril de El Castillo de las Guardas a San Juan de Aznalfarache 1888.

https://historiadesanjuandeaznalfarache.blogspot.com/2025/11/el-ferrocarril-de-el-castillo-de-las.html

3.- Cronología del tranvía a San Juan de Aznalfarache 1897-1965.

https://historiadesanjuandeaznalfarache.blogspot.com/2025/11/cronologia-del-tranvia-san-juan-de.html

4.- Destino de Aznalcóllar: de Los Gordales a San Juan de Aznalfarache, 1901-1958.

https://historiadesanjuandeaznalfarache.blogspot.com/2025/11/destino-de-aznalcollar-de-los-gordales.html

5.- El ferrocarril de Cala a San Juan de Aznalfarache, 1901-1960.

https://historiadesanjuandeaznalfarache.blogspot.com/2025/12/el-ferrocarril-de-cala-san-juan-de.html

6.- La primera obra de hormigón armado en Andalucía estuvo en San Juan de Aznalfarache 1905.

https://historiadesanjuandeaznalfarache.blogspot.com/2025/12/la-primera-obra-en-hormigon-armado-en.html

7.- Los dos ramales ferroviarios que tuvo la fábrica Cros en San Juan de Aznalfarache.

https://historiadesanjuandeaznalfarache.blogspot.com/2025/12/los-dos-ramales-ferroviarios-que-tuvo.html

8.-  El Barrio Bajo de San Juan de Aznalfarache entre vías 1930 - 1950

https://historiadesanjuandeaznalfarache.blogspot.com/2025/12/el-barrio-bajo-de-san-juan-de.html


Nuestro agradecimiento a don Francisco Orta, por su libro "San Juan y su gente", de 2011.

Bibliografía:

-GARCÍA GARCÍA, A.; DELGADO BUJALANCE, B. y OJEDA RIVERA, J. F. (2007): “Paisajes simbólicos de la ciudad de Sevilla”, en “Ería” (73-74). Sevilla, Universidad de Sevilla.

-HAYA SEGOVIA, V. (1988): “Cien años de transporte en Sevilla: Transportes Urbanos de Sevilla. Sevilla, Artes Gráficas Rodriand.

-JIMÉNEZ DÍAZ, E. (1979): “Sevilla y sus tranvías. Apuntes y recuerdos de una historia perdida”. Sevilla, Nueva Andalucía.

-ORTA, P. (2011): “San Juan y su gente. Personajes, recuerdos y anécdotas de Paco Orta”. San Juan de Aznalfarache, Francisco Pérez Orta.

-POU DÍAZ, J. (1971): “Sevilla a través de sus pueblos”. Sevilla, Editorial Católica Española.

-RODRÍGUEZ CÁRDENAS, M. (2009): “Miserias, esperanzas y olvido, marismas de la margen derecha del Guadalquivir (1923-1945)”. Sevilla, Ayuntamiento de Isla Mayor.

Hemeroteca:

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-“La Actualidad Financiera”. 4 de marzo de 1908. Año VII, Nº. 280. Madrid.

-“El Adelanto, diario de Salamanca”. Sábado, 20 de junio de 1936. Salamanca.

-“El Cantábrico, diario de la mañana”. Martes, 16 de febrero de 1932. Santander.

-“El Cantábrico, diario de la mañana”. Sábado, 20 de junio de 1936. Santander.

-“La Correspondencia de España, diario político independiente y de noticias”. Sábado, 26 de marzo de 1904. Madrid.

-“La Correspondencia de España”. Miércoles, 28 de enero de 1914. Madrid.

-“El Defensor de Córdoba, últimas noticias y telegramas de la tarde”. Miércoles, 29 de enero de 1908. Córdoba.

-“El Día, periódico de la mañana”. Martes, 16 de febrero de 1932. Palma de Mallorca.

-“El Diario de Córdoba, diario independiente, decano de la prensa cordobesa”. Martes, 16 de febrero de 1932. Córdoba.

-“Electrón”. 10 de abril de 1904.

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-“Gaceta de Madrid”. 28 de enero de 1914. Nº. 28, página 218. Madrid.

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-“El Liberal”. Miércoles, 17 de octubre de 1928. Sevilla.

-“El Liberal”. Miércoles, 28 de noviembre de 1928. Sevilla.

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-“El Liberal”. Sábado, 12 de abril de 1930. Sevilla.

-“El Liberal”. Martes, 22 de abril de 1930. Sevilla.

-“El Liberal”. Jueves, 14 de mayo de 1931. Sevilla.

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-“El Liberal”. Domingo, 27 de septiembre de 1931. Sevilla.

-“El Liberal”. Sábado, 24 de octubre de 1931. Sevilla.

-“El Liberal”. Domingo, 22 de mayo de 1932. Sevilla.

-“El Liberal”. Martes, 9 de agosto de 1932. Sevilla.

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-“El Liberal”. Martes, 12 de mayo de 1936. Sevilla.

-“El Liberal”. Miércoles, 17 de junio de 1936. Sevilla.

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-“La Libertad”. Miércoles, 27 de febrero de 1924. Madrid.

-“La Libertad”. Domingo, 2 de marzo de 1924. Madrid.

-“La Libertad”. Domingo, 9 de diciembre de 1928. Madrid.

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-“El Noticiero Sevillano, diario independiente de noticias, avisos y anuncios”. Viernes, 29 de noviembre de 1895. Sevilla.

-“El Noticiero Sevillano, diario independiente de noticias, avisos y anuncios”. Domingo, 28 de marzo de 1897. Sevilla.

-“La Opinión”. Lunes, 10 de diciembre de 1928. Madrid.

-“Las Provincias, diario de Valencia”. Jueves, 3 de agosto de 1922. Valencia.

-“Sevilla de Tarde, diario informativo”. Miércoles, 7 de marzo de 1951. Sevilla.

-“Sevilla de Tarde, diario informativo”. Sábado, 24 de marzo de 1951. Sevilla.

-“Sevilla de Tarde, diario informativo”. Sábado, 21 de junio de 1952. Sevilla.

-“La Tarde”. Sábado, 20 de junio de 1936. Zamora.

-“Los Transportes férreos”. 1 de febrero de 1908. Año XXII, Nº. 937. Madrid.

-“Los Transportes férreos”. 24 de febrero de 1908. Año XXII, Nº. 940. Madrid.

-“El Universo”. Martes, 1 de junio de 1909. Madrid.

-“La Voz de Aragón”. Martes, 16 de febrero de 1932. Zaragoza.

-“La Voz de Asturias, diario de información”. Lunes, 3 de marzo de 1924. Oviedo.

-“La Voz de Asturias, diario de información”. Martes, 4 de marzo de 1924. Oviedo.

-“La Voz de Navarra, diario independiente”. Martes, 16 de febrero de 1932. Pamplona.

Otras fuentes:

-adepasevilla.org

-blogdeltomi.es/el-tranvia-en-la-ciudad-de-sevilla-1887-1965/

-elferrocarrilenandalucia.es/

-elferrocarrilenandalucia.es/fototeca/infraestructuras/lineas-y-ramales/travias-y-metros/sevilla-interurbanos/

-sanjuandeaznalfarache.net

-spanishrailway.com/tranvias-de-sevilla-s-a/ 


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