Sevilla 3.- Flotando en las aguas del
Guadalquivir, y cerca del pueblo de San Juan de Aznalfarache, se ha encontrado
un cadáver.
Como aún falta uno de los que perecieron
en la catástrofe del 8 de noviembre, creen algunos que sea este, si bien es muy
problemático, por la gran distancia que media entre el lugar de la ocurrencia y
el sitio en el que se ha hallado.
Artículo
encontrado en:
“El Correo”. Viernes, 4 de diciembre de 1896. Madrid.
Aprovechamos esta noticia para tratar el
tema de los dos barcos que llevaron el nombre “Aznalfarache”:
La noticia anteriormente transcrita tiene que ver con un pequeño vapor para el transporte lúdico de personas y también de pasajeros, formando parte de una línea regular, por el Guadalquivir, incluyendo nuestra localidad, llamado “Aznalfarache”, por su propietaria, la Compañía Sevilla de Navegación, que lo compró en Sunderland (Inglaterra). Curiosamente, cuando el primer vapor fabricado en España, se hizo en 1817 ("Diario de Barcelona", 29 de junio), en la ciudad hispalense, una compañía sevillana fue a comprar aquel barco a los ingleses.
Aquel nuevo vapor, por la primera noticia que tenemos del mismo,
según “El Noticiero Sevillano, diario independiente de noticias, avisos y
anuncios”, del lunes 30 de octubre de 1893, se hallaba en el Puerto de Bonanza
(Sanlúcar de Barrameda, Cádiz),
cumpliendo una cuarentena de tres días, al proceder de un país extranjero.
En la madrugada del 8 de noviembre de
1986, a la altura del denominado como Callejón de la Mata, en el tramo del río
Guadalquivir que cruza la capital hispalense, según relata uno de los dos
supervivientes, D. Juan Fe, un grupo de amigos que había contratado los
servicios del vaporcito Aznalfarache, para cazar patos en Doñana, después de
cenar y tras chirigotas, chistes y cuentos, mientras el barco seguía amarrado,
se fueron a acostar en sus respectivos camarotes. Por temor al frío y mientras la mayoría de ellos estaban ya
durmiendo profundamente, sobre las cinco de la mañana, y al estar despierto el pasajero superviviente,
por pelearse con su compañero por la manta, se movió el barco bruscamente por
un choque violentísimo, seguido de un atronador ruido de maderos, tableros y
cristales que, al desprenderse, crujían de un modo espantoso.
El vapor Torre del Oro, mucho mayor que el
de los afectados, avanzaba por el río, no fueron capaces de distinguir al
pequeño barco amarrado y se les echaron encima. La confusión de los pasajeros
del Aznalfarache fue tan espantosa como terrible y sólo se oían voces
solicitando socorro. Los tripulantes del Torre del Oro echaron enseguida su
bote y cabos al agua para el rescate, pero el vaporcito se hundió rápido, pudiendo
solo auxiliar al capitán, el Sr. Martínez y al narrador de esta terrible
experiencia, D. Juan Fe. 22 hombres, entre pasajeros y tripulantes, fallecieron
por este choque terrible, una catástrofe que consternó a todo el vecindario de
Sevilla, según se narra en “La Unión Católica” y otros muchos periódicos por
toda España en el día 9 y los sucesivos, como “El Defensor de Granada” (día 10).
Tras este horrible suceso y extrañamente a
lo que dictan las supersticiones marítimas, en 1899, encontramos
ya datos de un segundo barco, esta vez, un vapor más grande, con capacidad
para transportar mercancías, además de sus tripulantes,
también llamado Aznalfarache. En “Gaceta de Madrid” (antiguo nombre del “Boletín Oficial del Estado”), del año indicado
y hasta 1908, pasando por el anuncio publicado en 1916 y que incluye el
nombre de este barco, aparece que transportaba alimentos como el maíz, el trigo, la cebada y los cereales, cargándolos y
descargándolos tanto en Sevilla, como en ciudades costeras españolas, como
Barcelona y Palamós, e incluso en el extranjero, como en Marsella.
Y llegamos al artículo en la publicación “La
Publicidad”, el viernes 6 de diciembre de 1918, que nos refiere que el día
anterior se había recibido en las redacciones de los periódicos la noticia del
naufragio del vapor español Aznalfarache que, debido a un fuerte temporal,
encalló el miércoles a ocho kilómetros al norte de la playa de la localidad
Nazaré, en la costa portuguesa. Los barcos que trataron de socorrerlo
encontraron a quince tripulantes muertos y a otros doce vivos, quedando el
barco completamente destrozado.
Se indica que este vapor también
pertenecía a la Compañía Sevillana de Navegación y desplazaba mil toneladas de
carbón, de Gijón a Barcelona, con una tripulación total de 27 hombres. Según
explica el artículo, este segundo barco de vapor, nombrado como “Aznalfarache”,
tenía anteriormente el nombre “Ottawa”, y había sido construido también en
Sunderland en 1873 (curiosamente, era más
antiguo que el pequeño que naufragó en el Guadalquivir), siendo matriculado
en España veinte años después (coincidiendo
esta fecha con la compra del otro).
Este segundo barco medía 71 metros de
eslora, 9 de manga y 6 de puntal. Su tonelaje de 1161 toneladas brutas y 777
netas.
El propio artículo de “La Publicidad”
indica que era muy conocido en el puerto de su ciudad de edición, Barcelona,
por su tráfico regular entre Sevilla y Marsella, con escala en todos los
puertos intermedios. Anecdóticamente, la noticia también indica que el barco de
vapor Torre del Oro aún continuaba en activo.
Y estos son algunos de los detalles de la historia de los dos barcos llamados “Aznalfarache”, dos vapores distintos, atribuidos a la misma compañía naviera sevillana y ambos con final catastrófico.








