Arte sacro sobre Fernando III el Santo en San Juan de Aznalfarache

Junto al principal motivo de consagrar a la ciudad de Sevilla y a toda la Archidiócesis al Sagrado Corazón de Jesús, incluido San Juan de Aznalfarache, como sede y referencia de esta advocación cristiana, Mons. D. Pedro Segura y Sáenz, quiso que el Recinto Sagrado al Corazón de Jesús fuese inaugurado en el DCC (700) aniversario de la conquista de Sevilla por el Rey Fernando III el Santo.

En septiembre de 1948, un mes antes de la inauguración oficial de este Recinto Sagrado, ya se informaba en los medios de comunicación de Sevilla que, junto a los actos solemnes en la Catedral de Santa María, también como parte del DCC aniversario, el Cardenal Segura presidiría la misa pontifical con la que se darían por finalizadas las obras del recinto al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María (Avenida del Santo Rosario, acceso frontal al Recinto Sagrado)

Estas son noticias aparecidas en “El Noticiero Universal” y “El Adelantado de Segovia”, de 13 de septiembre.

Como recuerdo de este motivo de la puesta en marcha de este conjunto arquitectónico espiritual y religioso, sobre la entrada desde el Recinto Sagrado a la Capilla del Santísimo Cristo del Perdón (que forma parte de la Casa y sede del Movimiento diocesano de Cursillos de Cristiandad de Sevilla), podemos contemplar el mosaico de azulejos con el Pendón de Fernando III el Santo.

Hasta el presente momento, desconocemos si esta decoración sacra se encuentra en este lugar porque el Cardenal Segura pretendía que este templo estuviera dedicado al Rey Santo (su idea inicial es que fuera la parroquia para la feligresía de la Barriada Nuestra Señora de Loreto), aunque entre los años 51 y 57 fue el Monasterio de la Visitación y, como ya hemos indicado, también y hasta el momento presente, el templo de la Casa diocesana de Cursillos de Cristiandad.

En cualquier caso, estos azulejos cumplen el objetivo de recordar la clara pretensión cumplida, de Mons. D. Pedro Segura, que todo este espacio cultual se inaugurara en la conmemoración de aquel DCC aniversario.

Para contemplar la fidelidad de este conjunto cerámico del pendón en el Museo del Prado, haga clic aquí.

Entrada a la Capilla del Santísimo Cristo del Perdón, por el Recinto Sagrado al Corazón de Jesús.

Sobre la huerta Los Rosales y su propietaria, en San Juan de Aznalfarache

Los terrenos que en 2024 vinculamos a la Huerta de Los Rosales están delimitados por el cauce del río, el polígono industrial El Manchón (término municipal de Tomares), y el viaducto Reina Sofía (circunvalación SE-30).

Si bien ya hablamos de la vecina hacienda Santa Ana en este blog (si quiere visitarlo, haga clic aquí (si quiere visitarlo, haga clic aquí), la más afectada por el nuevo cauce del Guadalquivir, que cruzaría y dividiría sus tierras, también muy afectada por este nuevo cauce fue la huerta Los Rosales, restándole terreno de labranza a esta finca, que siempre ha formado parte de nuestro término municipal de San Juan de Aznalfarache, limitada por El Manchón y ese nuevo cauce del río desde los años 30 del siglo XX; posteriormente, también por el viaducto Reina Sofía.

1926, plano de obras del nuevo cauce del río Guadalquivir, para eliminar el tramo de Los Gordales y que las aguas vengan desde la corta de La Cartuja. Dentro de las líneas del nuevo cauce, se puede ver su coincidencia con el cauce del Madre Vieja, que proviene de Santiponce.

En nuestra investigación, conocemos de su existencia desde 1926, que aparece en uno de los planos de obras del nuevo cauce del río Guadalquivir, para tratar de frenar las riadas de este en la vega de Triana y su entorno.

También de este mismo año data la primera noticia de este lugar, publicada en el periódico “El Liberal”, el 19 de junio, según la cual, un jornalero “con domicilio en la huerta Los Rosales, enclavada en el término de San Juan de Aznalfarache”, de 39 años y llamado Antonio, denunció a la Guardia Civil del puesto de nuestra villa que, de una de las habitaciones de la finca habían sustraído prendas de vestir, sin saber quién fue el ladrón. Además, en Gelves, se produjo este mismo hecho.

Plano de 1928 de la Huerta de Los Rosales, indicando su propiedad, las construcciones existentes y el cauce de Madre Vieja, torrente que provenía de Santiponce para desembocar en el río Guadalquivir.

Continuando con los planos y proyectos para la realización del cauce, en otro de 1928 se detallan las construcciones existentes: una casa, una vaquería, un gallinero, una alberca y una noria. Este documento, con el nombre de “Huerta de Los Rosales”, indica que es propiedad de Dª. Carmen Ternero.

También es reseñable que, en ambos planos, se nota que el antiguo cauce de Madre Viaje, que trae aguas desde Santiponce, tiene su paso por esta finca, para luego desembocar en el Guadalquivir.

La segunda noticia, que hemos encontrado, en la que figura la huerta Los Rosales y que incluye que es “término de San Juan de Aznalfarache”, la hallamos también en el diario “El Liberal”, con fecha 8 de agosto de 1930 y nuevamente es un suceso. En este caso, se trata de la detención de dos personas por parte de la Guardia Civil del puesto local, por insultar y apedrear al guarda jurado de la finca, por impedirles que la atravesaran a su libre albedrío.

El 5 de diciembre de ese año, otra noticia de “El Liberal” informa del hurto de 18 gallinas y 14 pollos de la “ganadería de Manuel Caballero Pérez”, en la citada huerta, enclavada en nuestro término municipal.

En un plano de 1931, que muestra la división que sufre la hacienda Santa Ana por el nuevo cauce del río y los terrenos que la rodean, aparece el nombre de la propietaria del terreno limítrofe, correspondiente a Los Rosales: Carmen Ternero.


Planos de 1932, para el aprovechamiento del agua del río Guadalquivir, para el riego de la huerta.

Como los otros, encontramos en la web de Cartografía española estos otros planos de la huerta de Los Rosales, fechados en noviembre de 1932, con el proyecto de aprovechamiento para riego desde el río Guadalquivir, en el nuevo cauce en construcción hacia La Cartuja. En el primero de los mismos, podemos conocer las construcciones que tenía la finca entonces: la casa, la vaquería, el gallinero y la alberca (con respecto al listado de construcciones anteriores, ha desaparecido la noria).

En el Boletín Oficial del Estado, Nº. 214 de 2 de agosto de 1935, aparece la concesión de la Administración para que Dª. Carmen Ternero Vázquez pueda derivar ocho litros por segundo de agua del río Guadalquivir al riego de su propiedad, lo cual había solicitado en octubre de 1932. La huerta de Los Rosales contaba con una extensión de 7,8375 hectáreas.

Para la web del catastro en el año 2024, la demarcación de la Huerta Los Rosales, en la que aparece tres veces el nombre, es la que se puede ver a continuación:

¿Quién es Carmen Ternero Vázquez?

Nacida en 1871, en Sevilla y fallecida el 27 de julio de 1970, por lo que hemos podido encontrar de su genealogía, en la web Geneanet, su padre Enrique Ternero Benjumea y sus antepasados fueron importantes hacendados en Marchena. Tanto ella, como uno de sus hermanos, Enrique Ternero Vázquez, vinieron a vivir al entorno de Sevilla (en el caso de él, a la finca La Lapa, en el término municipal de la ciudad).

De su familia, y también a través de los estudios nobiliarios, según se publicó en 1937, falleció su hija María Jesús Morón Ternero. Carmen era ya viuda de Morón, pero contaba con dos hijas más: Manuela y María Josefa.

Por los planos que indican la propiedad, por el texto del Boletín Oficial del Estado y por el hecho de quedar viuda, Dª. Carmen Ternero fue la dueña de la huerta Los Rosales y, al parecer, también su administradora y gestora, al final de la década de los años 20 y durante los 30, hasta un tiempo desconocido. Y todo ello, en una época en la que, por ejemplo, aún había muy pocas mujeres en carreras universitarias y, por supuesto, tampoco al frente de empresas u otras organizaciones. Según los datos encontrados, vivió 99 años. Ojalá que, en futuras investigaciones, podamos encontrar más sobre tan interesante vida o incluso contactar con familiares que nos puedan aportar información.

Indicamos que los terrenos de la huerta de los Rosales, que sepamos (aparte de que se haya parcelado en otras propiedades particulares), han sido desde los años 60: una fábrica de ladrillos, la discoteca de verano Cupola (años 80), el bar La Recua (años 90) y el centro de hípica Doble M.

Fotograma del 1979, en el que ya existe la inmensa nave de techo semicircular que aún podemos ver en la actualidad, funcionando como fábrica de ladrillos.

¿Quién fue José Gestoso para San Juan de Aznalfarache?

Sección de las murallas de San Juan de Aznalfarache y el retrato de José Gestoso y Pérez, en 1910, realizado por Sorolla (Wikipedia)

José Gestoso y Pérez, nacido en Sevilla, en 1852, y fallecido también en Sevilla, en 1917, aunque estudió y se licenció en Derecho y ejerció como pasante, fue escritor, historiador del arte, ceramófilo y arqueólogo. También trabajó en el Archivo Municipal de Sevilla y ejerció su jefatura, lo cual le dio el acceso a la documentación histórica.

En 1878, ayudar a la organización y clasificación de la colección arqueológica de la sección de antigüedades del museo ubicado en el antiguo convento sevillano de la Merced, la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la Provincia de Sevilla, el 26 de septiembre de aquel año, le nombró corresponsal de la misma, con el encargo de vigilar los monumentos de Constantina y de San Juan de Aznalfarache.

La historiadora del arte Carmen Tena Ramírez, en su tesis titulada “Conocer para conservar: las investigaciones históricas de don José Gestoso (1852-1917), y su contribución a la preservación del patrimonio artístico sevillano” explica, sobre esta corresponsalía y vigilancia de nuestros bienes locales, que las murallas de nuestra villa llevaban sufriendo un terrible deterioro durante el siglo XIX (aunque ya los grabados de épocas anteriores, desde la lejanía, muestran el ruinoso estado del castillo, en sus murallas y torreones). En 1879, José Gestoso presentó un informe, encargado por la Comisión de Monumentos, indicando los nuevos derribos que se produjeron en la muralla, la cual presentaba un ruinoso estado en su conjunto. Se había desplomado el lado sur de una sección y este hecho hizo saltar todas las alarmas, temiéndose su posible destrucción completa.

Gestoso recomendaba a la Comisión que se repararan las murallas y se reintegraran los trozos que se habían desprendido en uno de los torreones. La Comisión decidió que fuera el propio Gestoso, junto a Leoncio Baglietto, quienes se lo presentaran al Gobernador Civil de Sevilla, manifestando el grave peligro en que se encontraban el monumento, las casas fronterizas y hasta los intereses particulares.

Se pueden encontrar varias historias y datos sobre la historia de San Juan de Aznalfarache en los siguientes libros que publicó:

En 1890, “Sevilla monumental y artística. Historia y descripción de todos los edificios notables, religiosos y civiles, que existen actualmente en esta ciudad…” (tomo II).

En 1892, “Sevilla monumental y artística. Historia y descripción de todos los edificios notables, religiosos y civiles, que existen actualmente en esta ciudad…” (tomo III).

En 1900, “Ensayo de un diccionario de los artífices que florecieron en Sevilla, desde el siglo XIII al XVIII inclusive” (tomo I).

En 1900, “Ensayo de un diccionario de los artífices que florecieron en Sevilla, desde el siglo XIII al XVIII inclusive” (tomo II).

En 1908, “Ensayo de un diccionario de los artífices que florecieron en Sevilla, desde el siglo XIII al XVIII inclusive” (tomo III).

En 1910, “Curiosidades antiguas sevillanas”, con el inicio de la historia de Escuela Práctica de Sericicultura en nuestra localidad (haga clic aquí, para saber más).

Esperemos poder profundizar en esta investigación y tratar de extraer más información de las actas de la Comisión de Monumentos sevillanos, sobre lo que hizo José Gestoso velando por el patrimonio de San Juan de Aznalfarache, especialmente, por las murallas.

Las invasiones en San Juan de Aznalfarache, en 1890

 

Entre finales de 2019 (con inicio focalizado en el 25 de noviembre) y principios de 2023 (el 5 de mayo), experimentamos en el mundo los efectos de una terrible pandemia, una enfermedad muy contagiosa que se propagó muy rápidamente.

Pero ya siglos atrás se habían propagado otras, como esta que vamos a tratar, centrándonos en las noticias que se difundieron sobre nuestra localidad, San Juan de Aznalfarache. En el título indicamos la palabra “invasión”, porque es lo que aparece varias veces en los textos de la época, tal vez, porque aún la palabra “infección” no era conocida.

Hablamos del cólera, una enfermedad infecto-contagiosa aguda o crónica, provocada por una bacteria, debido a la ingestión de agua o alimentos con el susodicho elemento. Y en 1890 fue una terrible epidemia en España, la cuarta que se producía en el siglo.

En la publicación “El Siglo Futuro”, de 7 de octubre e indicando que se refiere a “noticias particulares”, se narra que “han ocurrido dos casos sospechosos en los pueblos de San Juan de Aznalfarache y La Algaba, inmediatos a Sevilla”.

“El Correo”, al día siguiente, publica una carta en la que se dice que en Gelves no ha habido, ni hay cólera, aunque sí hay muchos cólicos por comer verduras en mal estado, ya sea por pobreza o por miserables. Tras este texto, el diario indica que, precisamente, esos son los síntomas de la enfermedad y, a continuación aparece lo siguiente: “en San Juan de Aznalfarache, fallecieron el domingo dos personas de enfermedad sospechosa”. Algo que también aparece en “La Correspondencia de España” en el mismo día. En otro periódico, “La Región”, escribieron que nuestro pueblo padeció dos invasiones.

El 9 de octubre, “El Día” aclara que fueron dos niños los que murieron por enfermedad calificada de sospechosa y que, desde entonces, no hay novedad. “La Unión Católica”, publicada también el 9, ratifica esa carencia de nuevas noticias.

Pasamos al día 10, en que “El Guadalete, Periódico Político y Literario”, tras expresar que “la salud pública en Sevilla continúa siendo inmejorable”, señala que en Gelves y San Juan de Aznalfarache también sigue inalterable; no han vuelto a registrarse casos de enfermedad sospechosa.

Transcribimos a continuación la noticia que aparece en el diario “El Liberal”, de 14 de octubre: “No resulta cierto, como por error nos telegrafió nuestro corresponsal de Sevilla, que el alcalde de San Juan de Aznalfarache abandonara el pueblo cuando se presentaron los primeros casos sospechosos. Por el contrario, el referido alcalde ha permanecido y continúa allí con las demás autoridades, lo que consignamos con verdadera satisfacción”.

Y una vez que han pasado los días y la enfermedad parece más reconocible, “La Correspondencia de España”, el día 15, narra que en San Juan de Aznalfarache se registran dos “invasiones” (entendemos que se refieren a dos infecciones o cuerpos infectados), y una defunción. Por el contrario, en este mismo día, el diario “El Guadalete”, señalaba que no había motivos de alarma ni en Gelves, ni en San Juan de Aznalfarache, que la salubridad era completa y la tranquilidad, absoluta, en las poblaciones. Y como se ve que, siempre que ha habido medios de comunicación, ha habido desinformación y falsedad en las noticias, esta última publicación nombrada, al día siguiente, exponía: “En los centros oficiales se decía ayer que habían ocurrido dos casos sospechosos en Gelves y dos en la huerta de Anaya, término de San Juan de Aznalfarache, falleciendo en este último una anciana de 73 años”. Se dice que se creía que estos casos sospechosos se podían deber a la fiebre intermitente, a causa de leves precipitaciones y calor intenso posterior.

Continuando con el día 16, el diario católico “La Región”, señalaba escuetamente que en San Juan de Aznalfarache se han presentado nuevos casos sospechosos. El mismo día, la publicación “La Rioja” indicaba directamente que, tanto en Sevilla, como en Gelves, como en “Aznalfarache”, se habían comunicado algunos casos de cólera.

El viernes 17 de octubre, “La Fidelidad Castellana” comunicaba que habían saltado las alarmas en la ciudad y en las dos poblaciones, por la reproducción de casos, tras doce días sin “invasiones” (o infecciones).

El 19, nuevamente, “El Guadalete” informa de que los enfermos de Gelves y de San Juan de Aznalfarache parece que evolucionan favorablemente, sin que se registren nuevos casos. Y si el día 16 dieron por muerta a aquella anciana de 73 años, ahora se matiza que no sólo no había fallecido, sino que “se encuentra en camino de convalecer”.

También el 19, el periódico “La Ilustración” difunde una terrible noticia, que transmitimos textualmente a continuación:

La suerte tiene crueldades feroces: en San Juan de Aznalfarache, el pintoresco pueblecito erguido a pocos pasos de Sevilla, en la margen del manso Guadalquivir, unos padres desdichados han perdido, en un solo día, a sus cuatro hijos, niños de tiernos años, arrebatados por lo que ha dado en llamarse enfermedad sospechosa.

Por mucho que se medite, el entendimiento no llega a abarcar la magnitud de tal desgracia; esas cuatro infelices criaturas simbolizarían toda una vida de felicidad. Ellas, con sus gorjeos de pájaro, con sus risas de ángel, llenarían de dicha una casa, serían el resplandor celeste de un hogar santificado por el amor, en el que aún no habían germinado sino flores, ni fructificado otra cosa que alegrías. Pero he aquí que, de pronto, la enfermedad se introduce en aquel pedazo de gloria, apaga todos sus rayos de sol y se ceba en los tiernos niños, sin detenerla su inocencia diáfana, ni su atractivo de capullo.

Los cuatro cadáveres fueron enterrados a la vez, juntos. El dolor de los padres era inmenso; su desesperación, al hallarse solos, horrible. Se les conocía que hubieran agradecido el partir con sus hijos para siempre, a fin de no separarse de ellos. Después, se ha sabido que las infelices criaturas carecieron varios días de asistencia facultativa. ¡Quién sabe!... La oportuna intervención de un médico quizás habría conservado en su nido a los cuatro alegres moradores que lo inundaban de felicidad…

NOTA: indicamos que sólo hemos encontrado esta noticia en este periódico y es la última de esta tanda de noticias sobre el cólera en 1890.

Discurso de Blas Infante en Asamblea sanitaria de distrito, en San Juan de Aznalfarache, 1923

Agradecemos a D. Joaquín Herrera Carranza, Doctor en Farmacia y profesor emérito del Departamento de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universidad de Sevilla, también estudioso y divulgador de temas históricos sevillanos, por permitirnos publicar en este blog parte de su material que presentó en su tesis, y a Dª. Milagrosa Saquete Chamizo, Doctora en Farmacia de la Universidad de Sevilla, por las facilidades concedidas para compartirlo. El título de la tesis que defendió D. Joaquín Herrera es: “Federación Sanitaria de Andalucía (1916-1929)”.

Brevemente, indicar que la Federación Sanitaria de Andalucía se funda en Sevilla en 1916, para aglutinar y defender a las clases sanitarias (médicos, farmacéuticos, practicantes, veterinarios, odontólogos y profesores universitarios del sector de la salud). Aparte de los objetivos de dignificar la profesión, también defiende otros sociales, como la búsqueda de la paz, el progreso y el bienestar de la humanidad. Desde sus inicios, se hacen asambleas locales y regionales (se difunden sus ideas por toda la geografía española), y se elabora una revista, fundada en 1918 que, desde Sevilla, cuenta con una aparición dominical, con 36 páginas impresas, que llegó a tener una tirada de 21.000 ejemplares. Las asambleas y esta publicación acabaron en 1929.

En este texto, nuestro punto de interés es Blas Infante, el reconocido iniciador y referente básico del andalucismo, fue el abogado de la Federación Sanitaria de Andalucía, y en la publicación de 24 de junio de 1923, siendo invitado a participar de la asamblea de distrito sanitario en San Juan de Aznalfarache, pronunció un vibrante y emocionante discurso, que descubrieron el autor de la tesis, D. Joaquín Herrera Carranza, y su equipo, y al que damos difusión a continuación, a través del texto fotocopiado de aquella revista. Animamos a nuestros lectores a contemplar gozosos este vibrante y majestuoso hecho de la historia de San Juan de Aznalfarache. 

Asamblea sanitaria de distrito en San Juan de Aznalfarache.

Como se puede ver en la imagen tomada en 1914, había un gran patio en la entrada de la Iglesia parroquial de San Juan de Aznalfarache, delimitado por la fachada del propio templo, el del antiguo convento, ya abandonado y usado como instalaciones parroquiales, los restos la muralla y una verja a modo de entrada. Probablemente tendría algo de mayor dimensión que el patio de entrada a la parroquia actual. El Recinto Sagrado al Corazón de Jesús se convertiría en espacio principal de acceso al templo en 1948; hasta entonces se llegaba por varios caminos desde el Barrio Bajo, especialmente uno casi en línea recta, muy aproximado a la entrada a la finca Vistahermosa.
Mapas de 1873 y 1913, camino desde el núcleo urbano de San Juan de Aznalfarache, a la Iglesia parroquial (y las instalaciones del antiguo convento) en el cerro. El inicio se corresponde con las actuales escaleras de la zona sur del cerro.

Terminada la Asamblea, se trasladaron los asistentes a la Iglesia parroquial del pueblo, antiguo convento situado sobre una elevada colina, a la que se sube por rapidísima pendiente. Entre la colina y el río está emplazado San Juan de Aznalfarache. Desde el patio de la iglesia que, en forma de inmensa terraza o azotea, descansa sobre las ruinas de un antiguo castillo árabe, se contempla un panorama encantador, indescriptible: La inmensa vega del Guadalquivir, cruzada por el caudaloso río, detrás del cual se extiende Sevilla en varios kilómetros, destacándose sobre el conjunto de la población la enorme masa de su grandísima Catedral, dominada por la Giralda, la torre más bella del mundo.

Por la vega y alturas que la circundan, hacia el oeste en forma de anfiteatro se distinguen numerosos pueblos y millares de caseríos, que destacan su nítida blancura sobre el verdor de los naranjales y sembrados de la campiña.

En el patio de aquella simpar azotea se sirve a los asambleístas una merienda abundante, exquisita y variada, en armonía con la grandeza del panorama.

El entusiasmo es enorme; las frases de admiración por el paisaje, la satisfacción de verse reunidos tantos amigos entrañables, tantos hermanos, tantos hombres singulares, entre los que jamás se produjo una discusión, una controversia, una discordia y un antagonismo, produce en sus espíritus una sensación de felicidad inefable.

Espontáneamente, surgen por doquier voces pidiendo que el doctor Orellana (Tomás Orellana de la Maza es un médico sevillano y uno de los fundadores de la federación), entone un himno a las bellezas de Andalucía y de su gran río.

El doctor Orellana, puesto en pie en una silla y rodeado por sus compañeros, hace un precioso discurso, que termina con un inspirado soneto al Guadalquivir, siendo ovacionado.

El entusiasmo aumenta; los reunidos no se cansan de estar juntos y quieren que otro de los suyos les dirija la palabra. Por aclamación, se acuerda que lo haga Blas Infante.

Blas Infante, eminente publicista, notario y abogado de la Asociación Sanitaria, asiste también al acto, a pesar de tener su espíritu torturado por un dolor inmenso; no hace quince días que ha perdido a su noble padre.

Infante, el apóstol de la reivindicación de Andalucía, el sacerdote de nuestra patriótica espiritualidad regional, habla con la inspiración y la dulzura de un iluminado.

Antes de pasar al discurso de Blas Infante, insistimos en nuestro agradecimiento a D. Joaquín Herrera Carranza y a Dª. Milagrosa Saquete Chamizo por poder compartir este gran evento. En el siguiente texto, las palabras en referencia a San Juan de Aznalfarache y al entorno de la entrada de la Iglesia parroquial (actualmente de los Sagrados Corazones), estará con letra negrita.

Dice así:

Desde este lugar, yo no pudiera hablaros de política, sino de Estética; o a lo sumo, de una política estética, y para la Estética, también. Pero, aún para esto último fuera preciso, si no ha de ser mi palabra nota ruda, desconcertante, con la Soberana armonía o belleza de este lugar, que mis labios pudieran revelaros expresividades sublimes de arte político, intuidas por el mismo Dios; y ordenadas a encarnar en un Hecho Social esplendoroso, el ineludible Imperativo de Suprema Belleza, que ahora nos subyuga el corazón, con sus potentes vibraciones. Es la voz del alma de Andalucía. El Imperativo irresistible de esa divina serenidad azul y riente de Andalucía, la cual, sólo a través de una oración a la Belleza suma y a la Suma alegría, elevar a sus místicos fervores, a la Sabiduría suma y al Sumo Amor.

Si todos los hombres pudieran contemplar el mundo desde esta soberbia atalaya, que nos ofrece la magnífica visión de Andalucía desnuda, tendida sobre alfombra de mágicos verdores, entre horizontes de fulgurante azul, escuchando, entre ensoñadora y riente, la palabra de oro acariciante del Sol que, temblorosa de amor, en los espacios centellea; entonces, las profecías admirables del mago y vidente Ruskin, vendrían a tener una inmediata y definitiva comprobación experimental. Porque, Ruskin, desde esta cátedra, no hubiera necesitado esforzarse para demostrar que todas las discordias e imperfecciones sociales e individuales, se reducen, en definitiva, a problemas de educación estética, o más, simplemente, a problemas de verdadera educación, a problemas de política estética o de verdadera Educación; porque los hombres todos, ante esta maravillosa expresión estética, o más simplemente, a problemas de verdadera Educación; porque los hombres todos, ante esta maravillosa expresión estética del cuerpo de Andalucía, que desde esta Atalaya se llegar a percibir, habrían forzosamente de sentir, como lo venimos a sentir nosotros, inhibido todo su ser animal, en un anhelo intenso de Belleza absoluta y de absoluto Amor, esto es, habrían de venir a sentirse requeridos, arrebatados y unificados al fin, como en un solo espíritu, cual lo estamos nosotros ahora, por este poderoso llamamiento que, mediante la Belleza majestuosa de Andalucía, a todos nosotros nos hace Dios; y allanarían todos, animados por una santa e intensa alegría del vivir, excluyente, como verdadera alegría, de toda agresión, abrazados los unos con los otros, ansiando besarlo todo, bendecirlo todo, porque sólo así podrían besar y bendecir, en transportes de sagradas efusiones, al divino Creador de este portento, de esta incomparable maravilla, que podemos contemplar desde aquí.

Esta es la razón, en virtud de la cual he dicho muchas veces que, morir por la liberación de Andalucía, sería morir por la causa de Dios; porque Andalucía es una soberana intuición estética del Creador; y su florecimiento libre, sería, por tanto, una irresistible invitación a la alegría y a la hermandad, y así, su libre y fraterna existencia fecunda, se vendría a desplegar el mundo de su Gracia sin igual, convertiríase en firme garantía de solidaridad entre las demás naciones de Iberia, volviendo, como en épocas pretéritas y felices, a encantar al Mundo. El lema de su escudo, inspirador de su renacer, como antes lo fuera de su desconocida historia de paz, de cultura, de arte y de civilización, así también nos lo asegura: ANDALUCÍA POR SÍ, PARA IBERIA Y LA HUMANIDAD. La Belleza divina, alienta por sí, pero no para sí, sino para darse a todo. ¿Tendré razón al asegurar que las empresas redentoras de Andalucía tendrían siempre un claro sentido místico?

Andalucía vivió siempre, cuando era libre, por sí, pero no para sí, sino para dar a los demás pueblos, literalmente, todos los recursos de potencia material y toda la riqueza de espíritu, ganados con su propio esfuerzo. Si España estuviese inspirada por Andalucía, ¿hubieran ocurrido los desastres infinitos que han concitado contra ella, la odiosidad y el menosprecio de todo el mundo? Ved un ejemplo: en Marruecos. Andalucía, cuando era libre, siguiendo la inspiración de su lema glorioso, manifestado en multitud de ejemplos como este, durante todas las épocas de su Historia, sin pedir nada a cambio, tiene bajo su cuidado, el que los rapaces normandos no viniesen ni a robar ni a matar a los habitantes de las costas del Magreb, principalmente, en esa indomable Alhucemas, entonces Principado de Nekor. Andalucía, por su propia cuenta, sin exigir nada a cambio, ni tributos de ninguna índole, ni menos ocupaciones de territorios, perseguía a las naves piratas normandas, restituyendo a los marroquíes los cautivos que aquellas arrancaran de su suelo; defendía a los príncipes de Marruecos contra ajenas y arbitrarias invasiones y regalaba a los marroquíes, manifestando en liberalidades innúmeras, el nervio real de su genio y de su rumbo. ¿Sabéis cuál fue el resultado de este generoso proceder? Pues el que los marroquíes rogaran a los andaluces que los recibieran como súbditos; el que Marruecos, voluntariamente, sin necesidad de ocupaciones materiales, se honrara a sí mismo, declarándose subyugado por el genio de Andalucía.

Así procedía la Andalucía libre que, el siglo X, ante el mundo, representaba a España. Comparad procedimiento con procedimiento y resultado con resultado en la España del siglo XX, con Andalucía aherrojada, caricaturizado su genio y convertida en flautera de todos los vicios que determinan actualmente España, por obra y gracia de unos cuantos escritores vanos e inconscientes, cuyo nivel de espíritu no puede alcanzar la alteza del espíritu aristocrático, siempre aristocrático, de nuestra madre Andalucía.

Y es que, en Andalucía, como decía el divagador por la Ciudad de la Gracia (obra de 1914): “mariposa callada por un jardín espléndido, en donde innúmeras flores o motivos, a un tiempo requerían su afán aromatizador”, en Andalucía, como aseguraba nuestro inolvidable José María (de apellidos Izquierdo y Martínez), en un documento inédito aún, no se pueden acuñar el Tiempo, ni tampoco el oro que, a raudales, derrama sobre ella el Sol. No se puede acuñar el tiempo, porque aquí no se pueden vivir detalles minúsculos de la vida, sino en cada instante, la vida integral; porque, obra maravillosa de la vida, es Andalucía, y una obra de arte es genial; sólo cuando el detalle viene a irradiar la belleza integral del conjunto; porque, en un detalle de la belleza, resplandece la misma esencia de la belleza integral. De aquí la sabia interpretación sentimental que hacen de todas las cosas los andaluces, comprobada por el vuelo de una imaginación que, en cada instante, viene a gozar de la vida. De aquí la alegría de vivir que viene a esenciar el alma de los andaluces, espíritu pródigo para todas las generosidades; claro cristal a través del cual se desvanecen las incomprensiones todas.

Y España y el mundo necesitan de un pueblo que no acuñe ni el Tiempo, ni el oro. En esta Edad, en que todo se reduce a detalle y moneda, enfrente de los egoísmos excluyentes de otras nacionalidades de Iberia, entre los conflictos provocados por la incomprensión de pueblos hermanos, alcemos, con la bandera de Paz y de Esperanza, con el estandarte verde y blando de Andalucía, el espíritu de nuestro pueblo, para que vuelva al Palenque de la vida, ansioso de ganar por sí mucha potencia económica y mucha gloria que pueda ofrendar liberalmente a los demás, apagando, a fuerza de generosidad, el resquemor de mezquinas rivalidades.

Enfrente de las bárbaras luchas que hoy asolan el mundo, afirmemos la inspiración del alma de este pueblo, cuyos hijos y cuyos héroes dieron los ejemplos de rumbo mayor, gozando de la Hacienda ganada a fuerza de trabajos y de combates viriles cuando, como Gonzalo de Córdoba, la repartían para llevar a sus semejantes, con la alegría de vivir, el encanto y el consuelo del Genio Pródigo de Andalucía. Así, el lema inspirador de la Historia andaluza vuelve a ser ahora, como antes lo fue, la regla moral dirigente de individuos y de pueblos en su avance fatigoso por los caminos de la Evolución hacia el Eterno Fin, hoy oscurecido por las fieras disputas entre razas, de las cuales pudiera decirse con Hesiodo: “¡Razas viles, que no sois más que vientres!”.

Y así será. ¿No veis que, en este pueblo de divina imprevisión, hasta el jornalero esclavo, arrebatado por el Genio de su raza, gasta en ser rumboso el jornal del día, dejando a cada día su cuidado, según el precepto evangélico? Pues, ¿en qué es inferior a la hiena el hombre actual, sino en que una terrible previsión no impide a la hiena dejar a sus hermanos del bosque los restos de la víctima que le sobraron después de llenar la panza? Terrible previsión, que al animal humano lleva, no sólo a hurtar a sus hermanos los despojos de la presa, no obstante tener ya el vientre repleto, sino que le fuerza hasta a acaparar el bosque en que todas las presas se agitan. Imprevisores en este orden son los andaluces. Bendita esta imprevisión de nuestra patria pródiga. Con esta imprevisión, ¿serían posibles entre los hombres las actuales luchas salvajes, que le reducen a peor condición que las fieras mismas?

Y ahora, para concluir. Al remontar a esta altura, yo no he querido hablar con los individuos andaluces, conductores de aspectos del alma de Andalucía, sino directamente con esta alma que se percibe a través de páginas transparentes de ese supremo libro de lírica, abierto por la Naturaleza esplendorosamente ante nosotros. Pero ya habéis visto por qué, cómo y cuánto importan a España y a la Humanidad, la resurrección de Andalucía. Y en este sentido, yo me atrevo a rogaros, sanitarios andaluces, que vengáis a formar en las filas de la Cruzada, por la redención de esta hermosa y cautiva patria nuestra. Ya el lema de vuestra Federación, así como el ejemplo de vuestro Apóstol, vienen a expresar elocuentemente la cualidad netamente andaluza y, por tanto, andalucista de esta disciplinada y poderosa organización: “Ganar, por sí, mediante el trabajo propio, ciencia y virtud, para ofrendarlas liberalmente a los demás”.

Yo os pido que, lejos de fomentar en vosotros, como es la moda, el desarrollo del espíritu, estrecho y excluyente, espíritu mezquino de egoísmo individual, disfrazado hoy con el nombre de espíritu de clase, que vengáis, cada vez más, a dejaros arrebatar por aquella aspiración. Pensad que sólo la generosidad, la liberalidad, el rumbo, son artísticos, son estéticos, y que la educación adquirida por los andaluces, al haber de leer forzosamente desde que vienen al mundo, en ese claro y magnífico libro de estética que es Andalucía, les impone, de un modo necesario el ser artistas de verdad, esto es: generosos, rumbosos, liberales. Sólo con este espíritu podrán llegar a resolverse los grandes problemas de la Humanidad contemporánea, políticos y sociales, originados en miserables egoísmos y exclusiones, esto es: en falta de educación estética, como diría el Mago Ruskin.

Continuad, pues, por ese vuestro camino de generosidades, así vendréis a ser factores de la Historia de Andalucía, puesto que no accedáis a mi deseo de luchar activa y directamente por la libertad y dignificación de nuestra patria, al menos en vosotros sea traducida su fundamental aspiración: Andalucía por sí, pero no para sí, sino para la Humanidad.

(FIN DEL DISCURSO) 

La asamblea de 1923 en su conjunto tuvo que ser un éxito, porque en 1924, un año más tarde se celebraría otra asamblea sanitaria, con participación de 400 profesionales de Sevilla y provincia, pero también de Madrid, Córdoba, Huelva y Badajoz. Si quiere saber más sobre esta gran reunión, haga clic aquí.

Agradecemos a D. Joaquín Herrera Carranza, Doctor en Farmacia y profesor emérito del Departamento de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universidad de Sevilla, también estudioso y divulgador de temas históricos sevillanos, por permitirnos publicar en este blog parte de su material que presentó en su tesis, y a Dª. Milagrosa Saquete Chamizo, Doctora en Farmacia de la Universidad de Sevilla, por las facilidades concedidas para compartirlo. El título de la tesis que defendió D. Joaquín Herrera es: “Federación Sanitaria de Andalucía (1916-1929)”.

Al transcribir este discurso no hemos podido contar con el contexto previo: convocados, número de asistentes, actividades que hicieron y dónde, qué sucedió después… Si logramos tener acceso a esa información, será publicada en otra entrada con enlaces entre todos estos contenidos con la etiqueta Asamblea Sanitaria.

Por el crecimiento de árboles, ya apenas existen las vistas desde esta plaza.

Los peligrosos Pilares de San Juan de Aznalfarache

En primer lugar, por si alguien lee este artículo sin conocer la historia del rio Guadalquivir entre Sevilla y San Juan de Aznalfarache, hay que indicar que, hasta principios de los años 30 del siglo XX, el río iba desde la ciudad hasta esta localidad directamente, y que, en los siglos anteriores, para entrar o salir de la capital de la provincia en barco, había que pasar por esta villa ribereña. Igualmente, la ciudad y este pueblo estaban comunicadas por tierra, sin que el río fuese una barrera natural. Por eso, en el inicio, mostramos uno de los grabados que reflejan aquella realidad en el siglo XVI.

Narra el explorador, cosmógrafo y cronista italiano Antonio Pigafetta, en su relato sobre el viaje de la armada de Magallanes para dar la vuelta al mundo desde Sevilla, al partir en la mañana del lunes 10 de agosto de 1519, “pasando cerca de Alfarache, ciudad muy poblada en tiempo de los moros, donde había un puente del que no quedan más de dos postes, debajo del agua, muy peligrosos para la navegación, la cual no puede efectuarse más que con la marea alta y con la ayuda de los pilotos del país”.

Escribió, entre los años 1571 y 1574, el cosmógrafo y cronista Juan López de Velasco, en su obra “Geografía y descripción universal de las Indias”: “Otro tanto más adelante hay otro bajo, que llaman Los Pilares que, aunque tiene canales fondables para poder pasar, son tan angostos que, por poco que una nao se desvíe, da en ellos y así se han perdido allí algunas”.

Aquel lugar, con aquellas peligrosas estructuras hundidas de un presumible antiguo puente romano, situado en las proximidades de nuestra localidad, pasó a denominarse “Los Pilares” y que, el general de flotas, Juan de Escalante, en su libro “Itinerario de navegación de los mares y tierras occidentales” (1575), califica como uno de los lugares más peligrosos en el río.

Explica Escalante que, estos pilares, semihundidos al nivel de la altura del agua y casi confundiéndose con esta, cuando la marea estaba baja, obligaban a las naos a pasar derechas, entre pilar y pilar, para no recibir daños.

En 1878, en el libro “Reseña de varios puentes construidos en España, desde la antigüedad, hasta principios del siglo XIX”, su autor, Pedro Celestino Espinosa, ingeniero de caminos, escribe que “en Chaboya, cerca de San Juan de Aznalfarache, hubo vestigios de un puente romano”. Sin embargo, un siglo después, a principios de los años 70, el ingeniero riojano de caminos, canales y puertos, Carlos Fernández Casado, indica en su libro “Historia del puente en España” que no ha encontrado resto alguno de aquel que citó Espinosa.

La hacienda Santa Ana, tierra de San Juan de Aznalfarache al otro lado del Guadalquivir

La entrada a la finca Santa Ana, en mayo de 2024, con el viaducto Juan Carlos I y el Cerro de los Sagrados Corazones al fondo.

Para comenzar este artículo, debemos recordar que en los siglos de historia que tiene San Juan de Aznalfarache (Osset, Hisn al-Faray, Alfarache…), hasta 1933, ha estado unida a Sevilla por tierra. En el valle entre ambas urbes, había una vega, en la que existieron varias fincas, haciendas o huertas. Esto es lo que hemos podido compilar de la historia de una de ellas: “Santa Ana”, siempre en el término municipal de San Juan de Aznalfarache (incluso cuando formábamos parte de Tomares); hasta el año indicado, en el camino; después, se ha convertido en el término de San Juan al otro lado del río.

En enero de 1888, ya hay constancia por el periódico político y literario “El Guadalete”, publicado en Jerez de la Frontera, de la existencia de la hacienda Santa Ana, aunque en aquella ocasión se la denominara como “Doña Ana”.

En este artículo, se deja claro que es un lugar del “término de San Juan de Aznalfarache”, y se narra que tuvo que socorrer una pareja de la Guardia Civil a una familia que se hallaba en peligro, pues el temporal de esos días hizo que el vecino río Guadalquivir se desbordara, con el problema añadido de que arrastraba grandes troncos de árboles, malezas, trozos de chozas y hasta numerosos animales muertos.

El periódico “El Liberal”, en su edición de Sevilla, también en enero, pero 1925, nuevamente se refiere a que la Guardia Civil, en este caso del puesto de nuestra localidad, informó al gobernador que, en una charca de la Huerta Santa Ana, “apareció flotando el cadáver de un hombre, mal vestido, al parecer de unos 40 años de edad, que no había podido ser identificado”.

Y los terrenos de Santa Ana también han sido protagonistas de hechos importantes. A continuación, transcribimos el inicio del artículo que publicó el diario “El Liberal”, el 2 de noviembre de 1929:


Como se puede apreciar en ambos mapas de obras, de 1926 y 1927, el nuevo cauce del Guadalquivir, que se realiza para evitar las riadas de Sevilla y de esta vega, y que antes bordeaba la finca Santa Ana, ahora la atraviesa partiéndola en dos, dejando las edificaciones de la hacienda en la orilla opuesta a San Juan de Aznalfarache.

“En términos que pertenecieron a la Hacienda Santa Ana (fueron expropiados, claro está), término municipal de San Juan de Aznalfarache, en la provincia de Sevilla, y siendo la hora del mediodía del viernes, primero de noviembre del año cristiano de 1929, Su Majestad el Rey Don Alfonso XIII (que Dios guarde), se dignó inaugurar las obras de mejoras del Puerto de Sevilla, aprobadas por decreto de 24 de marzo de 1927”. Le acompañaron en el evento, autoridades civiles, religiosas y militares.

Curiosamente, el mismo periódico, en otra página, narra también que el día anterior hubo además otro importante hecho en la misma huerta Santa Ana. Indicando su pertenencia a los Condes de Tarifa, la hija de estos, se había casado por la tarde y, tras la ceremonia, se trasladaron a la finca, en San Juan de Aznalfarache, para que tuviese lugar el banquete nupcial, en los jardines que rodean el campo de tenis, donde se agasajó espléndidamente a los invitados. Marqueses, condes y otras casas nobles estuvieron presentes en el enlace entre la hija de los condes de Tarifa, María Teresa Arellano del Mazo, y el vizconde de Casa González, Tomás de Martín Barbadillo.

En 1931, este plano muestra la partición de la hacienda por el nuevo cauce e indica que la misma es propiedad de María del Carmen del Mazo y Calvo, esposa de Lorenzo Arellano, tercer conde de Tarifa. Curiosamente, en la parte de arriba del plano, los terrenos al otro lado del río que lindan con esta finca y que se corresponderían con los actuales naranjales, también están denominados como de "Carmen del Mazo".

Conocemos los habitantes de la hacienda en 1933, por una noticia aparecida en el periódico de interés general “El Guadalete” que, en una de sus primeras páginas de marzo, informa que ha vuelto a su finca Santa Ana, en San Juan de Aznalfarache, la hija de la marquesa viuda de Villamarta y esposa de Tomás Ibarra y Lasso de la Vega (de los condes de Ibarra), restablecida de una grave enfermedad que la tuvo hospitalizada. Con ella llegó “su encantadora hija Conchita”.

Al mes siguiente, en abril, la vida en esta finca se transformaría completamente, con la inauguración del nuevo viaducto para el nuevo cauce del río, atravesando las tierras expropiadas previamente de la finca, que siguen el curso del llamado Madre Vieja. Estos hechos, para luchar contra las inundaciones del río Guadalquivir, dejaron la hacienda al otro lado de la rivera de San Juan de Aznalfarache, aunque siga como parte de su término municipal.

Casi un año después, el diario “El liberal”, en su edición de Sevilla, informa que, al cortijo de Santa Ana (con la indicación de que es muy próximo a San Juan de Aznalfarache), se enviará una barca con víveres, para socorrer a las familias allí aisladas, por las impetuosas aguas del desbordamiento del cercanísimo río Guadalquivir.

En el mes de marzo del año 1947, son los periódicos “El Adelantado de Segovia”, “Libertad” (diario nacional-sindicalista, de Valladolid), y “Nueva Rioja”, quienes se hacen eco de la nueva inundación que asola el caserío Santa Ana. Familias de campesinos se refugiaron en las instalaciones de la finca y se anunció su próximo rescate con el uso de lanchas.

Otras fechas importantes en la cronología de la hacienda Santa Ana: en 1981, se inaugura el viaducto y puente Rey Juan Carlos I; diez años después, será la del puente y viaducto Reina Sofía. Ambos viaductos sirven de perímetro para esta finca hasta el tiempo presente.


Mayo de 2024. Las edificaciones de la finca Santa Ana, entre los viaductos Rey Juan Carlos I y de la Reina Sofía, con el camino por el que se accede desde la SE-30. Al fondo, el Cerro de los Sagrados Corazones. 

Desconocemos actualmente quienes son sus moradores; sí queda claro con esta recopilación de artículos que los Condes de Tarifa la habitaron entre 1929 y 1933. Por la cartografía, también aparece el nombre de “Arellano” (apellido del Conde de Tarifa), desde 1920, por lo que, al menos es seguro que, entre la década de los años 20 y 30 del siglo XX, esta casa de la nobleza residió en la localidad. También en este texto, hemos hecho la mención de que, en 1933, fue residencia de los condes de Ibarra.

Mapa de 1920, en el que se menciona la finca de Arellano, conde de Tarifa, cerca del núcleo urbano de San Juan de Aznalfarache.

Recordamos que la hacienda Santa Ana, hasta 1933, se encontraba en el camino nuevo (pues existía otro anterior, como escisión del que llevaba a Tomares), entre Sevilla y San Juan de Aznalfarache. Vea el artículo sobre esta comunicación histórica, haciendo clic aquí: Acceso a San Juan de Aznalfarache, desde Sevilla haciendo clic aquí: Acceso a San Juan de Aznalfarache, desde Sevilla.

Desde el exterior del perímetro de la finca se puede fotografiar esta señal, a la entrada de la misma, que, con la flecha de una indicación de giro, contiene una argolla para, quizá, amarrar una montura. ¿Es un vestigio del antiguo camino entre Sevilla y San Juan de Aznalfarache, anterior a 1933?

Techos de dos de los edificios de la hacienda Santa Ana, entre los viaductos Rey Juan Carlos I y Reina Sofía, en mayo de 2024.

Trataremos de recabar más datos sobre la presencia del Conde de Tarifa en San Juan de Aznalfarache.

Otto Engelhardt, sobre la República alemana, 1926

Villa Chaboya, residencia de Otto Engelhardt, en San Juan de Aznalfarache.

Continuamos hablando en este blog sobre la historia de San Juan de Aznalfarache del pacifista republicano, ingeniero y diplomático Otto Engelhardt, que vivió en nuestro pueblo, en Villa Chaboya, entre los años 1915 y 1936, hasta que fue detenido y ejecutado. Varias decenas de artículos escribió para ser publicados por periódicos, en las fechas en las que vivió en nuestra localidad.

En este artículo que comentamos, publicado el 12 de noviembre de 1926, explica cómo es la situación del gobierno republicano en Alemania, enfrentado a monárquicos conservadores que, quieren recuperar esas tradiciones, aunque no saben ni por quién estarían dirigidas. 

Título: “De la República alemana”.

Don Otto Engelhardt, en este artículo en cuestión, hace una defensa encendida del Gobierno republicano alemán, frente a aquellos que pretenden socavarlo, reinstaurando de nuevo la monarquía, pero teniendo en cuenta que esta forma de gobierno fue un desastre para el país y su diversidad territorial, lo cual provocaba que hubiera muchas casas reinantes o con pretensiones de alcanzar el poder.

Prestigiosos hombres, como el canciller Stresemann y el doctor Silverberg, de tendencia monárquica se habían convencido de que había que respetar la Constitución republicana y la daban a conocer a estudiantes universitarios, porque la idea monárquica ya no tenía raíces en el pueblo y que no tenía sentido otra forma de gobierno.

Para Engelhardt, “la Monarquía en Alemania se ha deshecho ella misma para siempre”, entre otros motivos, por esa enorme cantidad de familiares reales, vinculadas a los territorios regionales del país. Sin embargo, aún existía cierto interés en grupos organizados por entronar un príncipe, aunque sin un candidato claro, seguramente, por esa diversidad histórica de casas reales.

Este alemán, residente en San Juan de Aznalfarache, confiaba en los cuatro millones de patriotas republicanos que impedirían el retorno a la monarquía. Sin embargo, temía que los interesados en volver a regímenes anteriores fueran tan osados que provocaran una “guerra civil más cruel, que sería la consecuencia de tal crimen y un mal muy grande para todos los pueblos, porque las trepidaciones pasarían muy lejos las fronteras”.

Desde este blog, en todos los artículos sobre Otto Engelhardt, reclamamos su pacifismo para el mundo, desde San Juan de Aznalfarache.

Robo de 50 pesetas en San Juan de Aznalfarache, julio de 1893

Imagen realizada con inteligencia artificial. “El Noticiero Sevillano, diario independiente de noticias, avisos y anuncios”, Sevilla. Sábado...