Homenaje a don Braulio Zaragoza, tras sus 18 años como maestro en nuestra localidad.
Aparece por primera vez, en “El Magisterio Español, periódico de Instrucción Pública”, el 23 de
diciembre de 1911, que don Braulio Zaragoza tiene plaza de maestro auxiliar en
Alcalá del Río.
El
diario “El liberal”, con fecha 13 de febrero de 1927, publica el aviso de que, en su pueblo natal y a la avanzada edad de
89 años, ha fallecido el señor padre de nuestro estimado amigo, el maestro
nacional de la escuela de niños de San Juan de Aznalfarache, don Braulio
Zaragoza. Reciban, tanto este, como toda su familia, nuestro más sentido pésame
por la desgracia que sufren.
Además
de maestro de la Escuela de niños, hay que señalar
que este hombre estaba muy implicado en el pueblo, pues aparece en la relación
de las escuelas en que se establece la enseñanza práctica de la sericicultura,
a cargo de los propios docentes, conforme a lo dispuesto en la Real Orden de 22
de abril de 1927, según consta en el “Anuario del Maestro para 1928”.
Aprovechamos para recordar que la escuela de sericicultura de San Juan de
Aznalfarache llegó a ser un referente nacional, aunque siempre por detrás de la
fundadora escuela murciana para toda España.
En
la charla que la investigadora y cronista leonesa, doña Amantina Cobos y
Villalobos, dio sobre la historia y actualidad de nuestro municipio, organizada
por el Ateneo Cultural de Sevilla en el teatro La Marina, al referirse a sus
contemporáneos, expresó el agradecimiento que los vecinos deben a los maestros,
doña Telesfora Sánchez y don Braulio Zaragoza: “que han sabido dirigir tan
rectamente la educación religiosa y la instrucción de los vecinos”. Ello se
puede constatar en el periódico “El Liberal”, en la publicación del día 29 de
septiembre de 1926.
De
hecho, en el documento que se elaboró en 1927, dijo textualmente la
conferenciante:
¿Y qué diremos de
la instrucción pública? Mucho y muy bueno hay que decir de tan importante
asunto... El maestro, don Braulio Zaragoza, merece todo género de alabanzas,
por su incansable labor cultural, de resultados bien favorables para el pueblo
de San Juan. En la clase del Sr. Zaragoza, muchos niños, que recibieron una
sólida y eficacísima instrucción, hoy son jóvenes que desempeñan honrosos y
útiles cargos. He visto un cuadro de honor, hecho en gran parte por el
aventajado alumno Andrés Pardo, donde hay inscritos más de cien nombres de
estos muchachos, que encontraron en don Braulio Zaragoza, el maestro hábil,
trabajador y celoso que supo guiarles, hasta lograr un porvenir dichoso y
honrado. Y este maestro trabaja, desde hace once años, con entusiasmo y
constancia, que le hacen merecedor al beneplácito de todos y queridísimo en el
pueblo.
Del
diario “El Liberal”, del 2 enero de 1932, extraemos la siguiente noticia:
En la escuela
nacional que dirige el competente maestro don Braulio Zaragoza se celebró el
reparto de los aguinaldos, que caritativas personas de la localidad han
costeado, según la costumbre tradicional de otros años.
Con este motivo,
tuvo lugar un sencillo festival, más sugestivo y simpático, por celebrarse sin
ostentación alguna, ni exhibiciones artificiosas. En la intimidad, en el sano
recogimiento de la clase, explicó el maestro a los niños a lo que obliga la
gratitud, flor delicada, que debe arraigar en su corazón; la constancia en el
trabajo y la satisfacción del deber cumplido, únicos medios para triunfar con
nobleza en la vida.
En medio de la
satisfacción y del deber cumplido, y con muchos vivas a los donantes, se
repartieron a los alumnos: libros, dibujos, planos y objetos de positiva
utilidad en las tareas escolares. Estos niños saben sacrificar el placer
efímero del alimento corporal, en beneficio del alimento perdurable y redentor
de la cultura.
Se entonaron
canciones y villancicos, y se dio principio a las vacaciones de Navidad.
Felicitamos
efusivamente al entusiasta profesor señor Zaragoza, por el interés y celo que
demuestra en la educación de sus alumnos y le damos nuestra enhorabuena por el
éxito de la fiesta.
Maestro y niños
expresan su más sentido agradecimiento a los caritativos donantes: don Pedro
Lissén, don Antonio Olmedo, don Gilberto Pitcain (director de la fábrica de
loza), don Rafael Socuéllamos (jefe de movimiento y tráfico de Minas de Calas), y al
Ayuntamiento de esta villa que, de este modo, han contribuido a proporcionar a
estos escolares un día feliz y medios que faciliten su instrucción.
A
continuación, presentamos el anuncio de su marcha, que fue publicado por “El
Liberal”, el 25 de junio de 1933.
Ha sido propuesto
para una escuela de Sevilla el ilustrado maestro nacional don Braulio Zaragoza
que, durante diecisiete años, realizó una labor meritísima en este pueblo.
El señor Zaragoza
puso al servicio de la cultura popular el esfuerzo de su voluntad y de su inteligencia,
pues esa constancia de su trabajo ha dado como resultado el adelanto de la
juventud, que supo aprovecharse de tan eficaces enseñanzas, con gran
perseverancia y entusiasmo.
Aunque sentimos
perder a un maestro de los méritos relevantes de don Braulio, le damos la
enhorabuena, porque la constancia de su trabajo le lleva a la capital, donde le
deseamos los mismos éxitos que en esta localidad.
Después de
brillantes ejercicios, ha obtenido notas de sobresaliente, el aventajado alumno
de tercer año de Medicina, don Rafael Domínguez Martínez.
También han
obtenido excelentes notas, en el tercero y cuarto años de Bachillerato: la
bella señorita Dolores Vela Sánchez y los estudiosos jóvenes Joaquín Domínguez
García y Luis García Vela.
Nuestra
enhorabuena a estudiantes tan cultos, como asimismo a sus señores padres.
Pero
se ve que el maestro le había cogido cariño a nuestro pueblo, porque tras haber
dejado la plaza, muy pronto quedó registrado que volvería dos veces más.
Primero, tal y como se indica en “El Liberal”, de 18 de octubre de 1933:
El pasado día 12,
estuvieron en San Juan de Aznalfarache, los alumnos de bachillerato del
Instituto Residencia de Estudiantes Sevillanos (I.R.E.B.), acompañados de
nuestro antiguo maestro, don Braulio Zaragoza y del profesor de Dibujo de dicho
centro, D. Elías Ferrer, quien les dijo que los árabes dieron a este pueblo el
nombre de “Hisn-al-faradj” (“castillo de la alegría”, textualmente, en el
propio artículo, aunque en realidad es “Hisn al Faray”, el “castillo del
mirador”), por las bellísimas vistas que ofrece al Guadalquivir.
En la visita a la
nueva iglesia parroquial (el actual templo dedicado a San Juan Bautista, que
fue inaugurado en 1929), les explicó el estilo de la misma y el de los altares
laterales, notables ejemplares barrocos, procedentes de la antigua parroquia,
que en un tiempo fue convento de la Orden Tercera de San Francisco.
En esta última (el
templo antiguo, en el cerro), admiraron los cinco cuadros del altar mayor,
debidos al pintor extremeño, del período de la transición, Juan del Castillo,
así como el castillo en cuyo norte está situada y que fue erigido por los
romanos (la investigación histórica indica que lo construyeron los almohades,
aunque hay asentamientos en Osset desde la época turdetana).
También visitaron
algunas fábricas. Todos los alumnos marcharon muy contentos.
Unos
días después, se refleja en la prensa una nueva estancia y última conocida, a
través de “El Liberal” (24 de octubre) y “El Día Gráfico” (28 del mismo mes):
Homenaje a un maestro.
En el vecino
pueblo de San Juan de Aznalfarache, tuvo lugar, en el día de ayer y a la hora
de las seis de la tarde, el homenaje que dicho pueblo, por mediación del Centro
Cultural Recreativo, tributó a su querido maestro, don Braulio Zaragoza que,
durante 18 años, desempeñó su labor educadora y cuyos frutos recoge en este tan
sentido, como sencillo acto.
El pueblo de San
Juan de Aznalfarache ha querido testimoniar públicamente su profundo
agradecimiento al maestro ejemplar que, año tras año, supo derramar la savia
del bien y de la cultura en su fructífera comarca.
Ocupa la
presidencia don Ruperto Escobar, inspector jefe de Primera Enseñanza de la
provincia; y en la mesa de preferencia, con el homenajeado, se sientan: don
Luis Siles, inspector de Primera Enseñanza; don Guillermo Álvarez, en
representación de la Escuela Normal; don José María Infante, presidente de la
Asociación provincial; don Rafael Reyna, por los trabajadores de la enseñanza;
don Rogelio Asián, por la Local de Sevilla, y la Junta Directiva del Centro,
con su presidente y antiguo discípulo, don Claudio García.
El presidente del
Centro Cultural y Recreativo comienza el homenaje con unas cálidas y sencillas
palabras, por lo que el acto queda abierto. A continuación, don Adolfo de la
Rúa reveló su trabajo, ensalzando la figura de su consocio don Braulio Zaragoza.
Acto seguido, hace
uso de la palabra el joven y aprovechado discípulo Rafaelito Domínguez que, en
su breve y elocuente discurso, hace historia del desvelo y la constante ayuda
del buen maestro que, desde las primeras letras, le condujo hasta la Universidad.
Don Hipólito
Lobato ensalza, con su lenguaje florido y lleno de vida, la figura del maestro,
encarnada de manera tan precisa en el compañero Zaragoza.
Don José María
Infante, en breves palabras emanadas de su corazón de antiguo maestro, y lleno
de emoción, felicita al pueblo de San Juan que, tan notablemente, ha sabido
recoger el dolor de desprenderse del culto maestro.
Don Ruperto
Escobar, con la maestría en él habitual, ensalza la figura del maestro, la de
don Braulio Zaragoza, desde sus primeros pasos en la enseñanza, allá en
Balsapintada (Murcia), donde le conoció por vez primera y le estimuló en el
camino, que predijo, que habría de conducirle a este triunfo profesional y
había de darle la gran satisfacción de actos como este. Estimula a los pueblos
para que hagan suya la labor educadora, único premio y valioso estímulo que, en
el cumplimiento de su deber, tienen estos cinco funcionarios. Hace un merecido
elogio del pueblo de San Juan y les pide que sigan la senda emprendida.
Finalmente, al levantarse
el señor Zaragoza, una nutrida salva de aplausos llena el espacio. Visiblemente
emocionado, testimonia su reconocimiento a todos y dice que, aunque se traslada
a Sevilla, su corazón se queda en San Juan, como quedaron sus años.
Después del acto, se
reunieron en fraternal banquete todos los asistentes, concurriendo muchos de
sus discípulos, amigos y compañeros, de Sevilla y de distintos pueblos.
Bibliografía:
-ASCARZA,
V. (1927): “Anuario del Maestro para 1928”. Madrid, Editorial Magisterio Español.
-COBOS
Y VILLALOBOS, A. (1927): “Apuntes históricos: San Juan de Aznalfarache”.
Sevilla, impresor Manuel Carmona.